ENTREVISTA A ERROL MORRIS

"A veces creo que la guerra fría nunca acabó"

El documentalista habla sobre 'Wormwood', la miniserie cocumental de Netflix que habla de la misteriosa muerte de un científico de la CIA en 1953

Errol Morris (segundo por la izquierda), junto Christian Camargo, Peter Sarsgaard, Scott Shepherd y Molly Parker, los principales actores de 'Wormwood'.

Errol Morris (segundo por la izquierda), junto Christian Camargo, Peter Sarsgaard, Scott Shepherd y Molly Parker, los principales actores de 'Wormwood'. / periodico

Nando Salvà

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En 1953, un científico estadounidense que trabajaba para la CIA, cayó al vacío desde el 13ª piso de un hotel de Nueva York. ¿Fue la muerte de Frank Olson un accidente? ¿Un suicidio? ¿Una ejecución ordenada por sus superiores para que no se fuera de la lengua? Esa es la cuestión planteada por uno de los documentalistas más importantes del mundo, Errol Morris (Hewlett, Nueva York, 1948), en la miniserie documental que Netflix España acaba de estrenar. Diseñada alrededor de una larga entrevista con Eric Olson -el hijo que lleva 50 años buscando respuestas- a la que acompaña una sucesión de dramatizaciones e imágenes de archivo, 'Wormwood' descorteza capas y capas de hechos, engaños, revelaciones y pistas falsas acerca del uso de armas biológicas por parte del Gobierno estadounidense, de los experimentos secretos de la CIA con el fin controlar la mente humana, y de los intentos por mantener la verdad lo más oculta posible.

-Señor Morris, ¿qué cree usted que le sucedió realmente a Frank Olson? Estoy casi seguro de que fue asesinado. ¿Por quién? ¿Por qué? No tengo pruebas, pero es inevitable dar por hecho que fue la CIA. ¿Tenían planeado matarlo desde el principio o es que el asunto se les fue de las manos? No lo sé. Pero lo sabré. Pienso seguir investigando.

-Dado el cúmulo de mentiras, hechos alternativos y noticias falsas que el Gobierno de Donald Trump representa, de algún modo Wormwood también habla del aquí y el ahora. ¿Fue su intención desde el principio? El gran problema de Trump, además de su empeño en destruir mi país, es que miente mal. Muy mal. Dicho esto, 'Wormwood' habría sido relevante de haber visto la luz en cualquiera de las últimas seis décadas. Desde el principio de los tiempos la mentira ha sido parte esencial de la política. El problema es que, en mi país, llegado un momento empezó a serlo demasiado.

-¿Cuándo? Tras la segunda guerra mundial Estados Unidos se convirtió en el país más poderoso del mundo, y eso lo volvió loco. El miedo y la paranoia ante el enemigo comunista se extendieron, y eso dio legitimidad a los gobiernos para cometer excesos como la supresión de las libertades civiles o las intervenciones en países extranjeros. La CIA empezó a actuar de forma descontrolada. Y la mentira quedó institucionalizada.

-Y ahí sigue. Sí, ahí sigue, formando parte de la estructura de gobierno. A veces creo que la guerra fría nunca acabó, y que simplemente hemos sustituido a los comunistas por los terroristas islámicos. Nuestros líderes pretenden estar luchando contra el mismo Satán, y en base a ello justifican sus métodos. La cuestión es: ¿puede un gobierno que perpetúa las mentiras y los secretos seguir considerándose una democracia?

"Los seres humanos somos unos mentirosos compulsivos. Fuimos diseñados por Dios como una perfecta máquina expendedora de mentiras"

Errol Morris

— Documentalista 

-¿No cree que, en buena medida, los ciudadanos aceptan que se les mienta? Napoleón dijo que la Historia no es más que una colección de mentiras pactadas. Y sí, los seres humanos somos unos mentirosos compulsivos. Fuimos diseñados por Dios como una perfecta máquina expendedora de mentiras. Las creamos, las propagamos y las perpetuamos. Pero por otra parte creo que existe un interés general por descubrir la verdad.

-Pero eso no siempre es posible, ¿no es cierto? Discrepo. Da igual que los adláteres de Trump traten de ocultar los hechos o que millones de personas digan que dos más dos son cinco. La verdad siempre está ahí. El problema es que la Historia no. La Historia es perecedera. Tiene fecha de caducidad, como la comida que dejamos demasiado tiempo en la nevera. Los archivos se pierden, la gente muere, las evidencias son manipuladas. La historia de Frank Olson deja muy claro hasta qué punto intentan los gobiernos borrar sus huellas. Lo que pasa es que no siempre lo hacen bien. Por eso, insisto, creo que no está todo dicho acerca de Olson.

-De usted se dice que revolucionó el género documental con 'The Thin Blue Line' (1988), que amplió las posibilidades de la no-ficción criminal. ¿Está de acuerdo? Es cierto que aquella película demostró que los documentales podían llegar más lejos de lo que se creía. Al fin y al cabo con ella demostré que se había condenado a muerte a un hombre inocente, y que el verdadero asesino era precisamente el principal testigo de la acusación. Para mí la importancia de 'Wormwood' radica en otro aspecto: nunca antes a lo largo de mi carrera había meditado sobre el coste de la verdad. ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificar para conocerla? Hacerlo podría destruirnos. ¿Estamos dispuestos a pagar el precio?

-¿Lo está usted? ¿Y si se acerca demasiado a una verdad que los poderosos no quieren ver revelada? Estoy acostumbrado a andar con los ojos muy abiertos.