TECNOLOGÍA Y DEMOCRACIA

¿Por qué aún no utilizamos el voto electrónico en las elecciones?

Votar por Internet puede ser una solución a problemas como las eternas colas en Correos de las pasadas elecciones generales. Pero no todo es de color de rosa y aún hay muchos inconvenientes que hay que resolver de cara a que pueda ser una realidad.

Votar por Internet puede ser una solución a problemas como las eternas colas en Correos de las pasadas elecciones generales. Pero no todo es de color de rosa y aún hay muchos inconvenientes que hay que resolver de cara a que pueda ser una realidad

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Fran Leal

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Las elecciones del pasado 28 de abril, más allá de lo político, dejó imágenes que nos deben hacer recapacitar. La inmensa espera de muchos ciudadanos en las oficinas de Correos para ejercer el derecho a voto dieron la vuelta al país. Además, ante el panorama de horas y horas de cola, más de uno se daría media vuelta (voluntariamente o por motivos de tiempo y disponibilidad) sin participar en los comicios.

El próximo 26 de mayo serán las elecciones municipales, autonómicas y europeas, y la sombra de lo que ocurrió con el voto por correo en las generales aún sobrevuela.

Buscando soluciones

Ante este panorama, muchos se preguntan por el voto electrónico y la posibilidad de que sea implantado. Al respecto, hemos hablado con Jaime Fernández, responsable de Infraestructura de acens, donde ya tienen experiencia con el voto electrónico en certámenes como Eurovisión. Para ellos, lo más importante, según nos cuenta Fernández, es la seguridad, y cuentan con una solución de tipo cloud con la que garantizar la disponibilidad del sistema, y donde “los recursos se ajustan a la demanda y pueden soportar todo el tráfico que haya”.

La implantación del voto electrónico, en principio, fomentaría una mayor participación por diversos motivos. En primer lugar, “el periodo de votación se puede alargar bastante”, y además, al ser algo instantáneo, “la gente con problemas de movilidad o que está fuera del país tendría más facilidades”, afirma Fernández. Al fin y al cabo, supondría facilitar el proceso de la votación. “Votar debe ser lo más sencillo posible, y con lo que ha ocurrido en Correos se ha visto que ha habido demasiadas dificultades para poder ejercer ese derecho a voto”, aclara el responsable de acens.

Un problema de confianza

No obstante, en el caso de una elecciones, Fernández nos ha confirmado que, “ahora mismo está complicado, no solo por la tecnología, que ya es bastante madura, con empresas que tienen experiencia al respecto, sino también por parte de los electores”. El caso es que los ciudadanos viven las elecciones como si de un rito se tratase y no deja de ser “un hábito que los electores aprecian”, explica Fernández.

Además, y dejando a un lado esta vertiente más romántica, la gente tendría que confiar en que el voto electrónico es seguro, algo que tiene que venir de mano de la pedagogía, como resalta Fernández. “Otros países ya lo han utilizado sin ir a momentos tan complicados como unas elecciones generales o europeas, sino en otro tipo de elecciones, para acostumbrar al electorado y demostrar que funciona bien, como han hecho también ya algunos ayuntamientos en algunas obras o en algunos aspectos de sus presupuestos”, argumenta.

Otro de los aspectos que están frenando la implementación del voto electrónico en unas elecciones es la gran inversión que habría que hacer. “¿Cómo hacer que una persona vote y sepamos que es esa persona realmente?”, se pregunta Fernández, que piensa que “para un censo amplio, como unas elecciones importantes, no sería factible ahora mismo”.

El secreto del voto

Carlos Loureiro es hacker y criminólogo, y le hemos preguntado por el riesgo relacionado con la privacidad. Al respecto, resalta que “la inviolabilidad del secreto a voto es una premisa o pilar básico que define unas elecciones libres y democráticas y, en el ámbito técnico, son muy amplios los escenarios en los cuales por medio del voto electrónico puede llegar a comprometerse esa premisa”. En definitiva, y al tener que hacer esa comprobación fiable de nuestra identidad, y que quedaría registrada, podría darse el caso de que se relacione directamente individuo y voto concreto, algo que con el método tradicional es imposible.

La seguridad de las infraestructuras

Finalmente, tenemos que volver a incidir en la idea de la seguridad, dado que “la más mínima sospecha o desconfianza por parte de los usuarios haría fracasar el proceso”, asegura Loureiro. Además, como reflexiona el hacker, de cara a la manipulación de nuestras transacciones bancarias, ya existe una solución que revierte la situación. En cambio, si esto sucede en un proceso electoral, “la cosa no es tan sencilla, porque podría invalidar un grandísimo porcentaje de votos e incluso todo el proceso”, afirma.

Además, esa manipulación puede estar motivada por diversas inquietudes que también hay que valorar. Si bien es cierto que el responsable podría ser una persona sin ninguna motivación, más allá de comprometer un sistema, como afirma Loureiro, también podríamos encontrarnos con “potencias extranjeras interesadas en que en nuestro país se tomen una serie de decisiones o políticas”, orientadas a favorecer a un determinado partido. Llegado este caso, la cuestión no es baladí, porque “el sistema de voto estaría comprometiendo nuestra propia seguridad nacional debido a esos intereses externos”, concluye Loureiro.