LOS INICIOS DEL DIARIO EN LA PRIMERA REDACCIÓN
El Partenón en un piso del Eixample
El Periódico nació en un local casi sin acondicionar. En aquel universo de humo, ruido, pasillos intrincados y ansiedad se gestaron los primeros números
'El Periódico' nació en un piso del Eixample, en la esquina de Diputació y Roger de Llúria, junto al edificio de 'El Noticiero Universal', el vespertino en cuyos talleres iba a imprimirse el nuevo diario. Era un espacio casi sin acondicionar, con pasillos intrincados, tabiques sobrantes y solo dos amplias salas, una cuadrada y otra rectangular, en las que se instalaron las mesas de la Redacción y dos despachos para los subdirectores. Pero, para llegar al despacho del director, al fondo a la izquierda, las visitas tenían que atravesar toda la Redacción.
En ese pequeño universo de ruido, humo, ansiedad y compromiso elaboraron los primeros números los periodistas del equipo fundacional, procedentes en su mayoría del 'Diario de Barcelona', de 'Mundo Diario' y de diversas publicaciones del Grupo Zeta. El primer número salió a la calle el 26 de octubre de 1978, pero los redactores habían empezado a trabajar a mediados de agosto y antes de la salida oficial se habían impreso varios números cero (de prueba), al menos seis entre los días 10 y 24 de octubre.
Novedades en el periodismo catalán y español
En esas jornadas de rodaje, el staff y los redactores se dedicaban a discutir y a asumir las numerosas novedades que el diario iba a aportar al periodismo catalán y español. En primer lugar, la sección Tema del Día, posiblemente la innovación más imitada, que ocupaba la página 3, con una sola página al principio, pero que se fue ampliando a varias más cuando las necesidades informativas lo requerían. En la página 2, bajo el epígrafe de Casi todo, se concentraba otra de las vocaciones fundacionales del diario, la sección de servicios, donde se facilitaban al lector informaciones útiles y una agenda para no perderse los principales acontecimientos que se celebraban en la ciudad.
Estas dos secciones resumían lo que en el editorial del primer número no podía explicarse mejor. El diario se proponía informar de «lo grande y lo pequeño, lo trascendente y lo fugaz, lo serio y lo ameno». El editorial, esa pieza sin firma en la que se expresa la opinión del periódico-institución, también traía novedades porque no iba a ser diario, como se acostumbraba en la inmensa mayoría de los periódicos, sino alternante. Habría editorial cuando las circunstancias informativas lo hicieran imprescindible. En el número dos, por ejemplo, no lo hubo, pero sí en el tres, y después desapareció en bastantes ediciones antes de convertirse en una pieza fija cuando las páginas de opinión, al principio ubicadas en el medio del ejemplar, adquirieron mayor importancia y se colocaron inmediatamente detrás del Tema del Día. El editorial llegó pronto incluso a la portada, el 6 de diciembre, día de la aprobación de la Constitución en referéndum, junto al título «Adiós, Franco, adiós». Y más adelante hubo hasta dos editoriales diarios, como el 30 de diciembre, uno dedicado a Adolfo Suárez y otro al Estatut.
Los debates en la Redacción se centraron asimismo en otra de las novedades de 'El Periódico', la publicación de numerosos billetes (artículos breves, cuyo nombre procede de un articulito-pincelada que Le Monde publicaba cada día en portada) en todas las secciones y casi en todas las páginas. El del Tema del Día estaba reservado a Manuel Martín Ferrand, pero escribían también Emilio Romero, Manuel Vázquez Montalbán, Montserrat Roig, Cándido, Jorge Semprún, Pedro Altares, Lalo Azcona, Alfonso S. Palomares, Margarita Rivière, Álex J. Botines y José María García, entre otros. Además de abundante, era un abanico ideológicamente muy amplio, que llegó a ser calificado de El Partenón, por la cantidad de columnas que contenía.
Separar la política de la vida cotidiana
Otro de los objetivos del diario era separar las noticias de política de las de la vida cotidiana –al principio no, pero más adelante nació la sección Cosas de la Vida, que sería también muy imitada--, y por eso las secciones políticas llevaban apellido: España Política y Catalunya Política. El resto se llamaban Internacional, Sociedad, Catalunya Comarcas, Dinero / Trabajo, Deportes y Espectáculos.
En esos días de tensión y esperanza, los redactores debían acostumbrarse a otras novedades menores, pero que complicaban bastante el trabajo. Con el objetivo de dar al lector información breve, destilada, personalizada y amena, cada sección, por ejemplo, acogía unos recuadros con títulos como Extranjeros, en Internacional; Españoles, en España Política; Ciudadanos en Catalunya o Comarcas; Deportistas, en Deportes, y El Reparto, en Espectáculos.
El Periódico salió con una divisa contenida en el primer editorial: «No buscamos ni un periodismo elitista cargado de sobreentendidos ni un periodismo amarillo que falsee los datos». El éxito fue inmediato. En el primer año, la difusión superaba ya los 50.000 ejemplares y en los siguientes no paró de crecer.
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