Empresa social

Cuando comprar agua es un gesto de solidaridad

Rosa Mari Sanz

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Millones de personas abrimos a diario un grifo para asearnos,  podemos escoger  si  beber agua corriente o mineral y nos permitimos el lujo de elegir entre una marca u otra de agua embotellada a veces incluso solo por el atractivo de su envase. Son gestos cotidianos que como tales pierden valor, aunque también es cierto que en los últimos años la conciencia sobre la escasez del agua ha calado y se intenta evitar el derroche, tanto a nivel individual como social. Porque nadie duda de que es un bien muy escaso. Aquí unas cifras brutales: cerca de 700 millones de personas en el mundo aún no tienen acceso a agua potable, más de 2.000 niños mueren a diario por consumir agua en mal estado y algunas proyecciones relacionadas con el cambio climático señalan el 2050 como el año en el que la escasez afectará a una de cuatro personas del planeta si no se hace algo para combatir la sequía y la desertización.

Cerca de 700 millones de personas en el mundo aún no tienen acceso a agua potable

El papel de la ONU es clave para paliar las cifras; de hecho, este organismo reconoció en el 2010 el agua como un derecho humano, con lo cual garantizarlo es o debería ser un objetivo prioritario, aunque cada día que pasa es tarde para muchas personas. 

El primer proyecto

En este contexto, toda ayuda es valiosa. Como la que brinda desde hace poco más de un año Auara, una empresa social creada por un grupo de emprendedores españoles que vende bajo esa marca agua mineral  embotellada y destina el 100% de sus dividendos a llevar a cabo proyectos solidarios en países en vías de desarrollo. Venden agua para dar agua.

Un audiovisual de 15 minutos sobre el primer proyecto de la compañía  demuestra el impacto positivo que tiene el agua en una comunidad rural que carecía de ella, lo que causaba un notable perjuicio en la salud así como un alto índice de absentismo escolar porque los niños tenían que recorrer cada día varios kilómetros para ir a una fuente que en realidad no era más que un pequeño charco de agua.

Objetivo a largo plazo

Esta iniciativa se llevó a cabo con la colaboración de Manos Unidas en la región de Tamarou, al norte de la república de Benín, uno de los países más pobres del mundo. En el documental Antonio Espinosa de los Monteros, CEO y uno de los fundadores de la compañía junto a Pablo Urbano y Luis de Sande (todos con diversas experiencias en temas de solidaridad), relata en primera persona la experiencia vivida y, sobre todo, el resultado: la instalación de un pozo de agua potable ha supuesto una nueva esperanza para más de 500 niños del colegio de la localidad y más de 2.000 personas de la región. El coste: 12.000 euros, una cifra minúscula comparada con los objetivos que Auara se ha fijado para el 2020, que no son pocos. La compañía ha puesto el listón en alcanzar los 2,5 millones de euros invertidos en proyectos sociales que permitan desarrollar 100 trabajos de acceso a agua potable y que más de 50.000 personas puedan acceder a este recurso vital. O sea, que tienen que vender mucha agua y seguir desarrollando colaboraciones con distintas empresas. Por eso, otra meta a corto plazo, para este año es llegar a más puntos de venta. 

La instalación de un pozo  ha supuesto una esperanza para más de 500 niños del colegio de la localidad y más de 2.000 personas de la zona

Actualmente se pueden encontrar esta marca en distintos grupos de supermercados, en máquinas de vending y a través de su propia tienda online.  «Solo llevamos un año en el mercado, y siendo una empresa nueva y pequeña es difícil hacerse un sitio», reconoce Espinosa, quien apunta que la hostelería está respondiendo bien en sus  zonas de influencia, que son Barcelona y Madrid, y que a partir de este 2018 buscarán expandirse en ese sector abarcando más regiones. 

Sostenibilidad

En Auara, cuya agua proviene de un manantial de León,  todo pensado con criterios de sostenibilidad. Lo detalla Espinosa:  «Tiene que haber coherencia. Auara existe para mejorar la vida de otras personas, y tenemos que tener muy en cuenta nuestro impacto medioambiental, porque se trata del planeta en el que, precisamente, vivimos las personas. Como empresa social tenemos que hacer muchas más cosas que llevar agua potable a otros lugares, tenemos que concienciar y reducir nuestro impacto medioambiental». De ahí, explica, que hayan desarrollado la primera botella de agua en Europa fabricada 100% de plástico reciclado R-Pet

Desde que en septiembre del 2016 comenzaron a vender las primeras botellas, han finalizado13 proyectos y tienen seis más en ejecución

Desde que en septiembre del 2016 se comenzaron a vender las primeras botellas esta empresa ha finalizado 13 proyectos y tiene seis más en ejecución, lo que ha permitido llevar agua a más de 7.000 personas de siete países. «Cuando comenzamos todo el mundo nos tildaba de locos y nos decían que no lo íbamos a conseguir. Con el documental que hemos hechos demostramos que lo que muchos veían imposible hoy en una realidad», cuenta Espinosa. Por eso, dice, la misión de la compañía cobra más sentido que nunca. 

En busca de embajadores

 «Queremos seguir trabajando para vender más agua y que la gente se sume a nuestro objetivo de hacer que un gesto tan cotidiano como beber agua se convierta en un acto extraordinario capaz de cambiar el mundo». Y a ese gesto ya se están sumando como embajadores para echar una mano rostros conocidos, como se puede ver en la web, como Rossy de Palma, Natalia Verbeke, Carles Francino y María Pombo , entre otros.  

 «Concienciar es la mejor manera de comunicar lo que hacemos, y la verdad es que hemos tenido la gran suerte de que cada vez más rostros populares nos ayudan de forma desinteresada a comunicar no solo el impacto de la marca, sino también el problema social contra el que luchamos», concluye Espinosa.