la (dolorosa) experiencia

Eusebio, estafado por un falso electricista: "Fue un timo asqueroso"

El ladrón les engañó a él y a su mujer Virgina para robarles 600 euros que tenían en la mesita de noche

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Guillem Sànchez

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Sonó el timbre. Corría el pasado mes de noviembre. Eusebio descolgó el teléfono del portero automático. Era un hombre que se presentaba como un revisor de la compañía eléctrica. Cuando le abrió la puerta, desde el rellano mostró un carnet, al que Eusebio no prestó demasiada atención, antes de dejarlo entrar en casa.

El electricista fue pasando por las habitaciones, fijándose en las cajas de la instalación eléctrica. Cuando llegó al dormitorio de matrimonio en el que Eusebio duerme con su mujer, Virginia, el revisor olió la sangre.

"Me pidió que me fuera hasta la entrada, a vigilar el contador. Y a mi mujer la mandó al cuarto de la lavadora y le dijo que la pusiera en funcionamiento porque tenía que revisar algo". A los pocos minutos, el revisor, sin dar más explicaciones, se excusó y se fue del domicilio. A Virgina le pareció raro. Se acordó de golpe de los 600 euros que tenían en un sobre en la mesita de noche del dormitorio y quiso comprobar inmediatamente si seguía allí. Había desaparecido.

Los dos ancianos comprendieron que los había mandado a mirar el contador y a poner la lavadora para sacarlos del dormitorio. En cuanto salieron, el falso electricista registró la habitación y dio con el sobre del dinero.

"¿Qu cómo me sentí? Fue un timo asqueroso", explica. Eusebio llamó a los Mossos d'Esquadra. En comisaría estuvo mirando fotografías de sospechosos con antecedents en estafas parecidas. No encontró el rostro del hombre que les había engañado a ellos.

La segunda vez

Esta es la segunda vez que le roban. La primera sucedió cuando tenía 66 años; ahora tiene 86. Había sacado el dinero de la pensión, se lo guardó en el bolsillo y un ladrón, "a punta de navaja", le detuvo al salir de la entidad bancaria y se llevó el dinero.

Eusebio llegó a Barcelona con 22 años. Había empezado a trabajar en la peluquería de su madre en Toledo desde que tenía 10 años. Ha currado en barberías de la Barceloneta, de Gràcia y del Eixample. Tras toda una vida cortando el pelo honradamente, no tiene ninguna gracia que un ladrón sin escrúpulos se lo tome a él.