nuevos usos y costumbres

Teletrabajar en la segunda residencia, la tendencia estival que deja el virus

María Vanacloig, teletrabjando desde su segunda residencia, en Xàvia

María Vanacloig, teletrabjando desde su segunda residencia, en Xàvia / periodico

Nacho Herrero /Julia Camacho / Carme Escales

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tras el impulso del confinamiento, con la llegada de los calores del verano y el fin del estado de alarma y de las restricciones a la movilidad, el pasado 21 de junio se puso en marcha una tendencia al alza: el teletrabajo en la segunda residencia. La tentadora fórmula ha sido la elegida especialmente por muchas familias con hijos ante la escasa oferta de campamentos y escuelas de verano en las ciudades y los miedos respecto a la convivencia con los abuelos. No es el de 2020 un verano de 'Rodríguez'.

Además de tener (o alquilar, o pedir prestada) esa propiedad hay que tener un acceso a internet que lo permita. Por eso, son los proveedores de este servicio los que dan una primera idea de cuánto se ha extendido esta opción. Desde Movistar, por ejemplo, apuntan que el producto que tienen para segundas residencias "ha experimentado una demanda claramente muy superior" al del pasado verano y que el crecimiento en altas "es similar en poblaciones de menos de mil habitantes que en las de más de cincuenta mil, algo que evidentemente no es habitual".

Hay quienes trabajan en casa, otros buscan un 'coworking' en el lugar de veraneo

Pero hay otro termómetro que confirma la tendencia: el de los centros de trabajo compartido de estas 'segundas' localidades. En el 'coworking' Knowhere de la turística Dénia (Alicante) uno de sus dueños, Agustín Casadomeq, explica que están al 95% de su capacidad y con el doble de usuarios que en 2019. "El aumento corresponde casi al 100% con gente que se ha venido a trabajar a la segunda residencia. Aquí te aseguras el ambiente de trabajo y también la conexión porque nadie se la quiere jugar", explica.

Claves legales

Algunos trabajadores prefieren no comunicar su desplazamiento a la empresa por temor a que no se les permita hacerlo. Varias personas contactadas por EL PERIÓDICO denegaron aparecer en el reportaje por este motivo y otras optaron por una foto de espaldas. Sin embargo, Lara Vivas, abogada laboralista de Cuatrecasas, recomienda comunicarlo siempre. "El trabajador debe poder hacer el mismo trabajo que en su domicilio habitual. No valdría ir a un sitio y luego decir que no hay buena conexión", apunta.

Aunque hay empresas que se han resistido, el cambio debería ser posible. Para empezar porque hasta el 21 de septiembre estará en vigor el decreto de desescalada que mantenía el teletrabajo como opción preferente para garantizar la salud siempre que la actividad lo permita y el esfuerzo para las empresas no sea desproporcionado.

"El trabajador debe poder hacer el mismo trabajo que en su domicilio habitual. No valdría ir a un sitio y luego decir que no hay buena conexión"

Lara Vivas

— Abogada laboralista

De hecho, Vivas recuerda que este trabajo desde casa "sugerido por el Gobierno y marcado por la excepcionalidad" no es el mismo que el trabajo a distancia que recoge el Estatuto del Trabajador y que necesita, entre otras cosas, "un acuerdo entre las partes, que no se ha dado".

"Eso ha hecho que se relajen determinadas vigilancias por parte de prevención pero también parece razonable que si uno quiere cambiar de lugar de trabajo pueda hacerlo e igualmente que lo diga porque la empresa debe poder comunicarse y el sitio debe reunir los requisitos suficientes", reflexiona.

Los problemas que vienen

Los problemas que vienenCon sus evidentes ventajas, esta nueva organización se lleva en la maleta los problemas y Vivas apunta tres. Está el obvio de quién paga o en qué proporción los medios de trabajo pero hay dos más no tan visibles. "La ergonomía, el no sentarse en la silla adecuada, o que la luz no sea la correcta introducen algunos riegos pero también hay uno psicosocial, un aislamiento respecto a los demás. Ambos son acumulativos en el tiempo y llevamos desde marzo", recuerda. Y esos no entienden de primeras y segundas residencias.

Isabel: 'coworking' en la playa

Isabel y Paco son funcionarios autonómicos tienen dos hijos, de 12 y 15 años, y han teletrabajado desde que comenzó la pandemia pero estos días no lo hacen en su piso en una gran ciudad sino en un apartamento de la playa en la localidad alicantina de Dénia. "La idea era aminorar el efecto negativo del confinamiento en el piso, sobre todo para los niños", explica ella. "Ha sido duro y necesitábamos desintoxicar a los niños y sacarlos de las pantallas. Además, no sabemos qué va a pasar en septiembre", desliza él.

