DÍA INTERNACIONAL DE LA FELICIDAD

La economía de la felicidad o cómo ir más allá de los elementos monetarios

Este miércoles se celebra el Día Internacional de la Felicidad. Un sentimiento que muchos ciudadanos se marcan como objetivo. De hecho, la felicidad está en todos los aspectos del día a día y la economía de la felicidad lo demuestra.

Este miércoles se celebra el Día Internacional de la Felicidad. Un sentimiento que muchos ciudadanos se marcan como objetivo.

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Marta Gracia

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La felicidad es una meta que muchos ciudadanos quieren conseguir. La felicidad completa es imposible conseguirla o por lo menos muy difícil. Pero lo que para muchos es la felicidad completa, para otros simplemente es un escalón más. Este miércoles se celebra el Día Internacional de la Felicidad y hay que saber que la economía también está implicada en ella, si se va más allá de los elementos monetarios.

La economía de la felicidad es un concepto que está muy relacionado con ganar en calidad de vida y bienestar. No se trata de mejorar nuestro sueldo o nuestros beneficios, si ello conlleva descuidar otras facetas de nuestra vida. “Si trabajamos 12 horas diarias para que nuestra empresa aumente su facturación, pero no tenemos tiempo para dedicar a nuestra salud, a nuestra familia, a nuestro ocio… no seremos felices, por mucho éxito que alcancemos en lo profesional”, explica Aritz Urresti, CEO de goalboxes.com, experto en Productividad.

Para Mariano Urraco, profesor de CEF-Udima, la economía de la felicidad consiste en la "tendencia" a introducir, dentro del cálculo económico, el "factor felicidad", es decir, ir más allá de los elementos puramente económicos para cuantificar otras cuestiones que también han de tenerse en cuenta a la hora, por ejemplo, de medir el nivel de desarrollo "integral" de un país.

Se puede señalar que la felicidad radica en llevar una vida equilibrada en todas sus facetas: en lo profesional, en lo personal, en la salud, en lo ético y espiritual. “Es difícil conseguirlo, porque a lo largo de nuestra vida (y a nivel general) se nos inculcan una serie de valores que apuestan por priorizar determinados aspectos, como el profesional por encima de nuestra vida familiar. Es importante romper estas barreras mentales si queremos ser felices”, apunta Urresti.

Asimismo, explica que economía y felicidad deben ir de la mano. “Metodologías como las que enseñamos en goalboxes para ser felices son aplicables al entorno económico. Están basadas en una estructura piramidal cuya cumbre es la consecución de un objetivo concreto”,  añade. Y asegura que hay que saber gestionarnos mejor, “ser más productivos para que no seamos esclavos del tiempo y de las prisas. Son útiles para hacer críticas constructivas que nos ayudan a mejorar, pero también a anticiparnos a los problemas".

¿La felicidad tiene que estar en las políticas?

Mariano Urraco afirma que la acción política debería ir más allá del mero cálculo económico, introduciendo otros elementos que debieran ser tomados en consideración a la hora de tomar una decisión. “Por ejemplo, en ese sentido, los factores medioambientales (que son parte de "la felicidad", pero no solo de ella), han de introducirse en cualquier ecuación de coste/beneficio. Igual sucede con el bienestar de las personas (concepto asociado con el que venimos señalando de "felicidad"), que debería ser la guía última de orientación de las políticas públicas”, ejemplifica el profesor. Sin embargo, advierte que el riesgo es que la definición de felicidad no esté consensuada y “las acciones se encaminasen hacia la felicidad de unos (y no de todos) o, directamente, hacia una versión falsa y desvirtuada de felicidad”.

Por su parte, Aritz Urresti explica que trabajando la felicidad también mejoramos nuestra productividad. Es una buena vía para mejorar a nivel personal, pero también a nivel de empresa. “Está demostrado que cuando cualquier organización consigue mejorar la calidad de vida de sus empleados y amplía su grado de satisfacción, su rendimiento es mucho más alto”, recuerda el CEO de goalbox.es

No obstante, reconoce que la felicidad de la ciudadanía esté en la agenda de los gobiernos es difícil, ya que un Gobierno debe cumplir con multitud de obligaciones que no siempre generan un bienestar inmediato. También responder ante un número muy elevado de ciudadanos con necesidades y aspiraciones enormemente diversas. “El grado de felicidad de las personas es muy subjetivo y está sujeto a multitud de factores que no siempre están relacionados con el clima político y económico en el que se mueven”, apunta, aunque señala que los políticos deben escuchar a la ciudadanía.

¿Es positivo monetizar la felicidad?

Sin embargo, tal y como apunta Urraco, el reverso tenebroso de esta tendencia es que, al mismo tiempo, se está "economizando la felicidad, en el sentido de que se trata como algo que se puede medir, objetivar, pesar, introduciendo, por lo demás, un carácter obligatorio a lo que no dejan de ser sentimientos personales”. Y añade que esta tendencia, en ese sentido, “es un tanto perversa”, por cuanto reduce el sentimiento humano a una ecuación y obliga a los seres humanos a buscarla o conseguirla, produciéndose una invasión por parte de la economía de la esfera global de vida humana.

El profesor de CEF-Udima explica que la economía debería ser una herramienta para lograr la felicidad, pero, matiza que no debería producirse una "colonización" de la vida humana y de todas las esferas de la vida social por parte de la economía. Asegura que te puedes sentir más rico si eres feliz, pero advierte que también más feliz si eres más rico. “Puede esconderse una justificación de la pobreza si se dice que se es más feliz sin dinero, como si la reivindicación de un mundo sin las preocupaciones que da el dinero fuera una liberación para el ser humano, en lugar de ser una forma de desposesión”, concluye.