Los retos de la I+D+i en España: solo representa el 1,2% del PIB
Redacción BYZness
Información elaborada por los redactores de BYZness
La innovación ha revelado su potencial durante la crisis del COVID-19, no solo para la investigación sanitaria, sino también para readaptar las tecnologías en las empresas que quieran recuperar su actividad y competir en la ‘nueva normalidad’.
Sin embargo, el sistema de I+D+i en España sufre tres grandes problemas: su pequeña dimensión, la baja implicación del sector empresarial en su ejecución y financiación y la falta de colaboración entre universidades, Administración y empresas para desarrollarla, según explican los autores del informe ‘COVID-19: Ivie Express’ Javier Quesada, Matilde Mas y Jimena Salamanca.
En cuanto a la dimensión, los expertos señalan que en el caso de España el peso de la inversión en I+D sobre el PIB era en España del 1,2% en 2018, frente al 2,2% que supone la media de la UE-27 y muy por debajo de potencias como Estados Unidos (2,8%) o Japón (3,2%). Uno de los indicadores que mide el grado de transmisión de resultados de la I+D+i al tejido productivo es el número de patentes registradas, que en se sitúa en 36 patentes por cada millón de habitantes, solo una tercera parte de la media europea (107 patentes).
De acuerdo con el estudio, la innovación debe estar más presente en la actividad productiva de la economía mediante la incorporación de contenido de I+D+i en los bienes y servicios producidos por las empresas y con el desarrollo de nuevos sectores más tecnológicos. Porque según el informe, en España el peso de la inversión privada en I+D representa el 56,5% del total, una cifra muy inferior a la media europea (66,4%) y a la de otros países de referencia, como EEUU (73,1%) o China (77,6%).
Por último, el tercer reto se refiere a la mejora necesaria en la cooperación entre agentes e instituciones responsables del impulso a la innovación. Empresas, Administraciones públicas y centros de I+D+i (universidades, institutos de investigación y centros tecnológicos) no integran suficientemente sus objetivos y, de esta forma, se limita el potencial que podría tener la I+D+i.
El informe concluye que la inversión en I+D+i va a desempeñar un papel creciente en el nuevo horizonte económico post COVID-19. Sin embargo, “sin un mínimo nivel de inversión y una mayor integración entre los agentes que generan I+D será difícil que España pueda aprovechar las oportunidades que aparezcan en los próximos años”, afirman los autores.
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