industria 4.0

¿Me quedaré sin empleo? España supera la media europea de robots por cada 10.000 empleados

El fenómeno de la automatización de procesos en las fábricas va viento en popa. En España, hay 168 robots por cada 10.000 empleados y esto es solo el principio. Por tanto, la formación en robótica será clave para combatir el desempleo.

El fenómeno de la automatización de procesos en las fábricas va viento en popa. En España, hay 168 robots por cada 10.000 empleados y esto es solo el principio.

robots

robots / economia

Fran Leal

Fran Leal

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La automatización del empleo en el ámbito industrial continúa a buen ritmo y la situación actual no es más que el comienzo de una nueva era, en la que la robótica tiene mucho que decir en la consecución de mejoras relativas a la eficiencia y la productividad.

Muestra de ello es el crecimiento que está experimentando la implantación de cobots en nuestras fábricas. Los robots colaborativos crecieron un 23% a nivel mundial el pasado ejercicio 2018 y se estima que se multiplicará por diez en los próximos años, según informan desde OnRobot.

En España, aunque aún queda mucho trabajo por hacer, la densidad de robots en las fábricas supera las tasas europea y mundial. Concretamente, de media, el número de robots por cada 10.000 empleados en Europa asciende a 114, y a nivel mundial a 99. Pues bien, en nuestro país estamos muy por encima, con 168, lo que nos coloca como el decimoquinto mercado con mayor densidad, según el informe World Robotics, de la Federación Internacional de la Robótica. Alemania, una vez más, es la más aventajada, situándose como líder europeo y quinto mercado a nivel global.

Implantación generalizada

Los motivos por los que se está apostando por los cobots concretamente los encontramos en su propia naturaleza colaborativa. “Son elementos industriales con una interfaz hombre-máquina sencilla”, nos cuenta Thierry Delmas, director general de OnRobot para el sur de Europa, África y Oriente Medio.

La optimización de costes, obviamente, tiene un peso importante a la hora de explicar esta nueva realidad, pero si hay algo determinante en el aumento de las ventas de cobots es “su interfaz fácil, su programación ligera y su gestión intuitiva”, resume Delmas. Frente a los robots industriales, la aportación de los cobots no conlleva una sustancial mejora en el rendimiento, según nos cuenta el experto de OnRobot, pero sí permite una generalización de lo que la cobótica supone dentro de la industria y el “crecimiento de eficiencia en todos los procesos”.

En relación con los sectores industriales que más están recurriendo a los robots colaborativos, Delmas explica que “cualquier proceso industrial está recurriendo a ellos, entendiendo como proceso industrial aquel que es repetitivo en el tiempo en unidades y frecuencia”. El abanico, por tanto, es “infinito, desde la implantación de componentes electrónicos hasta una pastelería industrial”.

¿Cómo afectará al empleo?

Como decíamos, la presencia de estos compañeros de trabajo en las fábricas no para de crecer, y con mucha fuerza. “En base a la evolución que hemos visto los últimos años, y apoyándonos en las previsiones de la patronal del sector (Federación Internacional de la Robótica), podemos decir que tanto la robótica como la cobótica crecen cada ejercicio con dos dígitos”, afirma Delmas.

La mejora en los procesos parece incuestionable, así como el efecto positivo en materia de productividad y eficiencia. Ahora bien, se nos plantea un dilema muy trillado, pero no por ello menos acuciante: ¿qué va a pasar con el empleo? 

Desde OnRobot, Delmas expone que “el empleo se crea en cualquier sector y en cualquier país cuando, y únicamente, hay una mejora de la productividad”, que se produce gracias a “la optimización de los procesos”, que a su vez tiene lugar con “ideas, creatividad, voluntad y dedicación”. En resumidas cuentas, desde su punto de vista, “la robótica crea empleo”.

Para defender esta afirmación, el portavoz resalta el caso de Japón, Corea del Sur y Alemania, tres de los países más robotizados del mundo, motores de la economía mundial y que “crean puestos de trabajo. Han sabido invertir en mejora de procesos y en mejora de producto”, asegura.

No obstante, para que que se dé esta creación de empleo, Delmas señala la formación como uno de los hándicaps que tenemos actualmente: “Hoy en día hay un déficit importante de técnicos formados para trabajar en la mejora de los procesos y, en particular, la robótica, pero pensamos firmemente que este campo es un motor de la economía y de empleo”, concluye.

Con los pies en el suelo

Felipe Luna es uno de los miles de empleados que cada día convive con robots en una planta de producción, en su caso del sector de la automoción. Desde su punto de vista, la implantación de la robótica en las fábricas conlleva unos beneficios indiscutibles, en línea con lo que comentaba Delmas: “Los robots realizan movimientos ultra repetitivos una y otra vez, movimientos que de realizarlos una persona 8 horas al día, cada jornada, terminaría volviéndose loca”, afirma Luna. Además, añade que muchas de esas labores pueden llegar a ser “peligrosas para una persona” y que se descarga “de gran parte del trabajo físico a los empleados”.

Sin embargo, Luna no es tan optimista en relación con la destrucción de puestos de trabajo. “Desde el punto de vista del operario de fabricación, sí que se percibe un poco de miedo. En las reuniones de ingeniería con dirección de fabricación sí que se escucha que automatizando tal línea ‘me quito a tres personas por turno’. Y es que es una tecnología cara, pero a largo plazo ese robot se amortiza solo”, sostiene.

La solución ante la problemática del empleo y la robotización, y en esto vuelven a coincidir Delmas y Luna, está en la formación de cara a no dejar pasar este tren que nos lleva al futuro. “Se están creando infinidad de puestos de trabajo relacionados con este ámbito. Yo mismo he comenzado a estudiar electricidad y automatización para poder entrar”, confiesa Luna, que concluye con una reflexión a la que apuntan ya muchos expertos: “Creo que igual que ha hecho la vida infinitamente más fácil al operario de una planta de fabricación en cadena, la automatización puede dejarlos en la calle. Es su doble vertiente y, probablemente, estemos condenados a reinventarnos”.