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La Generalitat extrema el confinamiento en Lleida y 7 municipios del Segrià

Elisenda Colell

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La ciudad de Lleida y siete pueblos más de la comarca del Segrià amanecerán este lunes con medidas más restrictivas para tratar de contener la ya descabalgada expansión del coronavirus, que de nuevo ha puesto una daga en el cuello del sistema sanitario. Tras varias semanas con datos epidemiológicos alarmantes del alcance del virus, y con una guerra abierta entre los socios del Govern por los temores de una debacle económica, finalmente la Generalitat ha optado por intervenir en los municipios más afectados y aplicar restricciones a medio camino entre el confinamiento total y la ‘nueva normalidad’.

Los vecinos de Lleida, Seròs, Alcarràs, Torres de Segre, Aitona, Soses, La Granja d’Escarp, Massalcoreig i Ramiat no podrán salir de su municipio salvo si deben ir a trabajar o cuidar a personas dependientes, y solo podrán abandonar sus casas para comprar (en según qué comecios, con cita previa) o pasear si lo hacen con las personas con las que conviven. En principio son unas 160.000 personas afectadas, aunque el paso de los temporeros ha duplicado la población de muchos municipios.

En tan solo una semana, los municipios reconfinados del Segrià han visto cómo se duplicaban los casos de positivos de coronavius. En siete días han pasado de 300 a 600 casos positivos nuevos, y este domingo se llegó a 190 nuevos positivos, según expuso la 'consellera' de Salut, Alba Vergés. Son ya un centenar las personas que han tenido que ser hospitalizadas en los diversos centros sanitarios de la comarca. "En el resto de Catalunya, de entre todas las pruebas PCR que hacemos, hay entre un 5% o un 3% de positivos. En cambio, en estos municipios la tasa llega al 38%", expuso la 'consellera' Vergés para tratar de explicar que estas restricciones -no quiso hablar de confinamiento- son por motivos "meramente" médicos y de salud pública. La medida llega después de que la semana pasada el president Torra desmintiera la 'consellera' de Salut, sorprendiera a alcaldes y vecinos, y anunciara, en pleno sábado, el cierre de la comarca.

A lo largo de esta semana, mientras los casos positivos del virus y los sintomáticos no hacían más que aumentar, los sanitarios alertaban de que faltaban muchas manos para atender a los enfermos. Una gran parte de la plantilla estaba de vacaciones, y a pesar del llamamiento de cerca de 200 voluntarios, las nuevas incorporaciones no se podían hacer efectivas por no ser del perfil deseado. El viernes, Salut dejaba de hablar de brotes y reconocía que el virus ya campaba a sus anchas por la zona. El sábado se abrió una tercera planta para enfermos de coronavirus en Hospital Arnau de Vilanova, y se instaló una carpa anexa en un CAP de la ciudad para hacer los cribajes de enfermos. Pero muchas de las manos que se usarán para tales servicios serán los médicos y enfermeros de la Atención Primaria, que hasta entonces debían seguir los contactos más estrechos de los infectados para evitar la propagación del virus. El colapso general del sistema se hizo más que evidente.

El rifirrrafe político

En paralelo a la situación médica, las restricciones del movimiento se hacían de rogar y las administraciones se limitaban a hacer llamamientos a la responsabilidad colectiva: el uso de mascarillas, la distancia de seguridad y el lavado de manos. El motivo era meramente político. Los dos socios de gobierno en la Generalitat, ERC y JxCatno escondían sus diferencias. Los primeros abogaban por evitar el confinamiento domiciliario y las medidas restrictivas porque el tejido empresarial de Ponent podía sufrir, y mucho. Los empresarios de la hostelería, los comerciantes, los alcaldes e incluso la misma síndica de Lleida pedían evitar un cierre que colapsaría la economía de la zona, en plena campaña frutícola. En cambio, el entorno de Torra veía con buenos ojos aplicar más mano dura para atajar los brotes.

Finalmente, este domingo se impuso una restricción a medias. La zona afectada es mucho más pequeña, solo ocho municipios del Segrià, y se ha salvado a las empresas frutícolas, que son servicio esencial. En estas localidades deberán cerrar los gimnasios, los polideportivos, las bibliotecas, los hoteles y los clubes nocturnos. Se suspenden todos los actos culturales, y los bares y los restaurantes solo podrán ofrecer servicio a domicilio.

Abucheos y manifestación de protesta

Las tiendas y el pequeño comercio podrá abrir, pero con cita previa. "Nos quieren arruinar, son unos ineptos", abucheaban ayer un grupo de vecinos al alcalde de Lleida, Miquel Pueyo, que deberá ampliar los dispositivos municipales durante el día para poder dar cobijo a las más de 300 personas que han llegado a Lleida buscando trabajo en el campo, no lo han encontrado, y se han visto en la miseria absoluta. También deberá lidiar con el enojo de algunos ciudadanos: tras anunciarse la decisión, a las nueve de la noche unas 300 personas se manifestaban en la plaza de Ricard Vinyes en protesta por el endurecimiento del confinamiento.

"Va hacer mucho daño, veremos como saldremos de esta", reconocía este domingo cabizbajo el alcalde de uno de los muncipios afectados. Hasta el último momento, y esto es un cuarto de hora antes de la rueda de prensa, los alcaldes de las poblaciones afectadas por estas medidas no sabían como acabaría la historia. Fuentes consultadas explican que las autoridades del territorio rogaron aplazar el confinamiento una y otra vez a las 'conselleries'. Los presidentes de la Diputación de Lleida y del Consejo Comarcal prometieron ayer ayudas económicas para las empresas afectadas, pero no concretaron ni el alcance, ni la cuantía. El alcalde de Lleida se las pidió al Govern para agosto, y también reclamó más personal sanitario en la zona.

A medida que los ilerdenses se encierran, de nuevo, en sus casas, los contagios por el coronavirus se expanden más allá de los confines del Segrià. Algunas áreas sanitarias del sur de la Noguera superan ya los 100 casos de coronavirus por cada 10.000 habitantes, y en El Pla d’Urgell son ya 1.600 los positivos. Es precisamente allí donde se desplaza, a partir de hoy, el grueso de la campaña de la fruta, que se va a encargar de recoger peras y manzanas. El Govern no ha querido responder sobre si habrá que tomar más medidas de restricción en otras zonas de la provincia. "No se descarta nada", zanjó la consellera de Salut.