FINANZAS PERSONALES

Cuidado con los microgastos: cómo evitar que te lleven a la ruina

Cuando nos fijamos en nuestro presupuesto generalmente atendemos a las grandes partidas: el gasto en alquiler, la compra del mes, la cuota del gimnasio… Sin embargo, muchas veces dejamos desapercibidos los gastos más insignificantes como el desayuno que nos tomamos por la mañana, algún que otro cigarro, o un taxi que podamos coger de manera esporádica, que pueden trastocar nuestras finanzas personales. 

Aunque los grandes gastos suelen copar nuestra atención y planificación, son los esporádicos o los mínimos los que nos pueden impedir llegar a fin de mes

Microgastos

Microgastos / economia

Héctor Chamizo

Héctor Chamizo

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando nos fijamos en nuestro presupuesto generalmente atendemos a las grandes partidas: el gasto en alquiler, la compra del mes, la cuota del gimnasio… Sin embargo, muchas veces pasan desapercibidos los gastos más insignificantes, como el desayuno que nos tomamos por la mañana, algún que otro cigarro, o un taxi que podamos coger de manera esporádica, que pueden trastocar nuestras finanzas personales. 

Esto es lo que se conoce como “microgastos” y pueden dañar nuestra economía personal más de lo que pensamos. Son gastos que realizamos sin darnos cuenta y que acometemos en nuestro presupuesto personal sin asignarles ningún tipo de partida. Por tanto, prácticamente pasan inadvertidos. Pero a largo plazo no es así. 

Creer que lo que tildamos como “chatarra” no es dinero es un error, al menos para los expertos en gestión financiera. Según Victoria Torre, es muy importante tener un control “de todo tipo de gasto que tenemos mensualmente”, puesto que de algo que en un principio puede parecer “insignificante” se puede construir “una montaña” con el paso del tiempo. 

Los “microgastos”, pueden parecer “una diminuta gota en medio del océano”, describe Rafael Ojeda, analista independiente, pero son “más importante de lo que parecen”. Solo basta con tirar de calculadora y echar cuentas en el largo plazo. Lo que parece poco se puede convertir en cantidades bastante elevadas en el futuro. 

El dinero que se nos puede ir cada mes

Para comenzar, hay que tener en cuenta que los hábitos cambian según la persona. Pero pongamos un escenario base, de una persona que no sea ni excesivamente derrochadora ni austera. Supongamos que trabajamos en una oficina y que todos los días no perdonamos el desayuno con alguno de nuestros compañeros. Algo que nos supone unos 2,5 euros de media al día: 12,5 euros al mes.

Si esa cantidad la ajustamos, supone 50 euros mensuales, lo que representa 600 euros al año. Dicho de otro modo, suprimiendo este gasto podríamos aportar “a un plan de pensiones de manera periódica”, sostiene Torre, o incluso destinarlo a otro tipo de actividades como “un viaje de nuestras vacaciones”. 

Sin embargo, los “microgastos” no se suelen quedar en el desayuno. Supongamos que tomamos otro tentempié diario. Bajamos a comprar algún snack que representa entre 1,5 euros o 2 euros. Cogiendo el escenario de menor gasto, nos supondría otros 7,5 euros semanales y 30 euros al mes. Al año, estaríamos empleando otros 360 euros. En total, 960 euros en estos gastos hormiga. 

A eso, quizá se le podrían sumar algunos otros gastos mensuales, como algún taxi o Cabify. Pongamos que coger una media de dos al mes: unos 16 euros en el supuesto más optimista. Otros 192 euros que añadir a la mochila de gastos innecesarios que te puedes ahorrar. Un dinero que “quizá se pueda destinar a otros conceptos que nos reporten más beneficio en el largo plazo como la inversión”, explica Ojeda. 

Mención aparte merece el tabaco. Así, poniéndonos en el peor de los escenarios, si somos fumadores de una media de una cajetilla diaria, el impacto de los “microgastos” es mayúsculo: 126 euros al mes, lo cual se traduce en 1.512 euros al año. Si lo sumamos a lo anterior, estaríamos gastando 2.664 euros al año sin apenas darnos cuenta.

Unas cantidades más que suficientes como para organizarnos unas vacaciones a nuestra medida o para invertir en fondos de inversión o planes de pensiones, pensando en el largo plazo, por poner un ejemplo. 

Necesidad de herramientas o ayuda externa

Con todo, la realidad es que el impacto que suponen estos “microgastos” es muy difícil de medirlo si no contamos con alguna herramienta complementaria que nos ayude o con algún asesor que nos eche un cable para llevar nuestra planificación financiera. En opinión de Torre, el soporte de una persona especializada en gestión financiera “puede hacer que no gastemos en donde no corresponde en el largo plazo”. 

Saber lo que hacer, en ocasiones, puede ser complicado “puesto que tenemos muchos automatismos ya activados”, responde Ojeda. Así las cosas, una ayuda externa puede ayudarnos a centrarnos “en cuáles son nuestras metas de ahorro y sortear esos ‘microgastos’ innecesarios”.

Otra opción es recurrir a algunos trucos y herramientas que te pueden ayudar a gestionar mejor tus finanzas personales.