Iniciativa 'Retrats sense sostre'

MÒNICA TUDELA

La cuestión era cambiar la lógica. Servirse del noble arte del retrato, históricamente símbolo de posición social, asunto de reyes y presidentes -todavía resuena el eco de la polémica por los casi 100.000 euros gastados por el Congreso en el retrato de José Bono-, para visibilizar la cara más incómoda de Barcelona: las 3.000 personas sin hogar que deambulan por sus calles, según cifras de la Fundació Arrels, organización de referencia en el trabajo con este colectivo.