La temporalidad pone límites

¿Cómo afectan las nuevas modalidades contractuales a los trabajadores y parados?

Un camarero sirviendo en una terraza del centro de Barcelona

Un camarero sirviendo en una terraza del centro de Barcelona / Activos

Lorena Martín

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Es evidente que la temporalidad afecta a la seguridad, el bienestar y el proyecto vital de las personas. A pesar de esto, es un mal que ha sido endémico en España desde el siglo pasado. En 2021, el 89% del total de 19,3 millones de contratos firmados fueron temporales, dejando los indefinidos en 2,1 millones. Desde la aprobación de la reforma laboral por parte del Gobierno en diciembre de 2021, la contratación indefinida ha subido en cinco puntos, y se ha pasado del 70% del total de los afiliados al 75%, según datos de la Seguridad Social. Aunque, no ha sido hasta este 31 de marzo que han entrado en vigor los nuevos modelos de contrato, dando margen para la adaptación empresarial. Pero, ¿cómo van a afectar estos a la vida de los trabajadores y desempleados?

Los temporales que encadenan contratos serán los más beneficiados por la reforma, dado que se introduce un límite más estricto en ese sentido. Ahora, en el caso de que, en un periodo de dos años, el trabajador acumule más de un año y medio encadenando contratos en una misma empresa, pasará a ser indefinido. El plazo también se aplica a los puestos de trabajo, en los que la sucesión de temporales la pueden hacer diferentes personas. "La última de todas podría encontrarse con un contrato fijo antes de lo esperado", destaca Pere Vidal, ‍miembro de la junta directiva de la Asociación Nacional de Laboralistas. 

La principal novedad es que desaparece el contrato de obra y servicio, que hasta ahora representaba el 40% de la contratación temporal. "Se aplicaban a menudo de manera inadecuada y el Tribunal Supremo ya los había limitado", explica Vidal. Ahora, los falsos trabajadores temporales deberán recibir una notificación de su empresa conforme el cambio de contrato. Lo más probable es que pasen a ser indefinidos, indica Sergi Jiménez, profesor de la UPF. Será la modalidad de fijo discontinuo, ahora fortalecido, la que absorberá gran parte de contratos para trabajos realmente estacionales -como los de restauración o de estaciones de esquí- dado su carácter intermitente. Pasarán a tener más estabilidad al ser indefinidos y acostumbrarán a esperar a ser llamados en los picos de faena, según Raúl Ramos, profesor de la UB. En cualquier caso, se tendrá que consultar el convenio colectivo, que definirá aspectos como la duración, la forma de llamamiento y las vacaciones. "De la misma manera que había falsos trabajadores temporales, se podrá ver también alguna figura de falso fijo discontinuo por parte de empresas que quieran ahorrarse la antigüedad del trabajador", alerta Vidal.

Aquellos desempleados que topen con un contrato temporal, podrán distinguir dos nuevas modalidades: los contratos por circunstancias de la producción (previsibles o imprevisibles) y los contratos de sustitución. En el primer caso, si las causas son imprevisibles, permanecerán en el puesto un máximo de seis meses ampliable hasta un año según el convenio colectivo. Si son previsibles, durará 90 días como máximo. Para las sustituciones, el nuevo trabajador y el sustituido podrán coincidir 15 días antes de la marcha para un traspaso del conocimiento más preciso del puesto, como novedad.

Las personas que recurren a ETT encontrarán también un cambio importante. Mientras que tradicionalmente ofrecían contratos temporales, ahora también potenciarán los contratos indefinidos y los fijos discontinuos.

Los estudiantes que quieran formarse a la vez que cursan sus estudios verán "más facilidades" y podrán hacerlo hasta los 30 años -en vez de 25- mediante un contrato de formación en alternancia de entre tres meses y dos años, según explica Jiménez. Para la formación, también se ha establecido un segundo contrato ‘para la obtención de la práctica profesional’, dirigido a los que ya tienen el título de estudios. Con ello, se busca facilitar el acceso a la formación a los jóvenes y restar burocracia, teniendo en cuenta que eran contratos poco utilizados, según expertos. Por último, los trabajadores de la construcción tendrán un nuevo contrato fijo y, cuando la obra finalice, la empresa estará obligada a ofrecer una recolocación en otra obra e incluso a recualificar si fuera necesario para el nuevo puesto.

Las multas a las empresas que no cumplan también se han endurecido. "Mientras que antes se multaba a las compañías que incumplían de forma general, ahora se multa con desde 1.000 hasta 10.000 euros por trabajador en fraude", concluye Vidal.

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