Porque si fue complicado sobrellevarlo todo durante el curso, más aún lo fue cuando se acabó. "El drama vino cuando se acabaron las clases. Además se habían acostumbrado tanto a estar en casa que no querían salir. El mayor se me ha hecho 'youtuber'", apunta Isabel, entre resignada y divertida. La pandemia frustró también su recurso habitual para el mes de julio, los campamentos, así que decidieron trasladarse a la costa por unos días.

"La idea era aminorar el efecto negativo del confinamiento en el piso, sobre todo para los niños"

Isabel

— Funcionaria

En su caso ha sido a un apartamento prestado y no demasiado grande así que se decantaron por una opción en alza: el coworking. Todas las mañanas, a primera hora, dejan a sus hijos con la madre de ella y acuden a este centro a teletrabajar. Sin esa ayuda, cada día uno de ellos habría tenido que quedarse en el apartamento y trabajar desde allí sin perder de vista a los niños.

Tanto en su residencia habitual como en esta segunda con 'despacho' compartido tienen claro que su rendimiento crece respecto al que tienen en su lugar de trabajo habitual. "La productividad es mayor. No hay chascarrillos, ni suena el teléfono todo el rato, no vienen los compañeros a contarte cosas ni tienes las distorsiones habituales de compartir espacio", explica Isabel. Cuenta que ella, por ejemplo, agrupa toda la información que tiene que intercambiar con una compañera en una sola llamada y que, sólo con eso, el ahorro de tiempo es notable.

Paco coincide y asegura que no sólo les pasa a ellos. "Por mi trabajo, veo también lo que rinde el resto y se está trabajando fenomenal. Va en la responsabilidad de la gente, claro, pero en general se rinde mucho más. No hay los típicos merodeos del trabajo, ni los cafés y luego, para ti, está el tiempo que ahorras en los desplazamientos. La verdad es que espero que haya venido para quedarse. Lo ideal igual sería poder hacer dos días presencial y tres en teletrabajo", reflexiona.

Teletrabajo y cole de verano, combinación ganadora

María Vanacloig tiene una empresa de marketing digital y en cuanto la desescalada lo permitió, ella y su marido trasladaron la doble 'oficina' que con el decreto del estado de alarma tuvieron que montar en su piso de València a su segunda residencia en Xàbia.

El cambio fue positivo sobre todo por sus gemelas de 7 años.  "En el piso de València estaban todo el día saltando de un sitio a otro, parecía que nunca se les acababa la energía. El parque que tenemos cerca de casa es básicamente de cemento así que tampoco podiamos hacer mucho cuando pudimos empezar a salir", cuenta la propietaria de Upgrade Marketing.

Cambiar el asfalto por el mar fue un buen primer paso pero hacía falta más para completar el círculo de rendimiento y conciliación. "Hasta que han podido empezar con el cole de verano ha sido un poco frustrante, la verdad. Yo había días que tenía que levantarme a las cinco de la mañana para tratar de aprovechar las mejores horas de concentración porque después era todo más difícil. Ahora que las niñas no están por las mañanas te pones antes y rindes más. Eso hace que por las tardes puedas acabar antes y disfrutar con ellas de las tardes aquí", explica. Un baño o un paseo pueden cambiar por completo el balance de un día, aunque acabes trabajando más tiempo. "A ver, al tener el ordenador delante acabas haciendo más, surgen cosas a deshoras y siempre lo puedes hacer", admite.

"Al tener el ordenador delante acabas haciendo más, surgen cosas a deshoras y siempre lo puedes hacer""

María Vanacloig

— Empresaria

Como empresaria, ya era partidaria de potenciar esta fórmula del teletrabajo antes de que el coronavirus obligara a hacerlo por decreto y ahora no tiene problema en que sus empleados hagan como ella y se trasladen a segundas residencias. Mientras los datos de internet fluyan, todo funciona.

"Mi equipo siempre ha preferido el trabajo presencial, supongo que porque son más jóvenes y quieren salir de casa. Yo siempre he tratado de potenciarlo porque me permite aprovechar mejor el tiempo. Ahora una de ellas me ha pedido irse una semana y trabajar desde Alicante y sin problemas", explica.

