Presidenta ejecutiva y cofundadora de Holaluz

Carlota Pi (Holaluz): "Ahora lo verde vende, pero no todo es de verdad"

La presidenta ejecutiva y cofundadora de Holaluz asegura que ve a la compañía "siendo un referente mundial" a largo plazo

"Quizás haya un sobrecalentamiento de algunas renovables en bolsa"

Carlota Pi, presidenta de Holaluz

Carlota Pi, presidenta de Holaluz / Ferran Nadeu

Gemma Martínez

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Qué sería del mundo sin los profesores universitarios que emanan sabiduría, guían a los alumnos y se convierten en sus referentes de por vida. Que se lo pregunten si no a Carlota Pi (Barcelona, 1976), que fundó Holaluz después de que un profesor del IESE, José Antonio Segarra, le abriera los ojos al mundo del impacto social de las empresas.

A ella y a sus compañeros de clase Oriol Vila y Ferran Nogué, ingenieros con quienes hace una década fundó la comercializadora energética que hoy cotiza en bolsa, vale más de 275 millones de euros y cuenta con 325.000 clientes. Segarra estará orgulloso de Pi, optimista vocacional, apasionada y creyente en que cada decisión individual puede mejorar el planeta.

Holaluz nace en un bar en el que usted y sus socios, recién graduados en un master, analizaban los próximos pasos en sus carreras profesionales. Allí mismo les presentó un proyecto que llevaba siempre en su mochila y que se titulaba ‘Compartir energía verde'

Sí. Éramos tres ingenieros, que nos conocimos estudiando y siguiendo al profesor José Antonio Segarra. Él nos habló del capitalismo consciente e inclusivo. Nos hizo ver que toda empresa que esté bien gestionada y que sea capaz de encontrar su camino hacia la rentabilidad debe convertirse en una herramienta para hacer del mundo un lugar mejor. Fue una revolución brutal para nosotros.

Yo tenía 30 años en ese momento. Pensaba que este trabajo era responsabilidad de las ONG y de los gobiernos. Nunca pensé que pudiera ser el propósito real de una compañía. Inspirados por él y después de varias cervezas dimos por bueno el plan de negocio, descrito en 50 páginas, y nos lanzamos a crear Holaluz, que desde hace diez años trabaja para conseguir un planeta cien por cien verde. Lo hacemos con lógica local. Tenemos operaciones en todos los códigos postales de España, incluidas las islas y Ceuta y Melilla.

¿Salir al exterior está en sus planes?

Ahora mismo, y al menos hasta 2023, no tiene ningún sentido para nosotros. Eso no quiere decir que renunciemos a tener influencia y relevancia a nivel mundial. De hecho, la mitad de nuestros accionistas son internacionales y proceden de Londres, Frankfurt, París y Oslo, entre otras ciudades. Pero España es un mercado muy grande y muy importante para nosotros.

Conectamos a las personas a la energía verde, comprando electricidad directamente a unos 1.000 productores cien por cien renovables e independientes. Alquilamos el cable para el transporte y la distribución y suministramos a 325.000 clientes residenciales, familias y pequeñas empresas. Construimos para ellos una propuesta de valor logrando un ahorro medio de entre el 10% y el 20% de la factura total de la luz gracias al uso intensivo de la tecnología y los datos.

Y tenemos mucho recorrido todavía con nuestro principal proyecto, la revolución de los tejados, que es la culminación perfecta a aquella charla de bar de hace diez años. Esto es lo que nosotros habíamos venido a hacer.

El maná de la energía solar...

No hay que olvidar que en España tenemos 1.700 horas de sol al año de media, una de las cifras más altas de toda la Unión Europea. Y existen diez millones de tejados técnicamente viables para ser transformados en energía cien por cien verde. Cuando triunfe esta revolución, España pasará de tener el 39% de electricidad procedente de fuentes renovables, con datos de Red Eléctrica de 2019, al 81%, solo poniendo en valor un activo que ya existe, el sol, y los tejados.

Debajo de cada uno de ellos hay una familia que necesita esa electricidad y nosotros le ponemos placas solares. Eso es innovar en nombre del cliente. No solo innovamos en el modelo de negocio, sino que introducimos un cambio que afecta de manera significativa ala vida de la gente.

Carlota Pi, CEO y cofundadora de Holaluz.

Carlota Pi, CEO y cofundadora de Holaluz. / Ferran Nadeu

La energía limpia está de moda y todos los grupos la ofrecen a sus clientes ¿Se puede vivir del combustible fósil y ser verde a la vez?

No, claro que no. Es cierto que lo verde vende y es una cosa que nos hace mucha gracia. Miras las publicidades y todo el mundo produce energía 100% limpia, pero en España solo existe ese 39% de renovables que le decía antes. Alguien tiene el 61% que aún queda, pero nadie lo admite. No se puede ser verde y no verde a la vez. Nosotros empezamos hace diez años con esta orientación y ahora todo el mercado apunta hacía ahí, pero no todo es verde de verdad.

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Permítame explicarle que existen dos mercados diferenciados. Por un lado está la generación centralizada [una o varias empresas crean la energía en grandes plantas y la distribuyen después al usuario final], donde sí abundan desarrollos solares y eólicos. En este segmento estamos viendo a muchos operadores salir a bolsa y quizá haya un sobrecalentamiento de algunas renovables cotizadas.

