Hablemos de estilo, pero del estilo DE VERDAD

Pista: no hay que colgarse todas y cada una de las tendencias.

Chica en la calle con crocs blancas

Chica en la calle con Crocs blancos.

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Se han editado libros y libros, escritos y escritos, manuales y manuales hablando y teorizando sobre el estilo. Que si el estilo es colocarse la ropa de una manera determinada. Que si el estilo es ponerse una camisa blanca así muy en modo Carolina Herrera. Que si el estilo es llevar pocos complementos pero de calidad. Yo, obvio, estoy completamente de acuerdo con todas y cada una de esas afirmaciones. Sin olvidar la que considero que es la máxima fundamental y la que ha de funcionar como faro esencial de nuestro estilo: la mesura.

La mesura no es más que la contención de los elementos. De no tener que colgarse todas y cada una de las tendencias, juntas, en modo escaparate de bazar oriental. Sino de utilizarlas a cuentagotas, con pinceladas. Para lograr un equilibrio visual, un ojo descansado, un remanso de paz óptico. Claro que hay genias en eso, como Naty Abascal: capaz de mezclar lo imposible y que resulte natural. Pero eso ya es un don, un nivel pro.

Además de mesura en el vestir, también es necesaria la mesura de carácter. No te pases la vida alterada. Criticando lo que hacen las otras. Sintiéndote con el derecho de opinar echando mano de palabras feas y haciendo daño de forma gratuita solo porque no compartes su visión de la vida, de la moda, de la maternidad o de la mortalidad del cangrejo. Pararse a pensar en la situación del otro, en el porqué de su opinión es también tener estilo. Respetarla es también tener estilo. Si algo hace bonito este mundo es que todos seamos distintos, que todos nos vistamos de diferente manera. Que todos, a fin de cuentas, tengamos un estilo propio que nos define y que nos hace felices.

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