Tampoco sus clientes los tienen, al revés. "Muchos de nuestros clientes aún no se han reincorporado al trabajo presencial. De hecho, nosotros insistimos un poco en tener alguna reunión presencial pero ahora mismo prefieren las videollamadas", explica. Y mientras el trabajo salga, da igual desde dónde se hagan. "Porque ya veremos qué pasa en septiembre", apunta.

Mónica Alonso, directiva que teletrabaja en Fisterra

Por sus hijos. Para que estén en la playa. Para que les de el aire. Para que jueguen con otros niños. Para que los abuelos disfruten de ellos. Para que dejen de estar tantas horas delante de una pantalla. Para que se olviden del confinamiento. Para que vivan como lo que son, niños pequeños con ganas de comerse el mundo. Mónica Alonso, directiva de una empresa tecnológica internacional con oficina en Madrid, no dudó un momento en trasladarse a su segunda residencia, en Fisterra (Galicia), una vez que terminó el estado de alarma y las autoridades permitieron la movilidad. A nivel mundial todas las oficinas físicas de su empresa están cerradas hasta el 31 de julio como mínimo. Y a partir de ahí, irán elaborando un posible plan de retorno en función de cómo se esté desarrollando la pandemia.

"Yo me organizo, busco tiempo, araño horas de donde sea y los proyectos están terminados a tiempo, así que laboralmente estoy rindiendo lo mismo"

Mónica Alonso

— Directiva

A pesar de vivir en Madrid en una casa grande con jardín, Mónica y su marido -que también está teletrabajando- tenían claro que harían las maletas para Galicia. Sobre todo, pensando en sus hijos, mellizos de siete años. "El teletrabajo en casa no es igual de concentrado que en una oficina, sobre todo si tienes críos, pero yo me organizo, busco tiempo, araño horas de donde sea y los proyectos están terminados a tiempo, así que laboralmente estoy rindiendo lo mismo. Además ahora, cuando termino, me doy un paseo por la playa en lugar del asfalto de Madrid. Nuestros hijos están disfrutan y nosotros también. Y seguimos trabajando igual. La diferencia es que ahora desde la ventana veo el mar en lugar del asfalto", informa Olga Pereda.

Juan Carlos Cogollo, directivo de seguros desde la sierra

Sobre las 18 horas, cuando concluye su jornada, Juan Carlos Cogollo cierra la pantalla del ordenador, se pone el casco y se lanza con la bici a hacer kilómetros por la Sierra de Guadarrama tras cambiar el despacho en Madrid por una mesa con vistas en el pequeño pueblo de 200 habitantes donde tiene su segunda residencia. "El cambio es total", asegura este directivo de la compañía de seguros Nationale-Nederlanden, para quien mientras su equipo "esté conectado, no importa el punto desde donde se trabajen". 

En su caso, la compañía favoreció esta fórmula tras el confinamiento en aras de garantizar la seguridad de sus empleados, y dado que ya existía la opción de acogerse al teletrabajo entre 1 y 3 días a la semana. Sólo han regresado a las oficinas los comerciales, que aun así han incorporado aplicaciones para cerrar los negocios con los clientes potenciales por la vía digital. Entre el resto, hay gente trabajando desde Madrid, Segovia, Málaga, Holanda, Hungría… "Todos nos hemos movido a donde más cómodos estamos trabajando". No obstante, su jornada sigue siendo de mentalidad presencial, y los trabajadores fichan telemáticamente.

"El teletrabajo ha llegado para quedarse, aunque hay que darle aún una vuelta, repensarlo un poco", reflexiona en este sentido. A su juicio, "cuando trabajas en casa se trabaja más porque es más difícil desconectarse", apunta. Tampoco es fácil, ni cómodo, acumular horas en la mesa del comedor o sentado en la silla de la cocina. No obstante, explica, su empresa les ha dado facilidades para adquirir pantallas más grandes, similares a las de las oficinas, e incluso les brinda la oportunidad de quedarse la silla del despacho, inmersos como están en pleno proceso de renovación de mobiliario. Así, su único cambio ha sido contratar una tarifa de fibra. "No es igual que en el despacho, pero para trabajar mi hijo y yo y ver la tele, va de sobra".

