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¿Por qué la "destructoterapia" no ha funcionado en las empresas españolas?

Esta actividad que consiste en romper cosas para liberar estrés fue tendencia hace un par de años, pero los profesionales la han sustituido por otras formas más ‘sanas’ de manejar y controlar la ira. 

Esta actividad que consiste en romper cosas para liberar estrés fue tendencia hace un par de años, pero los profesionales la han sustituido por otras formas más `sanas¿ de manejar y controlar la ira

Destructoterapia

Destructoterapia / economia

Alberto Payo

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Se convirtió en un pequeño boom en 2017 que se vendía como la última moda para empresas. Si estabas cabreado, estresado o, simplemente, querías liberar estrés podías acudir a un local especial o a un lugar apartado y pasarte un buen rato rompiendo cosas. Podías reventar objetos más ligeros como globos o platos, pero también artículos más pesados como muebles, electrodomésticos u ordenadores inservibles. 

Hasta algunos desguaces hicieron su agosto con la destructoterapia, dando la oportunidad de machacar coches viejos, al estilo del famoso bonus de Street Fighter. Lo normal era acudir en grupo y que muchas empresas lo organizaran como una actividad de team building para sus empleados.

Sin embargo, tres años después, apenas quedan servicios de este tipo que se ofrezcan en España. Una búsqueda en Internet y en Google Maps para localizar algo similar en Madrid o Barcelona, (donde eran más frecuentes estas ofertas) resultan bastante infructuosa. ¿Qué ha ocurrido?

Uno de los mayores problemas con la destructoterapia es que no hay estudios científicos que avalen su eficacia o utilidad y, por lo general, los psicólogos tampoco creen que sea la manera más correcta de lidiar con emociones negativas. Su propio nombre, de hecho, está bastante cogido por los pelos.

“El tema de canalizar la ira a través de la violencia, desde un punto de vista psicológico, no es beneficioso ni positivo si nuestro objetivo es aprender a gestionar esa emoción. No resulta funcional, porque se está reforzando una conducta que no es apropiada. Por eso, hoy en día funcionan tanto el mindfulness y la meditación, porque todas esas terapias van enfocadas a gestionar la ira de otra manera, vivirla y aceptarla sin evitarla o sin llevar a cabo conductas dañinas”, explica Beatriz Fernández Pablo, psicóloga general sanitaria y psicooncóloga.  

Justo desde 2017 en EE.UU se ha dado toda una oleada de aplicaciones móviles de meditación guiada, como Calm o Headspace, que ha llegado a otros países como España. En un mundo en el que vamos cada vez más acelerados y parecemos disfrutar menos del momento, la atención plena es la nueva tendencia que también están impulsando las empresas que se preocupan por el bienestar de sus trabajadores. 

Estas técnicas incluso han calado en la Administración Pública. Desde mediados de 2016 hasta el verano pasado el Gobierno de España se había gastado 166.000 euros en cursos de mindfulness y meditación para sus funcionarios. 

¿Tiene algo positivo la 'destructoterapia'?

La psicóloga cree que estas y otras prácticas son mucho más aconsejables que usar la violencia. Asimismo, subraya que “lo que está demostrado científicamente que resulta eficaz para bajar ciertos niveles de estrés son las terapias cognitivo-conductuales. Generalmente primero se trabaja con la psico-educación para que la persona entienda qué es el estrés, todos sus mecanismos y lo aprenda a identificar y a evaluar. Además, se enseñan técnicas de control de activación, entre las que se incluye la meditación o la respiración diafragmática. También entrenamos en habilidades sociales o solución de problemas, manejo del tiempo o reestructuración cognitiva”. 

Pese a estas apreciaciones y a su recomendación de otro tipo de terapias para manejar las emociones desagradables la experta entiende que la destructoterapia haya tenido su público. Así, es consciente de que -realizándose de manera muy ocasional y no como una actividad frecuente que alimente un ‘círculo vicioso’- cuenta con algunos aspectos no puramente psicológicos que pueden resultar satisfactorios a ciertas personas. 

“Lo positivo que se puede sacar de la destructoterapia desde una parte física es que estás haciendo ejercicio, por lo tanto, se pueden extraer algunas de sus mismas ventajas, como la liberación de adrenalina, endorfinas... pero no con miras a una bajada de los niveles de ira”, matiza. 

“Además, es una actividad recreativa, lúdica. Generalmente no podemos romper cosas que no son muy caras, como una TV o un calefactor. Romper algo así sin las consecuencias que conllevaría eso a nivel económico, puede resultar atractivo. No deja de ser algo diferente, curioso y una actividad en la que te lo vas a pasar bien”, añade. 

Fernández también destaca que es “una actividad grupal, en la que estás con gente. Toda actividad grupal que genere relaciones sociales se ha demostrado que es beneficiosa para cualquier proceso”, concluye.