tú y yo somos tres

«Quitad a Puigdemont o apago la tele»

ferran Monegal

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Se ha producido un momento delicioso, y muy meditable e ilustrativo, en <i>Al rojo vivo</i> (La Sexta). Estaba entrevistando Ferreras a Rodríguez Ibarra en dúplex y, de pronto, el que fue durante 24 años presidente de la Junta de Extremadura comenzó a encenderse acerca de Puigdemont. Le recriminaba a Ferreras que hablase del huésped de Bruselas, que sacase imágenes de él. Y no solo se enfadó con Ferreras: elevó su indignación a categoría y señalando a todos los medios de comunicación, prensa, radio y televisión, decía: «A mí no me interesa lo que hace este prófugo. No quiero saber con quién toma café ni con quién se reúne». ¡Ahh! Ferreras intentaba hacerle comprender a Ibarra que, le guste o no le guste, Puigdemont es noticia. Pero Ibarra, más airado todavía, añadió: «¿Noticia, de qué? Los medios de comunicación debéis entender una cosa: o cambiáis de tema, o cerramos la radio y apagamos la televisión». Duró la diatriba casi seis minutos. Fue un lance interesantísimo. Intentemos comprender al político extremeño: Puigdemont no le gusta. Considera que es un payaso que en sus periplos europeos se burla del Estado español. Y como le crispa y le aborrece, quiere que los periodistas le ignoremos y que no hablemos de él. Como si no existiera. ¡Ahh! Es enormemente clarificadora esta demanda de silencio, de veto informativo, sobre Puigdemont. Retrata el talante de algunos políticos ante la realidad que no es de su gusto. Ibarra ha sido político con mando absoluto en su comunidad. Si siguiera en el cargo podríamos imaginar una conversación parecida con el jefe de informativos de la Televisión de Extremadura. Si se produjera, el político-presidente seguramente ya no la formularía como un deseo, como ha hecho en Al rojo vivo. ¡Sería una orden! porque la tendencia de todo presidente de Gobierno -sea autonómico o central- es considerar que la televisión pública es suya. Tremendo lance televisivo el que hemos visto. Es la constatación de lo que ocurre en TVE y en TV-3. Es el modus operandi habitual de quien detenta el poder político respecto de la televisión pública. La considera de su propiedad, y, por lo tanto, tiene que ser a su gusto.

Ver al político dando lecciones al periodista sobre qué es noticia, y qué no es noticia ha sido la más exacta y delirante radiografía de lo que pasa en nuestra profesión hoy en día.