Patricia Conde tuvo que pedir no vestir sexy en 'El Informal'

Si pensamos en los programas de televisión que marcaron una época en España, El Informal (se emitió desde 1998 hasta el 2002) es uno de los que inevitablemente viene a la memoria. Un espacio ácido, ágil y con un humor rompedor para su tiempo que terminó por convertirse en un referente para toda una generación. 

Pero más allá de los sketches y las parodias, el programa también escondía entre bastidores algunas dinámicas que hoy, a más de 20 años de distancia, se pueden analizar con una mirada más crítica. Una de esas historias la protagoniza Patricia Conde, quien sorprendía recientemente al revelar que tuvo que pedir expresamente no vestir sexy durante su paso por el programa. La vallisoletana así lo contó en una entrevista en ‘El Hormiguero’, el programa de Antena 3 presentado por Pablo Motos, quien le preguntaba directamente por este hecho. Es decir, por si alguna vez había que tenido que vestir sexy en el trabajo. 

“Si el día de mañana tengo que hacer una película y el guion lo requiere porque está justificadísimo, eso es otra historia diferente a si soy una reportera mostrando mi personalidad así vestida. Me moriría de vergüenza y creo que no es necesario. Con 18 años ya estaba discutiendo estas cosas”, aseguraba Patricia Conde, quien asegura que elevó sus quejas para no tener que vestir con vestidos cortos y escote. “Se pueden decir las cosas de mil maneras, pero si las logras decir de manera educada y respetas a los demás, así es como te respetarán”, sentenciaba, afirmando que no hubo represalias al decir que no deseaba vestir así. 

La presentadora ya actriz logró, hablando con los directivos de dicho programa, que se cambiase la recomendación de vestuario que se le había puesto a la hora de contratarla. De esta forma, la presentadora conseguía dar un paso de gigante para las mujeres, y eso que apenas había cumplido la mayoría de edad. Patricia Conde tuvo la lucidez, también la valentía, de decir que no. En un contexto en el que pocas mujeres jóvenes se atrevían a desafiar las órdenes que venían desde arriba, su negativa a ser sexualizada cobra hoy un valor aún mayor.