Salma Hayek, a puntito de morir en casa por covid: no quiso ir al hospital

Mucha precaución.

Salma Hayek, a lo Sofía Vergara

Espectacular.

/ Jordan Strauss

Cada persona es libre de decidir si contar o no que ha pasado el coronavirus, pues igual que ocurre con el resto de enfermedades del mundo, en lo que a cuestiones de salud se refiere puedes elegir guardarte el diagnóstico para ti, siempre y cuando cumplas con las medidas de seguridad oportunas. Sin embargo, cuando eres famosa y decides hablar abiertamente de ello son muchas las posibilidades de convertirse en blanco de todas las críticas, y más si entre susto, y muerte, eliges lo segundo con tal de no ir al hospital como hizo Salma Hayek.

Hasta ahora la actriz no había querido desvelar que contrajo el coronavirus el año pasado y tuvo que pasar siete semanas aislada en una habitación de su casa de Londres para no contagiar a su marido François-Henri Pinault ni a su hija de 13 años, Valentina.

Ahora que ha hablado abiertamente de ello, la mexicana ha asegurado que experimentó síntomas muy fuertes y, en un momento dado, tuvo que administrársele oxígeno debido a lo mucho que le costaba respirar. De hecho, su situación empeoró tanto que llegó a temerse por su vida, pero ella se negó en todo momento a que la ingresaran. "Mi médico me rogó que fuera al hospital porque estaba muy mal. Le dije: 'No, gracias. Prefiero morir en casa", ha desvelado en una entrevista concedida a la revista 'Variety', en la que también explica que en la actualidad aún no ha recuperado su energía habitual.

En esta entrevista también ha hablado de un amigo inesperado del que se hizo inseparable durante esas siete semanas de aislamiento y con el que todavía se monta sus 'fiestas de pijamas' cuando su marido no está en casa. Y es que, como a lo largo de su lucha contra la enfermedad, la mexicana no pudo ver a nadie, tuvo por toda compañía al búho de color blanco llamado Kering (en honor al imperio de su marido que, por si no lo sabes es el dueño de empresas de lujo como Gucci, Yves Saint Laurent o Bottega Venetta, entre otras) al que rescató tras ver un anuncio que buscaba familias de acogida para estos animales.

No cuesta demasiado imaginar que fue en ese período de tiempo cuando se volvieron inseparables y, desde entonces, el pájaro duerme en la misma habitación que Salma cada vez que François-Henri Pinault se encuentra de viaje.

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