"El teletrabajo ha llegado para quedarse, aunque hay que darle aún una vuelta, repensarlo un poco"

Juan Carlos Cogollo

— Directivo de seguros

En años anteriores, Juan Carlos apenas se escapaba los fines de semana a la sierra fuera de las vacaciones, que coordinaba con su mujer, que trabaja en un hospital, para coincidir y marchar al pueblo. Ahora, "ella junta días libres y se viene para acá, o yo me escapo a Madrid para estar esos días con ella, según lo que tengamos que hacer". El estar fuera de la ciudad no es un perjuicio. Y aunque se trata de una localidad de 200 habitantes, que dobla población en vacaciones y fines de semana gracias a las segundas residencias, "hay ciertas opciones de ocio sin dejar de atender el trabajo", afirma. La seguridad frente a los contagios es otra de las ventajas. "Hace un mes, en Madrid, las salidas a la calle eran multitudinarias, iba con la mascarilla, aquí en cambio salgo y no me encuentro a nadie, puedo dar un paseo por el campo sin cruzarme a nadie". "Es una maravilla trabajar así", cuenta, según informa Julia Camacho.

Carmen Caravaca, productora audiovisual desde Marbella

"Es igual que si estuviera en Madrid, con la ventaja de que aquí tengo una habitación más que puedo usar como despacho y no tener a los chicos al lado jugando". Carmen Caravaca decidió este año que, en vez de dejar a los pequeños con su abuela en Marbella (Málaga), y regresar a la capital hasta las vacaciones, ella misma se instalaría en la casa de su madre para trabajar desde allí. Una opción factible porque ya los clientes de esta productora audiovisual tampoco están en Madrid, y están acostumbrados a trabajar en remoto. "Estoy encantada, porque gano en calidad de vida".

"Entre la gente con la que trabajo hay muchos en mi situación, está bien aceptado el teletrabajo", concede. La ventaja, en su caso, es que no dependen de un horario, sino que se trabaja por objetivos. "Mientras se haga y salga, ya está, no tiene implicación alguna para los clientes desde dónde trabajo o me conecto", explica, "tanto mis compañeros como los clientes saben que estoy conectada siempre y que, si hace falta que vaya a la oficina, voy de un día para otro". Y defiende que desde la casa de la playa "puedo ser igual de productiva" e incluso 'multitarea', ya que "mientras hablo con un cliente puedo dedicarme a las labores domésticas, como hacer camas o preparar la comida", confiesa entre risas.

"Puedo ser igual de productiva e incluso 'multitarea', ya que mientras hablo con un cliente puedo dedicarme a las labores domésticas"

Carmen Caravaca

— Productora audiovisual

En su caso, tras los meses de confinamiento en Madrid, decidió que no era el momento de dejar a su madre, ya mayor, tanto tiempo sola. Y prefirió el desembarco de toda la familia en su casa, aunque tengan que extremar las precauciones al tratarse de una persona de riesgo, y por tanto más vulnerable. "Otros años iba y venía, y los chicos se quedaban con ella, pero este año, aunque no hagan muchas cosas, están mejor aquí que en Madrid, la casa es más grande y más fresca".

Con sus clientes tampoco encontró problemas, y las empresas con las que trabaja habitualmente se lo comentaron porque "sabían que me vengo habitualmente a Marbella en verano". La vivienda de su madre, en la que además vivió de pequeña, ya tenía internet, con una velocidad suficiente para poder teletrabajar, y disponía de los medios necesarios porque "aunque vamos a la oficina, hay numerosos clientes de fuera y trabajamos mucho en remoto, así que estábamos muy preparados a nivel de medios".

Otra ventaja que encuentra son las opciones de ocio en los ratos muertos desde una casa situada en pleno centro de la ciudad. "En cuanto termino, por la tarde, bajamos a la playa, y a veces incluso puedo encontrar un hueco a mediodía; y, además, el fin de semana ya estás aquí y ganas tiempo al no tener que estar pendiente de coger un tren o un coche".

"En la oficina tampoco se está todo el rato trabajando; la gente se mete en internet, redes sociales, habla con otros..."

Carmen Caravaca

— Productora audiovisual

Devota confesa del teletrabajo, concede que sin embargo esta modalidad une lo peor de los dos mundos: la conectividad 24 horas y el concepto de presencialidad vinculado a la productividad. Considera que algunos jefes todavía recelan de aquellos que piden teletrabajar los viernes o los lunes, "pero muchos se dan cuenta luego que se puede hacer y que no te escaqueas". De hecho, reconoce que en la oficina "tampoco se está todo el rato trabajando, la gente se mete en internet, redes sociales, habla con otros…".

"Es verdad que desde casa no tienes un horario fijo, trabajas los fines de semana, o de madrugada, pero parece que sigue en vigor lo de una hora de entrada, si no te ven mucho piensan que no estás", reflexiona. Pensó que, tras el confinamiento, iba a cambiar la mentalidad de muchos empresarios sobre el horario laboral, pero cree que una vez superado lo peor del encierro, el ánimo se ha relajado y se vuelve al concepto de jornada presencial, aunque es cierto que "no serán al cien por cien como era antes".

