JÓVENES Y EMPLEO

El trabajo puede esperar: los jóvenes alargan su formación para optar a empleos cualificados

La crisis económica hizo que la tasa de paro juvenil llegase al 56,9% en 2013. Muchos de los expulsados no pudieron reincorporarse al mercado por falta de conocimientos adecuados. Ahora, cada vez son más los que retrasan su entrada al mundo laboral para seguir formándose.

Los jóvenes fueron uno de los colectivos peor parados durante la crisis. Por ello, ahora retrasan su incorporación al mercado laboral para seguir formándose

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Marta Gracia

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Los jóvenes españoles retrasan su entrada al mercado laboral para seguir con la formación. Esta es una de las conclusiones del artículo “Cambios en la decisión de participación laboral de los jóvenes tras la crisis” publicado por el Banco de España. La institución se basa en datos de la Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística y compara los datos de 2007 con los de 2019. 

De esta manera, el artículo asegura que “la mayoría de los jóvenes que decidieron retrasar su entrada al mercado laboral o salirse de él por las dificultades de encontrar empleo a lo largo de la crisis lo hicieron para dedicarse a mejorar su formación”. 

La tasa de actividad de los jóvenes menores de 30 años en España se ha reducido de forma significativa tras la crisis, pasando del entorno del 70% en 2007 al 53% en el segundo trimestre de 2019. Este descenso constituye un hecho diferencial de este grupo poblacional con respecto a otros colectivos de mayor edad.

En la recuperación, tras 2014, el flujo de entrada a la actividad se ha mantenido prácticamente estable, situándose en el 15,9% en el segundo trimestre de 2019. Por su parte, el flujo de salidas de los jóvenes durante la crisis experimentó un repunte desde el 8,3% en 2008 hasta el 9,2% en 2014, en contraste con la caída de la tasa de salida de la actividad de los más mayores. 

Recientemente, con la recuperación, no solo no se ha frenado esta tendencia al alza en el caso de los jóvenes, sino que la tasa ha seguido repuntando, hasta alcanzar el 10,4% en el segundo trimestre de 2019. Así, apuntan que parece que la recuperación actual está asentada en un patrón que, a diferencia de lo que ocurrió en la anterior expansión, “no está incentivando a los jóvenes a salir del sistema educativo”. Esta disminución actual de la tasa de actividad para este colectivo “podría verse compensada por incrementos de la actividad y de la productividad de esta generación en el futuro”.

La sobrecualificación como salida profesional

Miguel Ángel Iglesias Prada, economista y profesor del CEF- UDIMA, explica que en la coyuntura económica actual los jóvenes saben que se tienen que preparar para poder afrontar los retos de un futuro incierto. En muchas ocasiones, “los empleos a los que optarán ni siquiera existen en el presente”, apunta. Una afirmación con la que se muestra de acuerdo Pilar Llácer, responsable de carreras profesionales de EAE Business School: “Es importantísima la variable transversal de competencias digitales. No puede nadie salir al mercado sin tener unos mínimos conocimientos de las principales tendencias”. 

Ambos expertos también coinciden en la importante de que los empleos futuros serán altamente cualificados y que requerirán competencias personales o ‘soft skills’. Esas habilidades son transversales a cualquier empleo como son la comunicación, trabajo en equipo, gestión del tiempo… “En este contexto es completamente necesaria la formación, los jóvenes lo saben y no quieren descolgarse de su futuro”, asegura Iglesias.

Llácer señala que “en muchas ocasiones el alumno brillante con un 10, no es el trabajador brillante en una empresa y eso está muy demostrado. Hay que introducir esas competencias en el sistema. El cómo se hacen las cosas”.

Buenas ofertas económicas previas a la crisis

Antes de la crisis había ciertos sectores como es el de construcción o el de automoción, que son sectores tradicionales que España, que demandaban un tipo de profesionales sin estudios superiores. “El problema es que son una bomba de relojería como se vió en la crisis: si los jóvenes salen de ese trabajo luego lo tienen dificilísimo para volver a incorporarse”, comenta Pilar Llácer.

El profesor de CEF-UDIMA explica que eran trabajos que no requerían una excesiva cualificación, pero que estaban muy bien remunerados. “En muchos casos esto supuso la ruptura total con sus estudios y cuando llegó la crisis se convirtió en una tragedia; los antiguos estudiantes ya habían perdido el tren y difícilmente podrían ser absorbidos por un mercado laboral mermado que demandaba personal cualificado”, lamenta.

Para que no vuelva a pasar, Pilar Llácer puntualiza que se tiene que incentivar mucho, tanto desde las instituciones públicas como educativas y privadas, a que no siempre tienen que ser estudios superiores pensando en universidad. “La parte de FP debe fomentarse para formar a profesionales cualificados independientemente de lo que vayan a trabajar”, señala.

Iglesias explica que la opción que hay ahora, es decir, que los jóvenes se incorporen más tarde al mercado laboral y sigan formándose, “parece la óptima”. Y asegura que la gran mayoría de los jóvenes están concienciados de que la formación es un proceso continuo y que tendrán que desarrollarlo a lo largo de toda su vida. “Han aprendido de los errores que se cometieron en el pasado y no se dejan deslumbrar fácilmente por un empleo que pueda suponer pan para hoy y hambre para mañana”, añade. Además, apunta que saben que su única oportunidad para el futuro es ser buenos profesionales y “están concienciados en su consecución”.