PARQUE NATURAL AMENAZADO

BCN vacía, el Montseny colapsado

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Helena López

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Pese a que hay unanimidad en que el problema viene de lejos, no pocos señalan como funesto punto de inflexión el desconfinamiento. "Mucha gente descubrió que más allá del cemento había vida, y ahora nos encontramos con los habituales de cada otoño más todos esos nuevos visitantes", explica un joven agente forestal del parque natural del Montseny cargando una botella de gel hidroalcóholico. No es suya, la ha recogido del suelo. A estos nuevos visitantes se les reconoce, prosigue el guarda, porque buscan el pantano hacia arriba o el Turó del Home hacia abajo (para los cosmopolitas, esos que este fin de semana han dejado la ciudad desierta o se han refugiado en la Ciutadella, el pantano está hacia abajo y el Turó, el punto más alto del macizo, obviamente hacia arriba). El agente, optimista pese a todo -"la gran mayoría de la gente es cívica", señala en una opinión bastante discutida- les reconoce por algo más. "Suben muy poco equipados, hemos visto a gente haciendo Les Agudes en chanclas, y con muy poca información sobre qué es un parque natural, lo que ha hecho incrementar los accidentes de montaña", prosigue el hombre de verde a pie de carretera mientras asciende dirección Viladrau un coche de bomberos con las sirenas puestas a gran velocidad.

Es domingo 18 de octubre y son las doce del mediodía. Hace más de una hora que los dos aparcamientos de Santa Fe están llenos, y los informadores con chaleco amarillo indican a los coches que no paran de llegar al monte huyendo de la ciudad que circulen, que no ya no hay sitio. "No, no, no aparque ahí. Si deja el coche pisando la línea blanca le multarán los Mossos d'Esquadra con 300 euros", advierte el informador a uno de los centenares de vehículos que ocupan el arcén de la carretera que une Sant Celoni y Viladrau. "Este fin de semana se ven más Mossos, parece que se lo han tomado en serio", prosigue el informador. Si los coches en vez de aparcar pisando la línea de la carretera aparcan dentro del parque -los hay que también lo hacen-, quienes tienen la potestad de multarles no son los Mossos, sino los agentes forestales. "Dejan coches aparcados en los accesos a los caminos y eso es un problema. Ese coche de bomberos que ahora subía habrá tenido que sortear un coche que acabamos de multar en el camino para llegar a hacer el rescate", prosigue el amable agente del gel. 

En el abarrotado arcén, como metáfora de cómo algunos -la minoría, según a quien preguntes; demasiados, según todos- entienden el parque, una multa hecha pedazos tirada en el suelo, entre las hojas rojizas que llenan los caminos del Montseny en esta época de la año, la que le sienta mejor al macizo (no es casualidad que los barceloneses elijan este lugar para huir). "Lo de tirar papeles al suelo es otra batalla", indica otra agente forestal. Tal y como anunció la semana pasada la Diputació de Barcelona, este fin de semana el enclave ha ampliado la presencia de vigilantes para intentar gestionar el desmadre (el caos de coches vivido el día del Pilar hizo saltar todas las alarmas y escuchar, al fin, a las voces críticas que hacía años que exigían medidas).

"Poned papeleras, guarros"

"Mucha gente no entiende que esto es un parque natural, que no puede haber una papelera en cada rincón, que si hubiera muchos contenedores cada noche sería un festival, con los animales. Una vez un compañero se encontró una montaña de basura en el capó del coche patrulla y un cartel en el que ponía 'guarros, poned papeleras'", explica la paciente trabajadora del parque, quien insiste en que no se debe generalizar.

"La mayoría de gente viene con ganas de conocer el territorio, de respirar aire puro, pero después están los otros... Los que aparcan el coche en un campo labrado y se sientan a comer al lado. Y los dices que no pueden estar allí, no solo porque el campos está sembrado, sino por todo el trabajo que hay detrás, y te contestan que se irán cuando acaben de comer, que no hacen daño a nadie", prosigue la mujer sin para de indicar con la mano a los coches que no cesan que sigan, que el aparcamiento está lleno. 

Avanzan grupos de motos y bicicletas entre coches aparcados a lado y lado de la carretera, y excursionistas con largos palos y grandes dosis de ilusión y fe en encontrar castañas o setas entre la multitud, muchas veces acompañados de sus perros, en ocasiones sin atar (otro de los grandes problemas que denuncian los autóctonos).            

Desde la Coordinadora per a la Salvaguarda del Montseny llevan 33 años batallando por la defensa del medio natural del Montseny y el Montnegre y por la calidad de vida de sus habitantes. Luchan desde enero del 2017 por la recuperación "como mínimo" del plan especial de protección aprobado en el 2008 y suspendido en el 2016 por el Supremo. "Ahora mismo la normativa de protección vigente es de 1977. Visto que nadie movía ficha, decidimos iniciar una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), pero iniciamos la recogida de firmas el 2 de marzo y a los pocos días estalló la pandemia. En septiembre la hemos retomado. Nuestra propuesta es una ley que amplíe los límites del parque y limite las actividades y actuaciones urbanísticas",  resume Carles Lumeras, portavoz de la coordinadora, quien subraya que se trata de una propuesta, que lo importante es que se ponga el tema sobre la mesa y discutirlo.