'La casa fuerte' no huele a rosas, y Maite Galdeano es la responsable

Si oyes un ruido, ya sabes quién ha sido.

Maite Galdeano con bocadillo: "Mejor fuera que dentro"
Maite Galdeano con bocadillo: "Mejor fuera que dentro" / La casa fuerte

Si hay algo que se escucha fuertecito, alto y claro en 'La casa fuerte' son los gases de Maite Galdeano. Una cuestión natural como la vida misma que ella se ha llevado al lado más 'obsceno' posible. Y ha acabado incomodando a algunos de sus compañeros. Pero es que la pamplonica es experta en hacer rabiar y reír a sus compañeros. Eso es así.

El cambio al lado de los 'asaltantes' no le ha sentado muy bien a la concursante. Dormir en la colchoneta, la suciedad de la cocina, las ranas y sus sonidos... Está un poco molesta con la situación, o al menos es la impresión que da. Pero eso no le ha impedido hacer una de las suyas y tirarse un pedo en el café de Yola Berrocal. Una acción innecesaria que le ha dado un cambio de percepción sobre su persona a sus compañeros.

Mientras la afectada por la flatulencia se ha quejado, Iván ha aclarado que él no toleraría esa situación: "Si lo hace en mi café, no me controlo. Yo pierdo los papeles porque, además, creo que esta mujer hace las cosas queriendo". Con la comida y con el desayuno no se juega.

Esto ha sucedido en los primeros minutos del intercambio: "¡Me he tomado un café y estoy como una radio!" adelantaba Maite, refiriéndose a los gases. Más tarde ha ha explicado sus motivos: "Perdón, perdón, es para que os vayáis acostumbrando a los sonidos que hago, o que hace mi cuerpo".

Maite Galdeano en 'La casa fuerte'.
Maite Galdeano en 'La casa fuerte'. / La casa fuerte

No obstante, puede que los sonidos más molestos que haya hecho la exgran hermana (que casi se ahoga en la piscina cumpliendo con una de las pruebas del 'reality') han sido los nocturnos. Al parecer es una persona que se activa por la noche y le han entrado muchas ganas de hablar con sus compis... Hasta que el resto de concursantes le ha cortado el rollo dándole las buenas noches. Algo que no le ha impedido levantarse la primera para poner la cocina en orden, ¡menudo terremoto!

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