Delito en auge

Ola de robos de relojes de lujo: ¿Por qué los ladrones de Barcelona se han encaprichado de ellos?

Las redes de delincuentes de ciudades turísticas persiguen productos exclusivos de fabricación limitada

Relojero que colabora con los Mossos

Relojero que colabora con los Mossos / RICARD CUGAT

Guillem Sánchez

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Hay cinco marcas de relojes de gama alta más codiciadas que el resto, explica Manel Alabart junto a su hijo, Nacho, desde el taller de relojería que ambos regentan en el centro de L’ Hospitalet de Llobregat. Son las maquinarias que fabrican las casas Richard Mille, Rolex, Audemars Piguet, Patek Phillipe y Hublot. Es posible que al ciudadano de a pie, a excepción de Rolex, tales nombres le digan bien poco. Pero a las decenas de ladrones violentos que actúan por Barcelona les dicen mucho. Buscan estos relojes y cuando los detectan, los arrebatan de la muñeca ajena sin miramientos. A veces, causando graves lesiones como la de ayer domingo en Les Corts: la víctima tuvo que ser intervenida de urgencia en el Hospital Universitari de Bellvitge.

Para los Mossos d'Esquadra este tipo de delitos se han convertido en un problema de seguridad. Para combatirlo, el cuerpo catalán incluso ha creado una unidad especializada, que cuenta con el asesoramiento de especialistas como Alabart. No es un fenómeno que afecte únicamente a Barcelona –acostumbrada a fustigarse más de la cuenta– porque se da también en buena parte de las ciudades turísticas de Europa. Pero los robos de relojes han aumentando en la capital catalana en paralelo a la recuperación económica.

Para comprender por qué los delincuentes se han encaprichado de los relojes más caros del mercado hay que prestar atención a las corrientes marinas del mercado global, detalla Alabart. "Estas casas fabrican series limitadas de sus relojes para evitar que se vulgaricen". Al apostar por una producción restrictiva, sus piezas se agotan y existe lista de espera. Es decir, razona Alabart, existe un hambre global de más relojes de estas cinco casas. Y eso significa que las redes criminales, siempre atentas a nuevas ventanas comerciales, se están encargando en los últimos años de saciar esta demanda con relojes robados

Valor fijo

Los precios que se mueven en el mercado negro por los relojes robados no tienen por qué ser necesariamente inferiores a su valor real. "A veces se puede pagar incluso más que por un reloj viejo que por uno nuevo porque la lista de espera es larga", insisten padre e hijo. A diferencia de una casa o un coche, un reloj de esas marcas es una inversión. Un Rolex Daytona, que hace 15 años pudo costar entre 7.000 u 8.000 euros, ahora fácilmente podría doblar o incluso triplicar su precio en una reventa si se encuentra en buen estado y conserva la caja original y la acreditación con su número de serie, argumenta Alabart.

Y existen piezas que cuestan mucho más que un Rolex Daytona. El reloj más caro usurpado en Barcelona que consta a este diario es una pieza de 360.000 euros, que fue birlado y recuperado por policías el pasado 13 de mayo. Porque el Hublot que se denunció la semana pasada, y que valía 800.000 euros, en realidad, costaba 'solo' 43.000 euros.

Manel Alabart, dueño de un taller de relojes, explica que la producción limitada de las grandes marcas como Rolex, está detrás de las sustreaccionesque las redes criminales se están encargando de saciar

Los receptadores

Al existir demanda de relojes de gama alta, su valor se mantiene inalterable a pesar de su procedencia criminal. Pero eso es algo que pasa muy por encima de las cabezas de los ladrones multirreincidentes que se mueven por Barcelona. Lo único que saben estos jóvenes, algunos menores de edad, que carecen en su mayoría de la destreza que mostraron hace pocos años especialistas de procedencia argelina que operaban en París, es que hay personas dispuestas a pagar por estos relojes. 

Ese es el problema real, subrayan fuentes policiales tanto de los Mossos como de la Guardia Urbana: los receptadores que compran a un precio proporcionalmente irrisorio los relojes que roban estos adolescentes, a menudo desarraigados, que acostumbran a actuar en grupo e ignorando el daño que pueden causar a las víctimas, en ocasiones, vulnerables. Que siempre acabe por romperse la correa o por saltar el pasador, valga lo que valga el reloj, es una medida de seguridad, explica Alabart, que razona que de no ser así el daño que podría sufrir la víctima podría ser mayor, en caso de ser atacada por ladrones o en caso de que se quedara el reloj enganchado "en un ascensor" o "en una puerta del metro".

Viaje al extranjero

A pesar de que, según fuentes consultadas por el diario, los 'relojeros' se muestran capaces de reconocer las piezas valiosas que lucen las muñecas de los visitantes más adinerados, los ladrones también cometen errores y acaban atacando a ciudadanos que llevan relojes normales. No es lo normal. Cuentan con supervisores, a veces los mismos receptadores, que les confirman a través de una fotografía que ellos han sacado previamente del objetivo si es o no un reloj valioso y cuánto van pagar por este. Y, si lo es y el precio resulta estimulante, abordarán al dueño donde haga falta, asumiendo riesgos, también a plena luz del día, y acabarán arrancando el reloj de su muñeca, explican fuentes policiales.

Hay otro motivo que explica el boom delincuencial. Los teléfono móviles, hasta hace bien poco el principal objetivo de los ladrones de Barcelona, son fácilmente geolocalizables por sus dueños porque disponen de GPS. Los relojes, no. "Un hombre puede dirigirse al aeropuerto y coger un vuelo con 2 o 3 relojes de gama alta –que pueden costar decenas de miles de euros– sin que salte la alarma en ningún control", explica Alabart. Los relojes, a diferencia de los teléfonos, no son rastreables.

Cada reloj tiene un número de serie. Alabart aconseja que ese número se anote en algún lugar seguro porque es necesario para poder acreditar su existencia al presentar la denuncia. Sin embargo, los relojes robados más caros terminan viajando al extranjero, a países tan lejanos como Dubai, donde ningún 'mosso' podrá recuperarlos.

Unidad especializada

Conscientes de que la normalidad delincuencial está regresando al mismo ritmo que el turismo, los Mossos han creado una unidad especializada en luchar contra el robo de relojes, una práctica que preocupa. El grupo coordina el trabajo conjunto de investigadores con policías sobre el terreno. En esencia, la unidad funciona como lo hace el Pla Tremall contra la multirreincidencia en general: recabando información para lograr atestados policiales más detallados que logren que las detenciones que hacen los policías –que las hacen durante las 24 horas del día– signifiquen medidas cautelares más duras contra los delincuentes al pasar a disposición de los juzgados.

"Estamos encima de este problema", subrayan fuentes de la comisaría de Barcelona, que despliega agentes de uniforme y de paisano sobre los puntos más conflictivos, que se concentran en el distrito del Eixample y de Ciutat Vella, y mantiene el foco sobre los ladrones de relojes y, sobre todo, sobre quienes compran las piezas que roban.

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