DECISION JUDICIAL PIONERA

Una jueza censura al servicio de detección de abusos de menores

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J. G. Albalat

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La niña tenía 3 años cuando una pediatra le preguntó qué le había hecho su padre, ante la sospecha de que hubiera abusado de ella. "Empujarme, pegar... tocarme la vulva, chafarme el ‘cap’ (cabeza), los ojos, las manos, los dedos, la nariz, las piernas, los pies". Y esto de tocarte la vulva, ¿cuándo lo hace?, continuó la doctora. "Cuando yo le rasco el ‘penis’". ¿Y cuándo es eso? "Cuando me meto en la bañera".  El encuentro fue grabado en el mayo del 2016 en la Unidad Funcional de Abusos de Menores (Ufam) del hospital Sant Joan de Déu. Un parte médico había corroborado meses antes la  “irritación de genitales externos” de la pequeña y en otro que la causa era por "estimulación precoz".

Mientras un juzgado penal archivó el caso, una jueza de familia ha acordado, en una resolución pionera, la suspensión de las visitas y comunicación de la menor y de su hermano pequeño con el progenitor, que ha recurrido la decisión.  La resolución desacredita por "falta de coherencia" el informe de la Ufam. Una pediatra y una psicóloga exploraron a la niña y dictaminaron que la madre, que nunca fue visitada, podría haber influido en el discurso de la pequeña. No es la primera vez que este servicio está en el punto de mira

El auto judicial, al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, sostiene que si bien la niña relató las "conductas sexuales inadecuadas" (actos que después reiteró a los peritos judiciales), los especialistas de la Ufam descartaron sus manifestaciones,  sin explicar de "forma objetiva y técnica" por qué las califican de "no creíbles". La jueza no entiende la razón que llevó a este servicio a centrarse en la figura materna, cuyo relato tampoco aceptan, "sin que conste una evaluación de la misma". La psicóloga reseña en su dictamen que de las palabras de la menor se percibe una "preocupación materna elevada" y sobre las expresiones de la niña detalla que las dice "excitada", pero "no rememorando nada traumático". El reproche judicial se basa en que la madre nunca fue visitada.

Fuentes del centro sanitario han asegurado que en ocasiones los menores hacen determinadas manifestaciones para complacer al adulto, a la vez que han incidido que ellos valoran al niño y su vinculación con la madre, pero no examinan al progenitor porque no son especialistas en mayores de edad, al ser un hospital infantil

Salta la alarma

Blanca (nombre supuesto) había mantenido durante 17 años una vida apacible con su marido, hasta que su hija de 3 años le contó en septiembre del 2015 que el padre le había hecho daño en "el culete". Ese mismo día se encaró con su pareja. "No lo olvidaré nunca. Él tragó saliva y me dijo: tú eres tonta. Se le escapó la risa y se fue. Me di cuenta que mentía", recuerda esta mujer. Hacía pocos meses que  acababa de tener un segundo hijo, esta vez varón.

Ante esta situación, prohibió a su marido bañar a la niña y empezó a controlarle de cerca. Contrató un detective para que pusiera cámaras en el dormitorio de la pequeña y en el lavabo. No halló nada. Pero su hija seguía teniendo miedo y ella no podía vivir tranquila. Por eso se fue de casa con sus dos hijos y denunció a su pareja por presuntamente abusar de su hija. El caso cayó en un juzgado penal. En esa ocasión, la pequeña no rememoró los hechos al equipo de asesoramiento del juzgado y se limitó a decir que su padre era "muy malo". "Me ha hecho todas las cosas malas", dijo. Los expertos sentenciaron que cabía "la posibilidad de que los hechos no hayan pasado", que la madre hiciera "una lectura equivocada" y que la menor "respondiera de manera complaciente" a su progenitora.  Por lo tanto, concluyeron que existía una “ausencia del relato de los hechos por la menor”. El juez penal acabó archivando el asunto en julio del 2016.

La credibilidad de la víctima

Blanca consiguió el divorcio y en este proceso se adoptaron medidas sobre la visitas de su exmarido a sus hijos. La entrega al padre debía ser en un punto de encuentro. Pero la inestabilidad de los pequeños aumentaba y la mujer reclamó al juzgado de familia que anulara la comunicación del progenitor con los dos menores, aportando nuevas pruebas. La jueza decidió el pasado febrero suspender ese régimen de visitas de los niños con su padre. En su resolución sostiene que el informes periciales sobre los dos hijos de Blanca (hace poco presentó otra denuncia por abusos de su segundo retoño) revelan  "conductas sexuales inadecuadas compatibles con abusos sexuales”. Asimismo, incide en la "credibilidad" del relato de la niña cuando explica tocamientos y las "prácticas de perversión sexual de su padre" y la ausencia "de manipulación por la progenitora materna en dicho relato".

Además de censurar a la Ufam, la jueza desvela la "extralimitación" de los informes de los técnicos del punto de encuentro donde los menores eran recogidos por el padre y que calificaban "de forma subjetiva a la progenitora", sin que conste que se haya realizado tampoco una "evaluación" de la mujer. La magistrada afirma que la madre "no padece ninguna patología" y que su hija "tiene derecho a continuar con una niñez normalizada".