Olvida el 'brunch': la quedada con amigas ahora es el 'drunch'
Lo que tu madre llamaba siempre 'meriendacena' pero en versión cuqui.
El truco secreto para localizar el mejor restaurante con Google

Desde hace unos años, el llamado brunch entró en nuestras vidas como algo perfectamente común. Quedar para desayunar fue desbancado por el moderno brunch, que viene a ser un desayuno-comida entre las once de la mañana y la una de la tarde, con alimentos tanto dulces como salados y especialmente interesante para los detractores de madrugar. Esta moda, importada de Estados Unidos, puede parecer un desayuno fuerte o solo un tentempié. Sin embargo, está más que asentada en ciudades como Barcelona o Madrid.
Un buen brunch ha de incluir platos fríos y calientes. Algunos de los básicos son los huevos benedictinos, gofres, tortitas, tostadas con aguacate, yogur con fruta, sándwiches y bagels. Todo en cantidades generosas. A esto se añaden zumos de fruta fresca, smoothies, cafés y tés, y para los más atrevidos algún cóctel como el Bloody Mary o la mimosa. Un homenaje al desayuno sin tener que levantarse temprano que no suele bajar de los 20 euros.
Más allá del brunch: el drunch... O 'meriendacena'
Ahora que esta nueva hora de comer se ha instaurado en España, ha aterrizado otra novedad: el drunch. Igual que el brunch es una síntesis de 'breakfast' (desayuno) y 'lunch' (almuerzo), el drunch lo es de otras dos palabras, 'dinner' (cena) y 'lunch'; aunque hay quien afirma que proviene de 'drink' (bebida) en lugar de 'dinner'. Sea como fuere, sería una especie de merienda-cena a la española a la que se añade el alcohol sin ningún tipo de contención y que suele organizarse en los afamados rooftop.
Suele estar compuesto de raciones más pequeñas, canapés, sándwiches, pinchos... Dulce y salado. Su objetivo es compartirlo con amigos o compañeros de trabajo después de la jornada y alejado de los formalismos de la cena. El alcohol tiene una mayor cabida que en la tendencia mañanera. Aunque en España encontramos similitudes con tradiciones que como las tapas, la merienda-cena mencionada anteriormente o el llamado tardeo, el drunch tiene algo diferente que empieza a llamar la atención.
La ciencia lleva advirtiendo varios años sobre los beneficios de cenar más temprano que a las nueve o las diez de la noche, la hora más común de hacerlo en España. Quizá el drunch sea una primera vía para cambiar eso y ayudar al cuerpo con la digestión. O tal vez sea un acercamiento al resto de ciudadanos europeos que no encuentran restaurantes abiertos a su hora de la cena, a veces hasta cuatro o cinco horas antes que la española.
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