BARÓMETRO DEL GESOP PARA EL PERIÓDICO

CiU gana por el desplome de ERC

Mas está a cinco escaños de la mayoría absoluta y el PSC se enfrenta al peor resultado de su historia

CARLES COLS / Barcelona

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dentro de 13 días, Convergència i Unió ganará las elecciones catalanas con autoridad pujoliana. Es la predicción del Barómetro del GESOP para EL PERIÓDICO. El globo aerostático en el que viaja Artur Mas desde hace meses vuela aún a gran altura, aunque es cierto que desde el anterior sondeo del mes de octubre ha perdido algo de aire. Gana crédito la teoría de que CiU había engrasado su maquinaria electoral antes del verano con el convencimiento de que las elecciones se celebrarían el 24 de octubre. José Montilla descolocó a sus adversarios y decidió estirar la legislatura hasta la frontera de la legalidad, pero el beneficio obtenido, vista la encuesta, es irrisorio. CiU tiene al alcance de la mano entre 62 y 63 diputados (sube 14 desde las elecciones del 2006) y el PSC puede verse con un encogido grupo de entre 31 y 32 escaños, cinco menos que en la actualidad. Las cifras no cuadran. La caída del PSC no es equivalente al ascenso de CiU. La clave es la posible ruina electoral de Esquerra. El barómetro lanza varios avisos muy serios a Joan Puigcercós.

ERC apela en esta campaña a sus simpatizantes a que acudan a las urnas el próximo 28-N para evitar, entre otros males, que el PPC sea la tercera fuerza política del Parlament. La estimación de votos de la encuesta es que, a la hora de la verdad, Esquerra puede llegar a ser la quinta fuerza de la Cámara catalana, un puesto por detrás de ICV-EUiA. Los ecosocialistas, no en vano, ya sea porque han sido el socio más vapuleado del tripartito desde la oposición o por méritos propios, tienen a estas alturas de la campaña a su electorado correctamente movilizado. Su fidelidad de voto es del 57,8%. No alcanza el cielo en la tierra de CiU (78,6%), pero es más que satisfactorio si se compara con la fidelidad de voto del PSC (47,4%) y, en especial, con la de Esquerra Republicana, un misérrimo 29,3%. Solo uno de cada tres votantes republicanos expresa en la encuesta su deseo de repetir. Si, en su día, ERC fue fundamental para edificar los dos tripartitos, el 28-N puede ser crucial para encontrar las claves del retorno de la política catalana a esquemas más propios de los años del pujolismo.

ANTES MAS QUE PUIGCERCÓS / A lo largo de la legislatura que ahora concluye, Puigcercós ha puesto fin en gran medida a las crónicas disidencias internas que siempre han azotado a Esquerra. Se fue Joan Carretero, se retiró del pulso Josep Lluís Carod-Rovira y figuras menores como Uriel Bertran han decidido abrazar la causa de Joan Laporta. Pero una cosa es la militancia y otra los votantes. «De los políticos que le leeré, ¿cuál preferiría como presidente de la Generalitat?». Es una de las preguntas que realizó el GESOP. Entre los encuestados que en el 2006 votaron a ERC, los que hoy preferirían a Mas comopresidentsuperan a los que se decantarían por Puigcercós (26,1% contra 21,7%). No solo eso, un 19,6% querría que el futuro jefe del Govern fuera o Carretero o Laporta.

El descalabro delpal de pallerdel independentismo es, según el barómetro electoral, notable, ya sea porque CiU ha sabido coquetear pizpiretamente con los partidarios de la secesión y ha cubierto bien ese flanco, ya sea porque defender que Catalunya debe ser un Estado es incompatible, para los afines a ese proyecto, con pactar con el PSC. La cuestión, no obstante, es que ese descalabro no tiene que ensombrecer los otros datos interesantes que pronostica la encuesta. El más importante, tal vez, es que el PSC puede tener el grupo parlamentario más pequeño de su historia desde la recuperación de la democracia. 33 escaños consiguió en 1980. 34, en 1995. La horquilla de entre 31 y 32 prevista para dentro de 13 días será un duro palo para el PSC, pero, sobre todo, si llegan a la conclusión, como los responsables del estudio demoscópico, que uno de cada cinco votantes socialistas del 2006 no le hace ascos a que Mas sea supresident,y que tal vez parte de ellos haya terminado por votar al líder de Convergència el 28-N.

APROBADO INAPELABLE / De hecho, una de las revelaciones más interesantes de la encuesta no es solo que Mas sea el único candidato que aprueba en nota (obtiene un 5,6 y Montilla, un 4,8), sino que, además, lo hace sin suspender prácticamente ningún examen. Solo los simpatizantes de ICV-EUiA le otorgan una nota por debajo de cinco (4,2). El resto le puntúa por encima de cinco. A la vista de esos datos, resulta evidente que, en la campaña electoral en curso, Mas es impermeable a toda estrategia que tenga como fin despertar miedo a la victoria del líder de la derecha catalana. Por ahí parece invencible.

La otra esperanza de los socialistas hace un año era que el Parlament de la novena legislatura fuera poco menos que la China de los Reinos Combatientes, tan fraccionado que la mayoría cómoda y en solitario fuera imposible. La única coincidencia con aquel convulso periodo del lejano oriente puede que solo sea al final la cifra, siete.

No solo Ciutadans parece tener garantizada e, incluso, aumentada su presencia en el Parlament, sino que se mantiene, con un suspense creciente, la posibilidad de que la Solidaritat Catalana de Laporta se haga con dos escaños. Serían así siete los partidos presentes en la Cámara catalana, pero uno de ellas, CiU, con un ejército tan poderoso que permitiría gobernar a su emperador Mas sin sobresaltos si sabe tejer bien su política diplomática.