¡Hola, Putaendo! Barcelona al habla
Unos cantan el tradicional Caga Tió y los otros les replican con El burrito sabanero. Unos explican que en Navidad comen turrones y sopa de galets y los otros cuentan que allí lo típico es el pan de Pascua "y el arroz con pescado", exclama una chica desde el fondo de la sala. Durante una hora, una treintena de alumnos de dos escuelas de educación especial, una de Barcelona y otra de Putaendo (en el distrito de Valparaíso, en Chile), conversan animadamente sobre cómo van a pasar los próximos días de Navidad, cuáles son las tradiciones de unos y otros, cómo son de iguales y de distintas estas fiestas en un lugar y en el otro...
Charlan, sí, pero sobre todo preguntan. "¿Es cierto que allá hace ahora calor?", "¿cuántos días tenéis para recibir regalos?", "¿de verdad no sabéis qué es el Tió?", "¿cómo es que a Papá Noel le llamáis el Viejo Pascuero?". Y se sorprenden cuando se enteran de que los chavales chilenos terminan este lunes el curso escolar y se van dos meses de vacaciones. "¡Ostras! Qué suerte tenéis, podéis estar dos meses jugando con vuestros regalos y nosotros solo tenemos dos días", protesta uno de los de aquí.
Es ya la tercera o la cuarta vez -por en medio ha habido alguna conexión fallida por razones técnicas- que los alumnos de la Escola Rel de la capital catalana conectan con los del Centro de Apoyo a la Educación Especial de Putaendo, una localidad de unos 15.000 habitantes situada a un centenar de kilómetros al norte de Santiago de Chile (el nombre de la ciudad es la castellanización de la palabra putraintú, que en lengua mapuche significa manantial que brota de pantanos). Lo hacen al amparo de un programa de aulas en red que promueve la fundación chilena Media Bus, en la que trabaja, como director de proyectos, el catalán Raimon Ramis.
El lenguaje audiovisual
"Los chicos llevan dos años colaborando, se conocen y ya tienen ganas de verse en persona", cuenta Ramis, después de la conexión realizada esta semana, antes de las vacaciones escolares chilenas. "Para ellos estas clases suponen una gran motivación, porque ellos son los actores, los protagonistas", prosigue el coorganizador de la iniciativa. La base del intercambio son los pequeños vídeos que, antes del día del encuentro a distancia, se envían los unos a los otros sobre temas previamente pactados por los profesores y a partir de los cuales trabajan en clase.
"Se trata de historias muy cortas, muchas veces hechas con materiales confeccionados por ellos mismos, porque no queremos alimentar la dependencia tecnológica", señala Ramis, que se pasa la mitad del año en Catalunya y la otra en Chile. "El audiovisual -agrega- es un lenguaje común para cualquier niño, pero además en estos casos, como son chicos que suelen tener problemas de comunicación oral o de lecto-escritura, resulta un lenguaje muy adecuado".
Los profesores valoran muy positivamente la experiencia, confirma Robert Ramos, director de la Escola Rel, una cooperativa de profesionales inaugurada en 1976 en el barrio del Guinardó de Barcelona. "Lo audiovisual obliga a trabajar en equipo, rompe con la jerarquía del profesor porque da voz a los alumnos y, además, estimula la creatividad", apostilla Raimon Ramis.
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