EL COSTE DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

La violencia de género arrasa: el 65% de las víctimas están en el paro

Un 16% desempeña algún tipo de ocupación, pero sin contrato

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Marta Gracia

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La violencia de género es una lacra de la sociedad y un problema estructural. Las denuncias por este tipo de violencia aumentan cada año (un 16,4% en el último), y aunque refleja que las víctimas están más informadas, todavía hay trabajo por hacer. La violencia de género golpea diferentes aspectos de la sociedad y el empleo no es una excepción: el 65% de las víctimas se encuentran en situación de desempleo, según Adecco.

No existen datos de un perfil sociodemográfico de mujer víctima de violencia de género. Como se ha comprobado a lo largo de estos años (en 2003 se comenzaron a contabilizar las víctimas) afecta por igual a todos los estratos económicos y socioculturales.

La Fundación Adecco ha realizado un informe (Un empleo contra la violencia) en el que se señala que al 65% de las víctimas desempleadas hay que añadir que un 16% admite desempeñar algún tipo de ocupación, pero sin contrato en condiciones de absoluta desprotección (en algunos casos, sin conocimiento del agresor). En la misma línea, un 58% de las desempleadas es de larga duración, es decir, lleva más de un año sin encontrar trabajo.

Asimismo, el proyecto europeo WeGo!, llevado a cabo en 12 centros de 4 países europeos (España, Grecia, Bulgaria e Italia), pone de manifiesto que casi 6 de cada 10 víctimas (59,1%), se encuentra desempleada en el momento de sufrir la violencia, cifra que contrasta con el 18,3% registrado en el momento de realizar el citado estudio (diciembre 2017).

Según Begoña Bravo, consultora de la Fundación Adecco: “en muchas ocasiones, es la propia violencia de género la que aleja a las víctimas del mundo laboral”. Bravo explica que el agresor ejerce un bloqueo de acceso al empleo, que les conduce a una espiral de aislamiento que deriva en mayores cotas de desempleo y en grandes dificultades para buscarlo. Asimismo, “el hecho de no ser independientes económicamente puede ocasionar que la violencia de género se perpetúe en el tiempo”, advierte la consultora.

Por su parte, Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco asegura que el empleo se alza como el recurso clave para hacer frente a la violencia de género, “al constituir el único elemento que empodera transversalmente a las mujeres, incrementando su autonomía, independencia y autoestima”.

Mesonero insiste que el empleo constituye una sólida barrera que actúa como mecanismo preventivo, aunque reconoce que no es un muro infranqueable contra la violencia de género. “El empleo contribuye decisivamente a la recuperación integral de las mujeres, una vez han superado la situación de violencia”, apunta.

El paro, uno de los frenos para denunciar

El desempleo se convierte, precisamente, en uno de los principales frenos para que las mujeres den el paso y pidan ayuda: un 71% destaca el paro y las situaciones de precariedad como principales frenos para denunciar. Al no tener ingresos propios y depender económicamente del agresor, y al sentir menoscabada su autoestima, temen encontrarse solas, sin recursos e, incluso, perder la custodia de sus hijos.

Un porcentaje superior (80%) subraya el miedo a las represalias, previendo que la denuncia pueda tener un efecto multiplicador en la violencia, tanto sobre ellas, como sobre sus hijos. De lejos, un 40% destaca la inseguridad jurídica, es decir, la desconfianza en la protección que le proporcionará el sistema. Asimismo, un 38% admite no denunciar por vergüenza a “reconocer” las graves situaciones que ha tolerado, seguidas de un 35% que declara no querer perjudicar al agresor (prisión, pérdida de estatus social y familiar, etc).

Además, existen otras razones que llevan a las víctimas a la inacción: la esperanza de que su pareja cambie (31%), o la voluntad de “aguantar” para que sus hijos tengan una familia (25%).

Estabilidad e independencia económica, los aspectos más codiciados

La presente encuesta ha profundizado en los aspectos que más valoran las mujeres víctimas de la violencia de género cuando acceden a un puesto de trabajo. En resumen, son los elementos más intangibles los que han obtenido una mayor valoración.

Así, la estabilidad es el ítem al que otorgan un peso mayor (69,2%): seguido de un 53,8% que considera la independencia y la autonomía un tema crucial y un 47,7% que ve en el empleo la posibilidad de incrementar su autoestima y realizarse personalmente.  Asimismo, un 28,5% valora que el trabajo le permite reforzar sus relaciones sociales.

Por último, los aspectos más tangibles como son el horario y el salario son los que han obtenido una inferior valoración, del 24,6% y 16,2%, respectivamente.