Alerta en la estratosfera

La capa de ozono estará recuperada en el 2050

Las medidas actuales evitarán 20 millones de cánceres y 130 millones de cataratas oculares

Miles de neveras, en un cementerio de frigoríficosen Inglaterra.

Miles de neveras, en un cementerio de frigoríficosen Inglaterra.

EL PERIÓDICO
GINEBRA

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El ozono estratosférico se habrá recuperado hacia el año 2050 gracias a los esfuerzos internacionales de preservación, según reiteró ayer la ONU al presentar en Ginebra un informe sobre el estado de la debilitada capa. Los autores asumen que la mejora en los últimos 10 años ha sido prácticamente imperceptible debido a las dinámicas atmosféricas, tal y como se había previsto, pero insisten en que la tendencia es la correcta. La capa de ozono protege la vida terrestre de las peligrosas radiaciones ultravioletas.

El trabajo, elaborado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se titula Evaluación científica del agotamiento de la capa de ozono 2010 y ha sido redactado y revisado por más de 300 científicos. El informe, hecho público coincidiendo con el día internacional dedicado a la preservación de la capa de ozono, está consagrado a las interacciones con el cambio climático.

El informe recuerda que las políticas de preservación de la capa de ozono dieron su paso fundamental ya hace más de dos décadas, en 1987, con la firma del llamado Protocolo de Montreal. A propuesta de los científicos, que desde 1976 venían advirtiendo de los riesgos, el texto proponía sustituir paulatinamente la producción y el consumo de las sustancias que menoscaban el ozono estratosférico. «Aquel tratado impidió un debilitamiento mucho mayor», dijo ayer Len Barrie, director de Investigación de la OMM, durante la presentación del informe.

Algunos de los peores compuestos químicos, como los clorofluorocarbonos (CFC), tan usados antes en frigoríficos y aerosoles, se han ido eliminando «hasta desaparecer casi por completo», prosiguió Barrie. Primero fue en los países ricos,

tal como exigía el Protocolo de Montreal, y después en el resto del mundo. No hay dudas de que la sensibilización ciudadana contribuyó en gran manera al éxito: en el 2010, la reducción de la emisión de sustancias que agotan la capa de ozono fue cinco veces superior a la que se había pronosticado en 1997.

AUMENTO DE LOS SUCEDÁNEOS / Como principal contrapartida, Barrie lamentó el gran crecimiento de algunos productos sucedáneos de

los CFC que actúan como potentes gases de efecto invernadero. La OMM se refiere concretamente a los HCFC (hidroclorofluorocarbonos) y el HFC (hidrofluorocarbonos). «Hoy en día -dice el informe- su efecto es relativamente débil, pero podrían convertirse en grave problema en un futuro».

Así, el compuesto más habitual, el HCFC-22, aumentó entre el 2007 y el 2008 a un ritmo un 50% más rápido que entre el 2003 y el 2004. «Si bien no daña la capa de ozono, es 14.000 veces más potente que el CO2 como gas de efecto invernadero». En cualquier caso, el Protocolo de Kioto de 1997 también obliga a «una reducción paulatina de estos productos alternativos», agregó Barrie.

EN LA ANTÁRTIDA, MÁS TARDE / Las previsiones científicas indican, prosiguió el director de Investigación de la OMM, que la eliminación gradual de los CFC y otras sustancias nocivas permitirá que la capa de ozono regrese a los niveles de 1980 hacia mediados de siglo. El nivel óptimo sobre la Antártida y el Ártico, donde el agujero es más preocupante, se alcanzará un par de décadas después.

Achim Steiner, director ejecutivo del PNUMA, comentó que «las medidas que se adoptaron en Montreal para preservar el ozono no solo han sido efectivas, sino que continúan generando variados beneficios». El estudio destaca, por ejemplo, que la lucha contra el agujero de ozono ha supuesto que cada año se dejen de emitir 80 gigatoneladas de CO2.

Asimismo, ha producido mejoras directas en la salud pública. De no haberse aprobado el Protocolo de Montreal, dice el estudio, los niveles de las sustancias que agotan la capa de ozono podrían haberse multiplicado por 10 para el año 2050. «Esto habría supuesto hasta 20 millones más de casos de cáncer de piel y 130 millones más de casos de cataratas oculares, sin mencionar los daños al sistema inmunitario humano, a la fauna y flora silvestres y a la agricultura», concluyó Steiner.