Discusión mortal
Una historia de violencia en Sabadell
El martes 7 de noviembre un joven de 19 años y su padre de 51 años fueron detenidos por la muerte de un hombre de 44 años durante una pelea. Fue un episodio violento que ha destrozado a dos familias de Sabadell. Aunque una de las dos había empezado a romperse mucho antes.
Adrián, de pequeño, jugaba defendiendo el carril izquierdo en el desaparecido C.F. San Julián. Uno de sus entrenadores lo recuerda como un chico "majo" y un "buen jugador de fútbol". En ese instante parecía que tendría una vida como la que esperaba al resto de compañeros de equipo. Pero a él el futuro le deparaba otra cosa. Cuando tenía 11 años, el cáncer se llevó a su madre, Mari. Los vecinos recuerdan la imagen de su padre Felipe cuidando de la mujer, empujando su silla de ruedas por este vecindario del norte de Sabadell.
Cuatro años más tarde, el chico supo que su hermano mayor, Dani, sufría la misma enfermedad. El cáncer tampoco tuvo piedad con él. Adrián se tatuó dos lazos en la piel, uno rosa y uno azul. Uno por Mari y otro por Dani. "Siempre conmigo" añadió en una fotografía de Instagram que subió para hacer saber al mundo que no pensaba olvidarse ni de su madre ni de su hermano.
La historia de amor
A los 16 años, Adrián se enamoró y dejó un hogar mutilado por el cáncer, y completamente vacío mientras su padre Felipe hacía horas en una fábrica de cristales de la periferia de Barcelona, para mudarse a casa de su novia. Convivió con la familia de la chica hasta que ambos pudieron emanciparse. En el Facebook queda una fotografía de aquella relación. Los dos, adolescentes, se miran fijamente con una playa de fondo. Ella la comentó, y escribió: "Te querré siempre".
Hace pocas semanas, la relación se rompió tan mal como a menudo lo hacen los enamoramientos inmaduros. Adrián volvió a instalarse en la casa de la calle Feliu Elías de Sabadell, para vivir de nuevo con su padre. El último y violento episodio de esta historia empezaría a escribirse a partir de esta ruptura.
La mala ruptura
El fin de semana del 4 y 5 de noviembre los dos exnovios se reencontraron de noche, con sus respectivas pandillas. Intercambiaron algún insulto y, según quien lo cuente, también hubo algún empujón. La discusión sulfuró a los padres de la chica. El martes 7 de noviembre, dos días más tarde, los exsuegros de Adrián fueron a buscar al joven a su casa. Una vecina recuerda que los escuchó aporreando la puerta del piso de Adrián, en el rellano de la planta octava. Le gritaban: "¡Sal maricona!" y "¡A mi hija nadie le levanta la mano!".
Adrián, sin abrir la puerta, optó por llamar al 112. También telefoneó a su padre, que estaba a punto de regresar, para pedirle que tuviera cuidado si se cruzaba con ellos. Minutos más tarde, los Mossos d’Esquadra le devolvieron la llamada. Adrián se percató entonces de que ya no escuchaba ni gritos ni golpes. Con el policía al teléfono, descendió hasta el portal principal para valorar si todavía era necesario que enviaran allí una patrulla. Cuando llegó a abajo, descubrió que su padre y su exsuegro ya estaban discutiendo. Colgó el teléfono al policía y salió corriendo al exterior.
Varios testigos, recogidos más tarde por la policía catalana, describirían que el primer golpe lo dio el exsuegro y que después Adrián y su padre respondieron conjuntamente. Añaden que Adrián dio patadas. Alguna incluso cuando el padre de su exnovia ya estaba en el suelo. Con la pelea disuelta, y con el exsuegro tumbado en el césped, los dos se metieron de nuevo en casa. Los Mossos subieron poco después, para arrestarlos. Aquella noche, los dos durmieron en el calabozo. El miércoles por la mañana, los policías les comunicaron que el hombre al que habían golpeado había fallecido a causa de -presuntamente- las lesiones que le habían causado. Los dos se quedaron helados al escuchar la noticia. Se desmoronaron.
El delito de homicidio
El abogado de Adrián y Felipe, Jorge Navarro, explica que en ningún caso tuvieron intención de matarlo y que hay elementos que incluso permiten esgrimir la legítima defensa. "Fue la víctima quien se presentó en su casa buscando pelea. Adrián, además, llamó al 112 para pedir ayuda. Y ellos no fueron los primeros en golpear", añade.
El letrado del exsuegro, Miguel Durán, pone el foco en la víctima, un padre de tres niñas que acudió a aquella casa para "proteger a su hija". Y subraya que los dos hombres actuaron conscientes del daño que causarían los golpes que le propinaron. Pedirá para los dos una condena por homicidio doloso que podría llegar a los 15 años de prisión.
El exentrenador del San Julián, al acordarse de Adrián, explica que intentó subirlo un año de categoría porque tenía cualidades. Insiste en que es un chico "majo". No sabe añadir nada más.
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