Vía crucis con mosquitos

periodico

No debería sorprender a nadie la forma que ha tenido Tele 5 de celebrar la Semana Santa. Como ellos van a su bola, impasibles en el interior de su contenedor, en lugar de emitir piadosas escenas del tormento de Jesús, han mandado a Amador Mohedano a la isla de  los mosquitos (Supervivientes). ¡Ahh! También es una forma de Vía crucis, aunque más descansada y llevadera, porque le han forrado el riñón con unos cheques bancarios magníficos. Los primeros días de Amador en los Cayos Cochinos de Honduras han sido tibios. Le hemos visto tomar el sol en la arena y pescar con una caña, como si estuviera en Chipiona, y claro, no era eso. En este programa no te sueltan una pasta gansa si no das el espectáculo granuja que de ti se espera. De modo que enseguida han corregido el rumbo y ya ha salido otro concursante, Diego, hijo de Coto Matamoros, y le ha puesto a caldo para que espabile. Le ha dicho: «Tienes 60 años y estás todo el día con el sonotone espiando lo que decimos detrás de la palmera. Eres un chivato y un cobarde. Mal metes. Ya te hemos calado». O sea, con esta terapia se espera que en las próximas horas Amador reaccione enfurecido y monte alguna vistosa tangana, con insultos, peleas y algún sopapo si es posible. Con este Amador en taparrabos por el Caribe, más la doliente presencia de su esposa Rosa Benito en el Sálvame y el Deluxe, Tele 5 alberga la esperanza de reanimar las alacaídas audiencias de esta edición de Supervivientes. No olvidemos que la propia Rosa Benito, hace un mes, cuando volvió a reaparecer para contar lo deprimida que está, dijo aquello de: «Si veo a Amador sentado en un plató ¡me quito la vida!», frase que ha llenado de comprensible ilusión a los organizadores de esta oenegé de los mosquitos. De entrada, la buena disposición de Diego Matamoros, insultando a Amador, ya nos ha deparado alguna perla mejillonera disfrutable. Cuando el hijo de Kiko Matamoros, muy ofendido, contó: «Amador me ha dicho que cuando está en casa mirando la tele y sale mi padre en el Sálvame o en el Deluxe, su perro se pone a gruñir», nos partíamos de risa. Bien mirado, que en el hogar de los Mohedano-Benito a Kiko Matamoros no le trague ni el perro, para su hijo tiene que ser duro.