Ariadna Lluís Vidal-Folch, de Barcelona a Pujalt

Ariadna Lluís Vidal-Folch es vecina de Barcelona, madre de dos niñas, de 11 y 8 años, y profesora de bachillerato para extranjeros en la academia Guiu, en la que, a partir de la declaración del estado de alarma, siguieron impartiendo clases de manera online a través de Zoom. "Con algunos alumnos no nos hemos llegado a ver nunca en persona", comenta Ariadna, que de inmediato se adecuó al teletrabajo. Ahora en julio continúa sus sesiones de preparación para quienes se examinan en septiembre, pero lo hace desde su segunda residencia, la antigua rectoría, rehabilitada, del pueblo donde nació su padre, Pujalt, en el municipio de Sort (Pallars Sobirà). Es un entorno que considera privilegiado, tanto para vivir como para trabajar. 

"Mirar por la ventana y ver la montaña y los prados ayuda. Y la casa es grande. Tenemos en ella todos los servicios, también wifi, para hacer vida y teletrabajar si queremos, porque la idea de quedarnos a vivir aquí, siempre ha estado en el horizonte. Nunca nos hemos acabado de atrever a dar el paso, pero factible es", dice. Para ella, además, la tranquilidad del pueblo y el paisaje que lo rodea han sido siempre muy inspiradores. En ese enclave pirenaico, ha redactado su último libro, el poemario L'herba més alta,  además editado por una editorial pirenaica, Garsineu.

"Dar clases online para mí es menos agradecido, porque pierdes el feedback de la presencia de los alumnos, pero el contrapunto de este ambiente más confortable"

Ariadna Lluís Vidal-Folch

— Profesora

Mientras sus hijas juegan mucho más libres y sin peligros en la plaza y callecitas del pueblo, donde viven una quincena de vecinos, ella compagina sus clases online, con ratos de escritura y clases, también online, de conversación en italiano y en inglés. Su marido alterna estancias en Barcelona y en Pujalt, puesto que no ha podido desplazar todo lo que requeriría su teletrabajo entre montañas. "Dar clases online para mí es menos agradecido, porque pierdes el feedback de la presencia de los alumnos, pero el contrapunto de este ambiente más confortable más cerca de la naturaleza, compensa", explica Ariadna Lluís. El huerto que puso en marcha con sus hijas el verano pasado ahora, gracias a su teletrabajo desde allí durante todo el mes, lo están atendiendo mucho mejor.

Ester Bach y Jordi, conectados con la brisa del mar

Ester Bach y su marido, Jordi, una pareja de Balaguer con dos hijos, de 7 y 4 años, teletrabajan en su apartamento en Cambrils. Él, por su cargo como jefe de producción, solo puede hacerlo parcialmente, pero la brisa del mar, los paseos y baños en la playa, le ayudan a sobrellevar mucho mejor sus jornadas. "Incluso voy más pronto a trabajar porque estando aquí tengo la sensación de que desconecto mucho más y eso me ayuda a llevar mejor el resto del día", explica Jordi. Eso sí, todas las formaciones que hace la empresa, como ahora son online, las puede hacer desde el apartamento, sin problema. 

"Incluso voy más pronto a trabajar porque estando aquí tengo la sensación de que desconecto mucho más y eso me ayuda a llevar mejor el resto del día"

Jordi

— Jefe de producción

"Y las reuniones, la mayoría de las cuales ahora son virtuales, si son por la tarde, también me permiten venir a comer y ya las hago desde aquí, así el desplazamiento ya lo he hecho antes de terminar el trabajo", dice. El teletrabajo –puntualiza Jordi- "es un paso importante para avanzar en la conciliación, no todo ha sido negativo en esta crisis sanitaria, y en algunas cosas que hubieran acabado llegando, como el teletrabajo, ya nos hemos tenido que avanzar". 

Para ella, el teletrabajo en la segunda residencia, un apartamento en la playa, en los bajos de una comunidad con piscina, no es novedad. "Ya es el segundo verano que lo hago", afirma. Ester Bach es distribuidora independiente de Herbalife Nutrition. "Mi horario es muy flexible, puedo hacer mi trabajo entre chapuzón y chapuzón, tomando el sol, en la playa o en la piscina, con el móvil o el ordenador, y así compagino la vida familiar y mi entrada de ingresos".

Suscríbete para seguir leyendo