NUEVO LIDERAZGO

Los millennials lideran equipos con ventaja competitiva

El buen líder debe influenciar y transformar su entorno. Los millennials están empezando a ocupar puestos de liderazgo y dirección. Y aunque hay características que deben compartir todos los líderes, sin tener en cuenta la edad, los jóvenes tienen ventajas competitivas, ya que son nativos del contexto actual.

El buen líder debe influenciar y transformar su entorno. Los millennials están empezando a ocupar puestos de liderazgo y dirección

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Marta Gracia

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Los millennials están ocupando puestos de liderazgo y dirección en las empresas. La forma en la que han crecido, a la vez que lo hacía la tecnología, hace que tengan ventajas competitivas y otra forma de liderar que la generación anterior. No obstante, los expertos coinciden en que hay una serie de características que tienen que tener todos los líderes que quieran llevar su negocio o empresa a buen puerto. 

Jesús V. Izquierdo, chief executive leader en The Worldgate Group, asegura que los millennials tienen una ventaja competitiva, por así decirlo, en el mercado del liderazgo: “Ellos son nativos del contexto actual, por lo que navegan en él más rápido y mejor que otras generaciones”. Izquierdo traslada esta afirmación al entorno económico y empresarial y explica que los líderes millennials entiende muy bien la nueva normalidad que comenzó en 2008, que habla de un cambio duradero en las sociedades, lo que implica un alto nivel de incertidumbre, marcado por una actividad económica lenta y por un desempleo inusualmente alto. 

Atrás quedan los ciclos económicos en V, con valles e importantes fases de crecimiento. A esto se ha de sumar la transformación digital que ha puesto sobre el tablero una nueva circunstancia, la hipervelocidad, otra nueva normalidad donde los millennials dominan. “Hoy en día, además de la capacidad interpersonal de un líder, hace falta una inteligencia de la tecnología, para gestionar personas con agilidad y velocidad”, apunta Jesús V. Izquierdo.

Un buen líder debe influenciar y transformar su entorno. Para Izquierdo utiliza a Kotter como ejemplo para enumerar los ocho pasos que debe tener el líder perfecto: establecer un sentido de urgencia que incluya en la agenda lo imperioso del cambio; formar una poderosa coalición de personas en las que el líder pueda apoyarse; crear una visión para el cambio; diseñar una comunicación excelente; eliminar los obstáculos; asegurar los triunfos a corto plazo; fundamentar el crecimiento sobre el cambio y trasladarlo todo a la cultura compartida. En definitiva, “un buen líder atrae, guía, transforma y tiene una tasa elevada de aciertos”, apostilla.

Así se lidera en España

Izquierdo explica que a nivel global, estamos avanzando a un ritmo similar, salvo Estados Unidos que va por delante. En España, en concreto, “seguimos pensando que ser jefe implica ser líder. Esta idea ha de ser desterrada”. De hecho, asegura que existen diferentes formas de interpretar el poder. 

Con ello, apunta que en el mundo de hoy, se tiene que entender que no se lidera desde la potestas, sino desde la autoridad que se asienta sobre el respeto y la admiración que se genera. “Esto se logra si los responsables trabajan desde un enfoque de liderazgo con tres orientaciones: la de manager, la de coach y la de mentor”. Un ejercicio que plantea Jesús V. Izquierdo a directivos es la siguiente pregunta: “‘Si tuvieras que ser becario con un empresario, ¿a quién escogerías?’. Es interesante que suelen optar por personajes con una alta carga de líder y no tanto de gestor”.

Para el experto en España somos muy activos y podemos acercar a los equipos a su máximo potencial de desempeño, pero a veces pecamos de modestos y no sabemos, o no queremos, convertirnos en excelentes embajadores de nuestra organización. Además, “estamos en proceso de aprender a impulsar el desempeño de los empleados, a motivarles, a invitarles a ser innovadores y a hacerles partícipes de un propósito a largo plazo que asegure el mix de compromiso racional y emocional necesario hoy día para afrontar el cambio constante”, comenta.

¿Cambio de estrategia para mejorar el liderazgo?

“Si la estrategia funciona, es sólida y da buenos resultados, es coherente con la viisión organizacional y permite ir hacia ella, no hará falta cambiarla”. Sin embargo, eso tiene que estar medido, es decir, se ha de evaluar la tasa de aciertos estratégicos, y esto trasciende a los conocidos KPIs, que ayudan a implementar y controlar los hitos a corto, medio y largo plazo, tales como crecimiento de ventas o beneficio por acción, pero que no se traducen en el desempeño de éxito. 

Por esto, recomiendo desarrollar key success indicators, que son los que aseguran que se navega en el rumbo correcto hacia el Norte corporativo. “El reto de esta evolución pasa, en primer lugar, por el acertado diseño de los KSIs que habrán de ligarse al objetivo corporativo susceptible de evaluarse y con la especificación de los factores que contribuyan al logro del objetivo corporativo”, explica.

No obstante, matiza que lo primero que hay que ver, para dar un empujón a la estrategia, es ver si los colaboradores, los directivos, los accionistas… están en la misma película, es decir, si viven o no en la misma realidad. “Este diagnóstico es muy importante para ver por dónde se tiene que comenzar con el cambio de estrategia. Es fundamental estar alineado conceptualemente”.

A partir de ese momento, se ha de trabajar en la visión corporativa, que ha de ser concebida para plasmar el nuevo norte deseado por la organización. Para alcanzarlo se ha de diseñar la estrategia, que habrá de hacerse teniendo en cuenta qué hitos han de cumplirse y teniendo en cuenta que los líderes, los directivos y la organización, en sí misma, habrán ir afrontando retos  pruebas y el día a día de un entorno que es volátil, incierto, complejo y ambiguo.