Pau Arenós nos presenta los contenidos de DOMINICAL

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Antes de construirse como cocinero, el peruano Virgilio Martínez se rompió todos los huesos del cuerpo: "Era 'skater'. Siempre estaba en la calle. Tenía todos los números para ser un delincuente". La cocina se cruzó en su vida por casualidad, cuando un amigo –hoy también célebre chef, Diego Muñoz– decidió estudiar ese arte de embellecer la muerte. Virgilio vio un camino a seguir. Como buen 'skater', quería moverse, y se trasladó a Londres. Probó restaurantes canónicos franceses e italianos, y después ya no paró: Nueva York, Singapur, Bangkok, con retornos a Lima. En el 2008 abrió en el limeño barrio de Miraflores su propio restaurante, Central, y ahí empezó un camino hacia la cúspide culinaria que Dominical recorre junto a este mago de los fogones en la revista de esta semana.