Adara Molinero recibe a sus dos hombres en Guadalix
Y las cosas no han quedado nada claras.

'Gran Hermano VIP' ya tiene finalistas y la cosa se ha quedado entre Adara Molinero, Alba Carrillo (33), Noemí Salazar y Mila Ximénez después de que Estela haya salido por la puerta "grande" (chistaco fácil). Pero más allá de saber cuál de ellas podría ser la ganadora del concurso, la noche nos ha dejado el enfrentamiento del triángulo amoroso más complicado de la televisión, cuando Hugo Sierra y Gianmarco Onestini han visitado a Adara en la casa de Guadalix.
La exazafata ha conseguido tener uno de los momentos que más anhelaba y era un cara a cara con el padre de su hijo para ver si así se aclaraba un poco, sin embargo no ha salido nada en claro de esta noche. Cuando ha visto a su chico, se le ha iluminado la cara y con todo y los nervios, ella intentaba explicarle que no había podido controlar sus sentimientos y que lamentaba haberle hecho daño. Pero había una pregunta que para ella era vital y se la ha repetido en varias ocasiones: "¿tú te has dado cuenta de cosas de cuando estábamos juntos?"
Él ha sido súper comprensivo y le ha dicho que la ama y que la espera afuera (eso sí, de la demanda no ha dicho ni una palabra y de la entrevista que dio, tampoco), mientras que ella ha insistido en que necesita tiempo y una conversación cuando salga de la casa. Después se han despedido con un morreo que nos ha dejado sin respiración y a Gianmarco, que era testigo de todo desde una habitación contigua, tirado por los suelos.
Cuando todavía no recuperaba el aliento ha entrado el italiano ha exigirle una respuesta. Él no paraba de preguntar si debía esperarla y ella en shock solo atinaba a decir "no lo sé" y le pedía que le diera un poco de tiempo. El chico quería salir de ahí cantando "Cuando Zarpa el Amor" y lo único que ha conseguido es "Haz lo que tú sientas" (aplausos). ¡Ains! nos estaba dando agobio con tanta insistencia y al final la decisión es solo suya.
No sabemos con quién se quedará cuando salga de la casa, pero los dos han jugado sus cartas: uno la del ofendido comprensivo, y el otro la del "no quiero ser plato de segunda mesa"... ¡qué intensidad!
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