Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, separados por una cuestión de celos

Al parecer la relación ya hacía aguas desde hace un tiempo. 

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en una iglesia
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en una iglesia / GTRES

Isabel Preysler confirmaba en unas breves declaraciones concedidas a la revista ¡Hola! el fin de su relación sentimental con el escritor Mario Vargas Llosa, a quien le unían casi ocho años de relación. Los rumores sobre una posible crisis en su historia de amor venían circulando desde hace meses, sobre todo a raíz de las visitas, más frecuentes de lo habitual, que hacía el Nobel peruano a su piso del centro de Madrid. Sin embargo, ambos negaron con rotundidad los supuestos problemas en su relación en sus últimas apariciones públicas, hasta ahora.

La madre de Enrique Iglesias no ha ofrecido más detalles sobre el contexto en que se ha producido la ruptura, como se puede leer en los mensajs que ha publicado el citado medio. "No quiero dar ninguna declaración más y agradezco a los amigos y medios de comunicación que nos ayuden tras esta decisión", se ha limitado a comentar la socialité. No obstante, la revista ya ha iniciado las correspondientes indagaciones para señalar algunos factores que habrían provocado la separación.

Además de hace referencia a un desgaste progresivo y natural de su relación, fuentes del entorno de Isabel atribuyen al carácter supuestamente celoso de Vargas Llosa, uno de los motivos clave para entender esta ruptura. La pareja habría protagonizado diversas discusiones últimamente, y tras la última de ellas, ocurrida a mediados de diciembre, el escritor habría optado por abandonar la casa que Isabel tiene en el distrito madrileño de Puerta del Hierro para instalarse definitivamente en su piso del centro de Mardrid.

A esos celos, completamente "infundados" según la revista, se une una creciente incompatibilidad derivada de sus respectivos trabajos y responsabilidades. Se desconoce si el reciente regreso de Tamara Falcó a casa de su madre, motivado por el mediático fin de su compromiso matrimonial con el empresario Iñigo Onieva y los preparativos del ático al que se mudará próximamente, podría haber agravado una convivencia que, siempre de acuerdo con fuentes del entorno de Isabel, ya se había vuelto prácticamente insostenible.

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