JÓVENES EMPRENDEDORES

Emprendedor antes de los 20: ¿mito o realidad?

¿Se puede montar un negocio mientras se estudia en el instituto o en la universidad? Estos casos concretos muestran que es posible, aunque también que entraña algunas dificultades.

¿Se puede montar un negocio mientras se estudia en el instituto o en la universidad? Estos casos concretos muestran que es posible, aunque también que entraña algunas dificultades

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Alberto Payo

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Los medios de comunicación solemos pecar de asociar los conceptos de ‘emprendedor’ y ‘joven’ con frecuencia, ligándolos en multitud de artículos y ayudando a generar la idea de que hay una edad temprana para emprender. Sin embargo, la realidad es que son los profesionales con cierta experiencia los que suelen montar startups.

El informe GEM (General Entrepreneurship Monitor) de 2017-2018 recoge que la edad media de las personas identificadas como emprendedores potenciales es de 38,4 años, mientras que la edad de quienes son emprendedores en fase inicial y empresarios consolidados estaría en un promedio de 40 y 49,7 años, respectivamente. La franja de 18 a 24 años solo aporta un 15,3% del total de los emprendedores potenciales, un 8,5% de los nacientes y un 8,2% de los nuevos emprendedores. Si echamos un ojo al grupo de los empresarios consolidados podemos ver que solo el 1,8% de este grupo tiene entre 18 y 24 años.

La GUESSS (Global University Entrepreneural Spirit Student¿s Survey) es una encuesta que analiza el ánimo emprendedor entre la población universitaria. En su última edición, publicada en 2016, contaron con 122.000 jóvenes participantes de 50 países diferentes y más de 1.000 universidades. El estudio arroja que la gran mayoría, un 80,3% de los estudiantes, prefiere trabajar para otros. Este porcentaje trata de convertirse en empleados por cuenta ajena tras acabar sus estudios. Únicamente el 8,8% intenta poner en marcha su propio negocio al finalizar la universidad. No obstante, hay otro 8,8% que ya ha emprendido y lanzado su propia empresa mientras aún estudia.

Con todos estos datos sobre la mesa es lógico preguntarse: ¿Realmente hay fundadores que tengan menos de 20 años? ¿Es posible hallar emprendedores que hayan lanzado una startup rozando su mayoría de edad? En España tenemos algunos casos interesantes, que han explicado para BYZness cómo es tirarse a la piscina desde tan joven.

Tomás Moreno tiene 18 años. Es director de Desarrollo en Independence Brand, un ecommerce de ropa “hecha por jóvenes y para jóvenes”. Con 13 años ya lanzó una web con recursos para ayudar a sus compañeros de clase. Más tarde creó Electroaccesori, una firma de mochilas con batería, e iCook, una red social de cocina. “Creo que la actitud inconformista y de seguir aprendiendo y complementando mis estudios en el colegio son las razones que me han llevado a emprender a tan temprana edad”, defiende. 

Progenitores emprendedores, la mejor ayuda

Además de la curiosidad o la iniciativa, algo que también sirve como catalizador es que estos jóvenes fundadores de startups tengan o hayan tenido role models en casa. GUESS recoge que los estudiantes universitarios con padres emprendedores tienen más probabilidades de convertirse en emprendedores que aquellos sin padres emprendedores. La diferencia sería de un 33,6% después de acabar los estudios y un 17,6% cinco años después de concluirlos.

“Vengo de una familia con tradición empresarial/emprendedora (tanto mi padre como mi madre tienen sus propias empresas), por lo que no se llevaron ninguna sorpresa. Siempre me han apoyado y el hecho de tener en casa gente que ha pasado por lo mismo ayuda mucho, sobre todo en los momentos no tan buenos”, subraya Borja Durán. Este joven empresario de 25 años que inició su carrera con 20 ha lanzado varios ecommerce de moda con un enfoque ético, como Comovita.eu y LeMorne. Además, en 2015 creo Mobile Power, una tienda online con accesorios para móviles, como altavoces bluetooth y mochilas power bank.

Moreno también encaja en el perfil de fundador que cuenta con un legado en el trabajo por cuenta propia. “Siempre me han apoyado con todo, pues mi familia también es muy emprendedora. Yo creo que el ser emprendedor lo llevo en la sangre como lo llevan mis padres y mis abuelos”, asegura.

