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Violeta Mangriñán, medio arrepentida de su casa en Valencia

La 'influencer' está un poco rayada porque se arrepiente de haberse mudado a Valencia.

Violeta Mangriñán en un evento

Violera Mangriñán con bocadillo.

/ Agencia Gtres

Hay decisiones que tomamos en la vida y que pueden ser definitivas para nosotros, hasta el punto de que pueden cambiar el transcurso de nuestros días y que pueden afectarnos para bien o para mal en nuestro ánimo. Una de ellas, y quizá la más importante después de tener hijos y comprarse un coche, es la de adquirir una vivienda, ya que después de conseguir todos los préstamos necesarios para comprarla, quizá no nos convenza como teníamos pensado.

Es lo que le ha sucedido a Violeta Mangriñán, que a principios de año cumplió uno de sus sueños, el de hacerse con una casa para comenzar una nueva etapa junto a su pareja Fabio Colloriccio, en lo que se llamó la 'Villa Favioleta' de Valencia. Esto sucedió unos años después de estar viviendo en Madrid, lejos de su familia, de modo que volvía a sus tierras para estar un poquito más cerca de sus padres, su hermana y sus amigos.

Lo cierto es que entonces le pareció una idea extraordinaria, porque así retomaba el contacto con sus raíces, pero, tras el nacimiento de su primera hija, Gala, Violeta parece haber cambiado de opinión y ha reconocido que no es todo oro lo que parece, porque hay un factor muy importante en sus vidas que a veces están muy bien pero otras no tanto para conciliar la vida familiar: los viajes.

"Amo Valencia, amo vivir aquí y amo mi casita aquí, pero veremos hasta cuándo aguanto viviendo en el AVE. En mi cabeza los números quedaron muy bien, pero en semanas como estas de viajar y sin parar más la regla, mi cabeza se replantea si tomó la decisión correcta al mudarse", ha comentado en una Historia de Instagram, donde ha compartido fotos de lo que parecen ser interminables viajes por trabajo.

Con carilla de pena y hasta nos atreveríamos a decir con los ojos llorosos, Violeta ha querido así abrirse a sus 'followers' porque estaba un poco sensible. "No me tengáis en cuenta nada de lo que diga, pero hoy me siento así y necesitaba compartirlo", ha comentado, reconociendo que cuando comenzó a construir aquella casa todo en su vida era un poco diferente. "No tenía una hija, ni tenía pensado ser madre a corto plazo, por lo que el hecho de viajar continuamente no era algo que me preocupase", ha añadido.

Pero, claro, "la película ha cambiado" y con la llegada de la pequeña Gala todo ha dado un giro de 360 grados. "Ahora, cada vez que salgo por la puerta, aunque sea por un buen motivo, mi corazón se queda en casa. Por suerte aún no es muy consciente. El día que me diga 'mamá, no te vayas, ahí sí que voy a palmar", ha matizado, teniendo toda la razón del mundo. Ays.

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