El concierto de Maluma en Madrid no fue como para borrar cassete
Yo tampoco te he olvidado desde aquella noche (la de anoche) que te fuiste a Madrid... A finalizar tu gira.

¿Qué hace una chica como yo viendo a un padre cambiar más de look que una influencer el día de su boda? Pues, en concreto, darlo todo (como él): el concierto de Maluma, el cierre de su gira en Madrid, es ese momento apoteósico que tienes que vivir al menos una vez en la vida (en mi caso ya van dos) y nunca borrar cassete.
Un concierto que empieza con "tranquila, ma, enloqueciste pero más ná" me deja, literalmente, y tal y como asegura, más tranquila. Enloquecer por él estaba previsto. Eso, y que Maluma es un viejo conocido para Cuore: es de esos típicos famosos al que seguimos desde sus inicios (nos faltó animarlo cuando fue futbolista) y nos permitimos el lujo de hacer memes con él y quererlo igualmente. Todo en orden siempre y cuando venga a Madrid y se emocione como aquella vez.
Algo tiene esta ciudad para el de Medallo que siempre vuelve y siempre con ganas de entregarse incluso por encima de cualquier barrera emocional. Ha llovido desde 2018, cuando su fama empezó a ser mundial, y ahora su espectáculo y él han crecido: el show se nota que ha sido pensado desde y para América, se ve el salto cualitativo, la banda, los increíbles visuales (que son los que se proyectan en pantalla y no la visión que ofrecen sus tatuajes, aunque ambos están a la misma altura en cuanto a despertar de emociones) y por supuesto y por ser el ser emocional que es, Maluma tampoco tiene reparos en hacer guiños a su familia cuando su espectacular compañía de baile (españolas en su mayoría) se toma un descanso.
Lo conocemos desde hace mucho y es por eso que, quizá, dos horas se hacen cortas. Los momentos tranquilos se agradecen (él, para dejar de bailar, tú para bajar revoluciones), pero igual es un poco imperdonable que en ningún momento haya hueco para 'Mala Mía' o 'El Clavo', pero claro, a lo mejor ni José Luis ni su equipo están pensando en gustos personales...
No es fácil apaciguar los gritos: en un concierto de Maluma todo son sorpresas, desde los petardos que te hacen saltar desde el minuto cero (literal, tras la cuenta atrás que da comienzo), las declaraciones tipo “¿Estás triste? No estés triste” (En concreto: “la depresión y la ansiedad es algo que nos han contado, hoy no existen”) hasta los gritos del público que indican que algo ha pasado en el escenario. Por lo general, cambio de look o gesto sexy. Al nivel de preguntarme (ya que él nos invita a filosofar, filosofo) qué pensarían de todo esto los hombres herosexuales del recinto. Poco: la mayoría cantaban también a voz en grito, la fiesta es de todos.
Gritos a los que te sumas alegremente, y de pronto te ves un miércoles exclamando porque un señor ha lucido torso por última vez en la noche, porque ha vuelto a cambiarse de ropa o simplemente porque ha hecho una unidad de flexión sobre el escenario. Ahora, cada vez que me toque repetir burpees pensaré que lo mismo, ya que me sé todos sus temazos, lo mismo la próxima gritada soy yo.
Síguele la pista
Lo último