El apoyo familiar siempre resulta importante, aunque no se tengan padres emprendedores. A veces, los que no lo son ayudan a dotar a los jóvenes fundadores de startups de perspectiva. “Siempre he sentido que han estado a mi lado, me han ayudado en todo lo que han podido y sabido, y esto me ha sido de gran ayuda. Incluso cuando internamente te da la sensación de que tu familia te está frenando en tu actividad emprendedora, a la larga te das cuenta de que era una forma de apoyarte, intentando aportar algo de pausa a tus ideas disruptivas y agendas alocadas”, comenta David Andrés, cofundador y CEO de Sharge, una startup para poner en común a conductores de vehículos eléctricos que necesitan cargar sus coches y hogares particulares que se prestan a ser estaciones de carga.

Andrés empezó a emprender con tan solo 15 años y reconoce que en un primer momento sus padres sentían “desconcierto”, ya que les costaba entender que “de un día para otro tienes una reunión o tienes que dar una conferencia en un Congreso delante de gente de mucha más edad”.

El mayor reto: compatibilizar emprendimiento y estudios

Estos jóvenes emprendedores tienen un doble reto debido a su edad: no solo deben sacar adelante sus compañías, sino también hacer lo propio con sus estudios. Para el director de Desarrollo de Independence Brandes “muy complicado”. Opina que el sistema de educación español debería actualizarse para facilitar “el desarrollo de actividades extra que se encuentren fuera del temario. Este año estoy en 2º de Bachillerato y me ha costado mucho compaginar una cosa con la otra pues los proyectos pueden mejorar algún aspecto de la sociedad, pero los estudios determinan el futuro que voy a tener”, afirma Moreno.

En el caso del CEO de Sharge también defiende la importancia de continuar con los estudios. “He predicado con el ejemplo, precisamente ahora estoy estudiando ADE y Derecho en ESADE. Es evidente que la actividad emprendedora requiere el 110% de tu tiempo, y que de facto tal compatibilización es muy complicada. No obstante, siempre hay maneras de delegar trabajo, de apartarte un poco del día a día de la startup en periodos estresantes de estudios”, sugiere Andrés. El emprendedor opina que aunque parezca algo “utópico” se puede hacer “si encuentras el equipo y a las personas adecuadas”.

Durán, por su parte, dejó la universidad para centrarse en su carrera como emprendedor. Opina que es algo compatible y que se puede conciliar, sin embargo, en su caso quería estar plenamente enfocado en el trabajo por cuenta ajena. “Siempre he creído que a emprender se aprende emprendiendo, no estudiando, y siempre he tenido claro que me quería dedicar a montar proyectos propios. Además, dejar la universidad no era una decisión irreversible. Si el primer año hubiera sido horroroso lo podría haber retomado sin problema, por lo que jamás lo vi como un gran riesgo”, apostilla el CEO de Comovita.

Lo que se dice en los centros sobre emprender

¿Cómo se habla del ecosistema emprendedor en los institutos y en los primeros años de universidad? ¿Se ofrece una visión realista de lo que supone montar un proyecto o startup? Moreno considera que “en los colegios no se enseña apropiadamente lo que es realmente el mundo de los negocios, sino que se enseña una perspectiva muy general con profesores que no han tenido experiencia en el campo del cual presentan la asignatura”. Para este joven emprendedor estos profesores que suelen venir de ADE “no han trabajado en su empresa ni desarrollado su proyecto en su vida, por lo que ni ellos mismos conocen los riesgos y la dureza que puede tener el emprendimiento”.

Durán critica la idealización que existe a nivel general, y en particular en los centros educativos. “No se suele enseñar la parte dura. Se nos habla mucho de los grandes éxitos y poco de los fracasos, que al final son algo por lo que el 99% de los emprendedores pasará en algún momento”. El fundador de proyectos de moda cree que es importante que se promueva el emprendimiento desde la base, pero “ni todo el mundo tiene que ser emprendedor ni tampoco hay que vender que será un camino de rosas”.

La percepción del consejero delegado de Sharge es que en los colegios e institutos “se habla poco de emprendimiento, y cuando se habla sí que es verdad que se muestra solo la imagen positiva”. No obstante, no lo ve mal del todo. “Si enseñando una imagen positiva en el sistema educativo conseguimos que el interés por crear un negocio propio como opción profesional crezca, que así sea, siempre teniendo en cuenta los riesgos”. Andrés propone que el mercado acabe ejerciendo como filtro: “La experiencia con la startup, aunque sea duro decirlo así, ya mostrará la dureza del emprendimiento, y conseguirá que los que se quedan, sean realmente los que están hechos para esto”, concluye.