Educación en igualdad

Los techos del mañana se rompen hoy

Tres pioneras analizan los retos laborales de la mujer y sitúan la educación en la base del cambio

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Mateo L. Belarte

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Un profesor se dirige a una de sus alumnas para espetarle que no se preocupe si no puede resolver el problema matemático que ha planteado, que "es normal porque eres mujer". La escena nos puede retrotraer a esa España en blanco y negro del tardofranquismo o a un chiste de mal gusto de aquellos años 80 y 90 en los que se humillaba al diferente por el simple hecho de serlo.

Sin embargo, la secuencia tuvo lugar hace menos de una década, allá por el año 2012, en una universidad española. La receptora de aquellas palabras cargadas de machismo era Cristina Aleixendri, una de las pocas mujeres de su clase de ingeniería aeronáutica. Tenía 20 años. 

Hoy está en los 29 y hace cinco que fundó la startup ‘Bound4Blue’, que factura 3 millones de euros al año y aspira a revolucionar el sector de la navegación gracias a un proyecto para reducir drásticamente las emisiones contaminantes de los grandes buques que recorren los océanos del planeta. Está también en la lista ‘Forbes’ de jóvenes más influyentes menores de 30 años.

Ella rememora aquella secuencia como una simple anécdota a la que no dio ninguna importancia y que, por suerte, no interfirió en su carrera. "Nunca me he sentido limitada por ser mujer", dice. Pero destaca que verbalizarla le ha hecho darse cuenta de que aquel profesor no era una excepción y que su historia ha servido a muchas otras estudiantes que también han sufrido ese tipo de machismo para relativizarlo y entender que el problema no era de ellas, sino de ellos.

Avance demasiado lento

Esta situación ejemplifica dos realidades que están sucediendo en paralelo: mientras la pujanza del movimiento feminista está forzando ciertos progresos para la mujer en el mundo laboral, estos se están produciendo a un ritmo demasiado lento y topando con fuerzas reaccionarias que siguen empeñadas en poner puertas a un campo que cada vez se hace más grande.

La brecha salarial refleja esta dualidad: según los datos del INE de 2018, la diferencia de salarios entre sexos es la menor de los últimos once años pero, de seguir la tendencia actual, la mujer no recibirá el mismo salario que un hombre por desempeñar el mismo trabajo hasta el 2064, dentro de 43 años. Más de una vida laboral. 

Pero hay otros frentes de batalla abiertos, como el de incorporar a la mujer a carreras tradicionalmente masculinizadas, lograr la paridad en puestos de mando tanto de la empresa privada como de la administración y avanzar en la democratización de la conciliación y de los cuidados. Y en todos los casos la situación se repite. Mejora, pero no lo suficiente.

¿Cómo acelerar este recorrido? Ellas tienen claro el primer paso: educando en igualdad. Así, atacando la raíz del problema, será la única forma de aspirar a un mundo laboral que no discrimine por el sexo, porque los techos y brechas del mañana se empiezan a derribar hoy.

Así lo entienden la propia Cristina Aleixendri, Teresa Busto y Cristina Pardo, tres mujeres pioneras en sus campos que relatan a Activos cómo es ser mujer trabajadora en un mundo todavía de hombres y sobre todo, cómo debería ser para que las que ahora empiezan a elegir su camino profesional lo puedan desarrollar sin limitaciones de género. Representan a tres generaciones distintas y sus trayectorias son variadas, pero sus experiencias laborales y sus recetas no difieren apenas.

Formación sin estereotipos

Ellas sitúan en la base de este cambio la formación libre de estereotipos y la visibilización de mujeres como ellas, que transmitan a las nuevas generaciones que nadie nace limitado por su sexo. Con ese objetivo, Busto, que es vicepresidenta de Airbus y directora de la factoría que tiene la compañía en Illescas (Toledo), creó en 2018 ‘Ellas vuelan alto’, una asociación nacional nacida para dar voz a las mujeres que trabajan en este sector tan masculinizado y para batallar por la igualdad de género.

"Si no te ven, no existes" es una de sus máximas y en ella reposa una de las principales líneas de actuación de su proyecto, la visibilización de la mujer. Por eso considera que la etapa temprana del desarrollo es "fundamental" para educar en igualdad, y ahí juegan un papel crítico los colegios y los entornos familiares. "Los niños siguen teniendo modelos muy claros de comportamiento tanto en clase como en casa. Hay estereotipos de género en los libros, en los juguetes...es necesario repensar los modelos educativos revisando la educación de género de los profesores y trabajar con las familias", señala.

Cristina Pardo es oficial de mantenimiento en la empresa pública de ferrocarriles de la Comunitat Valenciana (FGV), es una de las pocas mujeres en su entorno laboral y también ha detectado que los niños siguen creciendo rodeados de prejuicios sobre el rol de la mujer. Lo ejemplifica con una historia que vivió en primera persona durante la visita de un colegio a los talleres donde trabaja: "Los niños estaban sorprendidos de ver a una mujer mecánica. A esas edades no debería llamarles la atención, pero lo peor fue que el primero en destacarlo fue el propio profesor. Hay que normalizarlo".

Esa naturalización permitirá que las niñas puedan crecer con referentes en otros campos, algo que no le sucedió a Aleixendri, que recuerda que fue una profesora la que le ayudó a elegir libremente atendiendo a sus habilidades. "La regulación de los gobiernos es básica pero también la implicación de la sociedad. La educación temprana es clave", afirma.

Teresa Busto indica otro punto importante en este sentido: las mujeres están en una minoría más acusada en las carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), que son las que considera con mayor proyección a futuro. 

Mirando al empleo

Las tres tienen claro también el siguiente paso. Hay que abrir los estudios pero también el recorrido dentro de la empresa. Solo una de cada cuatro personas en puestos de dirección de empresas del Ibex 35 son mujeres. "Faltan procesos para situar a las mujeres en puestos de dirección", defiende Busto. Los datos en la factoría que dirige hablan por sí solos: el 50 % de los puestos de liderazgo en su empresa y su entorno están en manos de mujeres.

Pardo, sin embargo, ejemplifica lo que todavía sucede en muchos casos. No duda en rechazar cualquier opción de ascenso. "No me lo planteo por mi familia. A lo único que aspiro es a tener tiempo libre para el cuidado de la casa y de mi hijo. A un hombre no le para la familia", confiesa resignada.

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Aleixendri resume el problema como un "círculo vicioso". "La paridad no es fácil cuando de 15 currículums solo uno es de una mujer", lamenta. Y apunta a una herramienta con la que poder romperlo: "Con acceso a la financiación". Según destaca, de los fondos de capital riesgo adjudicados en la UE en 2018, "solo el 2% fue a mujeres porque quienes lo deciden son hombres".

Esto frena la llegada a puestos de mando por lo mismo, según Bustos: "Deciden hombres, que tienden a buscar a semejantes. Se soluciona creando cultura de equipos mixtos y poniendo objetivos". ¿Y cuánto tardará? "Dependerá de lo drásticas que sean las medidas. Si no pones objetivos, no se cumplen", concluye la directiva de Airbus.

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