La cerámica española que está arrasando

Para descubrir el secreto pospandemia del éxito de la cerámica española, hablamos con Irene Durán Navarro, PITUAR.

Piezas de cerámica de PITUAR
Piezas de cerámica de PITUAR / D.R.

Este extraño caos vivido en los últimos tiempos, un largo confinamiento global, el distanciamiento social y familiar, la deshumanización en algunos casos, y tantos acontecimientos inesperados... han despertado nuestra necesidad de sentir, de expresar y crear. Y con ello aprender a apreciar mucho más el trabajo de todos aquellos artesanos que dedican su vida a crear magia para el deleite visual del ser humano.

La cerámica, sin duda, además de crear productos funcionales, decorativos y duraderos, es un arte de expresión y comunicación de emociones.

La cerámica española posee una reconocida fama en el extranjero a través de grandes empresas como Lladró, La Cartuja de Sevilla o Sargadelos. Pero al lado de estas empresas más comerciales, cada vez emergen más artesanas ceramistas españolas deseando transmitir su pasión, que destacan tanto en el diseño como en la practicidad y belleza de sus productos. Hoy, vamos a conocer a una de ellas, Irene Durán Navarro, conocida en el mundo de la cerámica como PITUAR.

Irene, ¿cómo definirías la cerámica?

Diría que la cerámica es un punto de encuentro entre el pasado, el presente y el futuro.

¿Cuándo y cómo empezó tu afición por la cerámica?

Siempre me ha atraído la cerámica, tocar las formas, sentir la suavidad de los esmaltes; abrazar la pieza con mis manos para reconocer su identidad y repasarla con mis dedos una y otra vez, es algo que siempre he hecho al acariciar este material. Desde que tengo uso de razón he tenido una conexión especial con esta materia, es como si al sostener el barro con mis manos la pieza hablara. Además, mi afición a la fotografía y la necesidad de atrapar el espacio y la luz me llevó al mundo de la pintura de porcelana, pero tener un esmalte ya predeterminado frenaba la imagen que tenía en mi cabeza y sentí la necesidad de formar el soporte de cero.

Pieza de cerámica de PITUAR
Pieza de cerámica de PITUAR / D.R.

¿Dónde aprendiste a crear cerámica?

Busqué donde formarme en Madrid y encontré un sitio maravilloso en el taller de Marphil donde a día de hoy he creado mi propio espacio, allí Merche Serna me permitió aprender en distintas disciplinas. Durante el confinamiento por la pandemia seguí formándome online, fundamentalmente en Argentina donde hay una gran tradición cerámica. Actualmente continúo mi aprendizaje de torno con Cesar Torres, además de distintos monográficos con grandes profesionales como Miguel Molet o Javier Arana. Para mí la formación es algo constante, interminable y absolutamente necesario.

¿Qué materiales sueles usar? ¿Qué hace tu técnica especial?

He probado casi todos los materiales, no me decanto por ninguno en especial, cada materia tiene su destino preciso, es necesaria la diversidad para poder construir con calidad. Gres, loza, porcelana… todos aportan su nobleza si se usan de forma correcta.

Intento aunar en mi técnica las maneras, usos y gestos de todos los ceramistas con los que comparto momentos y de los que siempre aprendo algo.

¿Cuál dirías que es tu punto fuerte?

Sin duda el hambre de aprender y la resiliencia, no se puede ser ceramista sin tener estas cualidades. El barro, con su fuerte carácter, y el horno, que termina las piezas y tiene la última palabra, te colocan en tu sitio sin piedad una y otra vez.

¿En qué proyecto estás trabando ahora?

Por los tiempos que marca el propio barro, nunca trabajo en un solo proyecto, necesito llevar varios a la vez, ahora tengo mi energía bastante puesta en el estudio de las formas, flores, esculturas…

¿Por qué es tan importante la cerámica para ti?

No sabría definirlo, la cerámica forma parte de mi vida, es algo que nace en mí con fuerza y que no sé explicar con claridad.

¿Qué te inspira para realizar tus obras? ¿Dónde encuentras la inspiración a la hora de trabajar?

La naturaleza, la conexión con la tierra y la vegetación, me hacen vibrar especialmente, los olores, las texturas de los árboles, la riqueza de sus colores y ver como la vida brota y se abre paso una y otra vez en los lugares más recónditos y menos favorables. La naturaleza, más que inspiración, es una necesidad. También me inspira la fotografía, sobre todo en la que toma especial protagonismo el espacio y la luz, la luz es algo que me obsesiona desde pequeña, en todos mis recuerdos, incluso en los primeros, puedo ver perfectamente la luz que había en cada situación. Además, me sugieren mucha belleza las mujeres curtidas por el paso del tiempo, capaces de trabajar hasta la extenuación por sacar adelante a sus familias, trabajadoras incansables, héroes de su propia casa y seguramente sin reconocimiento; encuentro mucha perfección en sus arrugas, en sus ojos velados por el paso del tiempo, en su silencio asumido, ahí hay mucha sabiduría que me anima a seguir.

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