Por otro lado, está la generación distribuida (procedente de instalaciones interconectadas a la red eléctrica donde un usuario produce energía limpia para consumirla en su inmueble). En nuestro caso transformamos los metros cuadrados de energía solar, que están justamente en el sitio donde se consume, en energía 100% verde. Ahí no existe ningún componente especulativo.

Ahora bien, ¿necesitamos la generación centralizada porque vemos que lo óptimo es una combinación de centralizada y distribuida? Sí. Pero ¿toda la centralizada que está ahora instalada o en proyecto? Puede que no.

¿Qué papel juegan los fondos europeos en este escenario?

Todo lo que estábamos hablando se va a acelerar con la llegada de los fondos europeos, que son una noticia sensacional y un acicate para la transformación energética, verde y digital. Estamos poniendo sobre la mesa la posibilidad de cumplir los protocolos de 2050 el día que queramos.

Así se lo he explicado yo misma al propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La revolución de los tejados llegará, la duda es a qué velocidad. Cuanto más rápido lo hagamos, mas pronto veremos los beneficios de esta transformación para las familias y para el conjunto del país.

El 1 de junio entra en vigor la nueva factura de la luz, con varios tramos, precios y potencias. ¿Esta complejidad puede beneficiar a compañías que operan principalmente con una tarifa garantizada, como Holaluz?

Está claro que vamos a vivir un buen lío regulatorio en la factura por el cambio en los peajes. Como dice, en el caso de los clientes de Holaluz no notarán nada. A nosotros sí nos afecta por la parte de nuestros proveedores, que son los distribuidores de energía y cuya gestión ahora será más compleja.

Pero eso es un problema nuestro con un proveedor. Al cliente no le cambia nada. Es igual que si tu compras un paquete en Amazon. A ti te da igual los problemas que ellos puedan tener con sus transportistas. Amazon te asegura la llegada del paquete, con el precio convenido y a la hora pactada. Nosotros haremos exactamente lo mismo, aunque obviamente supone un esfuerzo en tecnología y desarrollo y en gestión interna muy grande. Pero lo hacemos convencidos y obsesionados de que el cliente no notará nada, de que será neutro para él.

En cambio, los que están en el mercado regulado sí tendrán que esforzarse en entender qué son esos tramos, cuáles son sus precios, cuánto me han cobrado y cuánto sube la factura porque el peaje subirá… Veremos qué pasa y si nos beneficia o no.

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Imagínese con sus socios, nuevamente en un bar, pero dentro de diez años. ¿Cómo será Holaluz?

Diez años son muchos. Nuestros planes estratégicos son a tres años. Pero sí le diré que a largo plazo veo a Holaluz siendo un referente a nivel mundial. Una compañía que genera valor desde la ejecución salvaje de sus principios: poner a las personas en el centro, innovar en nombre de los clientes, hacerlo todo con el fin de mejorar el planeta y crear una compañía donde los empleados se puedan desarrollar hasta lograr su mejor versión.

Eso es una de las cosas que más ilusión me hace, que a nosotros nos vaya bien de manera transaccional, que ganemos dinero y que la acción tenga un recorrido de crecimiento (y todavía lo debe tener mucho mas). Hay gente que cree que tener valores solo es posible cuando la empresa gana dinero y lo puede pagar. No fue así en nuestro caso. Lo hicimos desde el minuto uno y eso nos ha servido para atraer a inversores que tienen en cuenta estas métricas. 

Contra la trampa 'superwoman'

Usted es presidenta ejecutiva de Holaluz y madre de tres hijas. ¿Le resulta fácil conciliar?

Es sencillo si existe voluntad. Cuando nosotros creamos la empresa lo hicimos con una visión de horarios cien por cien flexibles. De hecho tenemos hasta una guardería en la oficina, donde no hay despachos. Nuestra gestión es cien por cien por objetivos, que se establecen a final de año de cara al ejercicio siguiente. Son objetivos anuales, que luego se traducen en metas trimestrales y semanales.

No contamos los días de vacaciones, ni los horarios. Ahora lo hace mucha gente. Cuando a los empleados les das un contexto en el que pueden ejercer su libertad de manera responsable y adulta, todo sale rodado. Necesitamos gente potente, que trabaje con autonomía, criterio y responsabilidad. Con esas herramientas, integrar los distintos ángulos de tu vida personal y profesional es muy fácil.

No es que yo sea una superwoman, de hecho esa es una trampa en la que las mujeres no debemos caer. Si puedes llegar a todo es porque tienes flexibilidad y confianza en tu responsabilidad, en tu capacidad de trabajo y en tu entrega. Si yo como empresa te tengo que fiscalizar... ¿qué relación es esta? Y como reflexión final, diría que en la vida se pueden hacer muchas cosas, que un día da para mucho.

¿Le gustaría que sus hijas siguieran su ejemplo y se dedicaran a la empresa?

Harán lo que ellas quieran. Solo confío en haber sembrado en su corazón las ganas de hacer un mundo mejor desde el ángulo que les parezca

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