ESPIONAJE TECNOLÓGICO

Espías en casa: del dispositivo móvil al robot aspirador

Los escándalos de que las empresas tecnológicas nos espían a través los dispositivos móviles e incluso desde los electrodomésticos son constantes. Hablamos con varios expertos sobre la situación que existe en la actualidad en esta materia.

Los escándalos de que las empresas tecnológicas nos espían a través los dispositivos móviles e incluso desde los electrodomésticos son constantes. Hablamos con varios expertos sobre la situación que existe en la actualidad en esta materia

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Lidia Álvarez Vellido

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A muchos nos ha pasado alguna vez. Estar hablando sobre una marca, artículo o tema en particular con tus familiares o amigos y poco después aparece un anuncio en alguna de tus redes sociales. 

La geolocalización del móvil, las imágenes de la cámara del ordenador, los micrófonos de las smart TV con comandos de voz de una gran marca tecnológica, los asistentes inteligentes del hogar o descubrir un micrófono en el robot de cocina de una conocida cadena de supermercados… 

Los escándalos relacionados con este tema son constantes, sin ir más lejos, hace unos días Google admitía que escuchaba el 0,2% de las conversaciones con su asistente virtual.

Donde comenzamos tapando las cámaras de los portátiles con una tirita, hemos terminado por descubrir que hasta el robot aspirador manda información y datos de nuestra casa a las grandes compañías.

Nuestros dispositivos trabajan fuera de nuestra percepción

Qué sitios visitamos, qué redes sociales usamos, el contenido que publicamos, los temas que nos interesan… este ‘espionaje’ es “algo habitual, más allá de la legalidad o ética de la misma”, asegura a BYZness José Rosell, socio director de la compañía especializada en ciberseguridad S2 Grupo.

“Es evidente que cualquier dispositivo que integren estos aparatos está orientado a hacer su función y a proporcionar funcionalidades muy útiles a sus usuarios. Sin embargo, pueden ser usados de forma no legítima para proporcionar información, algo para lo que no han sido puestos ahí”, explica el experto, quien añade que esta violación de la intimidad “se produce como consecuencia de las vulnerabilidades que tienen los dispositivos”.

En este sentido, para Rosell esta situación es debida a la falta de seguridad en las condiciones de diseño y fabricación, por lo que recomienda no fijarse solo en el precio y exigir una certificación de protección en este aspecto.

¿Para qué quieren las empresas nuestros datos?

Para el socio director de S2 Grupo el objetivo de las empresas de adquirir nuestros datos es, “sin duda”, mejorar el servicio que nos ofrecen, hacerlo más eficiente y adaptados a las necesidades de los consumidores. 

En esto no coincide Christopher Noessel, jefe de Diseño y Experiencia del ‘Embedded Business Agent’ de IBM, quien asegura que, como mínimo, estas compañías pueden usar tus datos para crear un perfil mucho más detallado para el marketing de precisión y publicidad, algo que para el experto podría denominarse persuasión o manipulación en el peor de los casos, pero ¿qué pasa si se filtra esta información o se vende a quien no debe? 

“A un ladrón le encantaría consultar la información de tu Roomba para saber qué casas tienen más muebles en un barrio”, tema del que trató en su ponencia en el Experience Fighters, y añade que también podría interesar los datos de tu lámpara inteligente, para saber cuando una persona parece estar viajando; un chantajista querría tener acceso a las cámaras de los dispositivos para usarlas en tu contra o los partidos políticos usar los agentes del hogar para saber qué casas votan por ellos”.

¿Qué se puede hacer?

Por el momento no se puede hacer "absolutamente nada". Según explica Noessel, es muy complicado saber cuándo nos están espiando estos dispositivos ya que necesitaríamos tener conocimientos de hacker para comprobarlo y esto es algo que dificulta el poder denunciar esta ilegalidad empresarial.

A pesar de esto, el Reglamento General de Protección de Datos aplicado desde hace un año, hace de la Unión Europea el “líder del camino hacia el fin de estas prácticas”, destaca 

Noessel, quien asegura que bajo esta regulación los estados miembros pueden imponer multas de hasta 20 millones de euros o del 4% de sus ingresos anuales si usan estos datos personales de sus clientes.