NUEVA TENDENCIA QUE GENERA DEBATE

Las marcas de lujo seducen a los niños

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Olga Pereda

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Primero fueron los perfumes. Después, las gafas. Y ahora, los niños y las niñas. También los bebés. Las marcas de lujo han encontrado en los menores un filón comercial. Un recién nacido puede llevar un babero de 100 euros (Dior). Un bebé de 24 meses, unos vaqueros de 275 (Dolce&Gabbana). Y un niño de 4 años, una cazadora de 265 (Versace). Marc Jacobs, Givenchy, Balenciaga, Galliano, Gucci y Stella McCartney, entre otras firmas, han lanzado colecciones infantiles, que son prácticamente idénticas a las de adultos. No hay marca exclusiva que no haya sucumbido ante los clientes menudos, que serán los clientes del futuro. Ellos, evidentemente, ahora no compran. Lo hacen sus padres y madres. ¿Es una buena idea? ¿Es una compra inocente que responde a un simple capricho porque te lo puedes permitir? ¿Eres un mal padre o una mala madre porque estás criando un ser elitista? El debate está abierto.

Un padre o una madre compra, por ejemplo, un pantalón de Dior de 290 euros para su hijo de seis años. Posiblemente, el año que viene no le valga, pero el chaval ahora mismo está ideal. ¿Es una decisión acertada desde el punto de vista de la crianza? “Es una decisión irrelevante. Si hay padres que pueden y quieren gastarse mucho dinero en la ropa de sus hijos, que lo hagan. Son libres”, afirma Armando Bastida, enfermero de pediatría, papá de tres hijos y editor de la revista digital sobre crianza ‘Bebés y más’. En su opinión, el problema no radica en el modelito en cuestión sino en el mensaje que se da a los críos.

“Los niños tienen que ser niños. Tienen que jugar, tirarse por el suelo, divertirse y mancharse. Si tú le estás diciendo que lleva unos pantalones muy exclusivos y muy especiales y que es mejor que no se los manche ni los estropee, ahí es donde radica el problema. Si el padre o la madre les insiste en que va muy guapo y que los demás le van a admirar por su belleza y porque solo unos pocos pueden acceder a esa ropa ¿qué valores le está trasmitiendo? Si le explica que ningún otro niño va vestido tan elegante como él le está inculcando elitismo. El chaval se sentirá diferente, por encima de sus compañeros”, explica Bastida, autor del libro ‘Soy papá. Cómo criar a tus hijos con sentido común’ (Ob Stare).

Lo siguiente, un Ferrari

A los niños muy pequeños la ropa no les importa nada. Pero el cuento cambia cuando crecen y se convierten en adolescentes obsesionados con las marcas. “Muchos padres nos están comentado lo agobiados que están por la invasión de este tipo de publicidad. Por no hablar de Instagram, claro”, afirma María José Solé, del Sindicat de Pares. “Los hijos, a determinada edad, nos pueden pedir unos pantalones o unas zapatillas concretas. Pero ¿dónde vamos a poner el límite? ¿Qué será lo siguiente, un Ferrari?”, subraya Solé, que advierte del peligro de que los hijos de los famosos se hayan convertido en prescriptores de moda.

"Hemos dejado de ser ciudadanos para convertirnos en consumidores"

María Acaso

— Pedagoga

Volvamos a la imagen inicial. Una pareja compra para su hijo, por ejemplo, una camiseta de 130 euros con el logo bien visible de Versace. O el bolsito Lady Dior de corazones de 2.300 euros. “Lo importante no es la compra de determinada marca sino lo que la marca simboliza: un estatus, una forma de vida”. Así lo analiza la pedagoga María Acaso. En su opinión, las marcas tienen intereses neoliberales y capitalistas y nos están organizando la vida por el poder inmenso que ostentan. “Hemos dejado de ser ciudadanos para convertirnos en consumidores”, sentencia.

"Paraíso inalcanzable"

Acaso es muy crítica con las imágenes que lanzan las marcas, un “terrorismo visual” presente en publicidad, redes sociales, películas y series. “Nos presentan imágenes donde hay una obsesión por la delgadez y los dientes perfectos y donde se derrocha un desprecio absoluto a la vejez”. Las fotos de las colecciones infantiles de las marcas de lujo muestran “un paraíso inalcanzable, una infancia que no existe porque ningún niño es tan guapo, ni viaja en yate ni en helicóptero”. Experta en educación artística, la pedagoga pide aprender a analizar las imágenes que nos bombardean. “Los niños suelen estar de pie y las niñas, despatarradas, como ofreciéndose. Todos son blancos y cuando están incluidas otras razas parece algo festivo o exótico. Es subliminal, pero el mensaje está bien claro”, analiza la pedagoga, autora del libro 'Art Thinking. Cómo el arte puede transformar la educación' (Paidós).  

Para revertir la situación, Acaso pide incorporar la educación crítica en la escuela y en casa. Es, destaca, la única herramienta para criar niños y niñas empoderados y autónomos que contrarresten el hiperconsumo. “Hay que estar con los hijos, enseñarles que el ocio y el placer no siempre tienen que estar relacionados con una marca”, concluye.

Diluir la desigualdad

Al igual que Acaso, María José Solé (Sindicat de Pares) está convencida de que pasar mucho tiempo con los hijos y establecer criterios son dos herramientas a disposición de los padres para frenar el consumismo y la obsesión por las marcas. Desde el Sindicat de Pares aplauden la iniciativa llevada a cabo por varios colegios catalanes de barrios populares, que pretenden implantar una especie de uniforme para todos los niños y niñas (vaqueros, polo blanco y sudadera azul) como medida social para diluir la desigualdad entre los alumnos.

Todo empezó con las mamás 'fashion'

La presencia en España de <strong style="font-family: PTSerif-Bold;">Children World Fashion</strong>, corporación francesa que aglutina a marcas de moda infantil (entre ellas, Givenchy, Marc Jacobs y Hugo Boss) confirma la tendencia: el mercado de los peques es una mina. Y lo es, en parte, desde que un puñado de mamás famosas decidieron acudir a las principales pasarelas de moda acompañadas de sus retoños. <strong style="font-family: PTSerif-Bold;">Kim Kardashian, Beyoncé, Jennifer López y Stella McCartney</strong> posan habitualmente en el 'front row' de los desfiles con sus hijos, que lucen unos exclusivos modelos que causan furor y se agotan en tiendas. Las marcas de lujo no son patrimonio exclusivo de los VIP sino que se están empezando a comercializar en España en grandes almacenes, donde las plantas infantiles se han convertido en una especie de segunda pasarela.