Acabar con el matrimonio infantil: una prioridad pendiente

Matrimonio infantil

Matrimonio infantil

PATRICK WATT. DIRECTOR DE CAMPAÑAS, ABOGACÍA Y COMUNICACIÓN GLOBAL DE SAVE THE CHILDREN INTERNACIONAL

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Como padre de chicas, a menudo me detengo a reflexionar en cómo las oportunidades de mis hijas contrastan con las de las generaciones anteriores. El contraste no es solo personal, sino que refleja un cambio global: las chicas de hoy en día son más saludables y tienen mejor educación que en cualquier momento de la historia. En muchos ámbitos, la brecha entre niños y niñas se está cerrando, sentando así las bases de un futuro más justo y próspero.

Pero si nos detenemos aquí nos arriesgamos a caer en la autocomplacencia. La vida no se vive en promedios, y millones de niñas continúan enfrentándose a una realidad marcada por la pobreza, la violencia, la falta de educación y una salud precaria, simplemente porque son niñas. Esto es una gran injusticia y además un terrible desperdicio de potencial humano. Un estudio del año pasado del Foro Económico Mundial mostró que los costes corren a cargo de sociedades enteras y se cuentan en billones de dólares. En las sociedades donde las niñas prosperan, la recompensa dura décadas: una vida mejor para una niña asegura una vida mejor para sus futuros hijos, rompiendo el ciclo de la pobreza de una generación a otra.

Acabar con el matrimonio infantil es el catalizador más poderoso de un futuro mejor para las niñas. Las niñas que se casan temprano ven su educación interrumpida, precisamente en el punto de la adolescencia donde el retorno de la educación es mayor. Cerrar la brecha educativa entre niñas y niños a nivel secundario, donde persiste en muchas partes de África y Asia, no puede suceder sin el fin del matrimonio infantil.

Las niñas casadas también se convierten en niñas-madres. El 90% de los embarazos adolescentes en todo el mundo son de niñas casadas que dan a luz antes de que sus cuerpos estén preparados, lo que pone en peligro a ellas y a sus hijos. El Banco Mundial estima que el 75% de los embarazos adolescentes podrían prevenirse con el fin del matrimonio infantil. Y las niñas que se casan, ya sea un matrimonio forzado o no, se enfrentan a un mayor riesgo de violencia. La mitad de las niñas casadas tienen esposos al menos 10 años mayores que ellas, lo que hace que sea el doble de difícil tener la misma voz.

Progreso lento

Por el momento, el progreso en la lucha contra el matrimonio infantil es dolorosamente lento. Cada año 15 millones de niñas se casan antes de cumplir 18 años, una cifra que está lejos de alcanzar el objetivo de la ONU para 2030 (5.3. Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina). En muchos países de África Occidental, la región más afectada, más de un tercio de los matrimonios todavía involucran a niñas.

Este lento progreso plantea la pregunta de qué se debe hacer. La reciente polémica en Bangladesh por la reducción de la edad legal para que las niñas se casen cuando existe el consentimiento paterno, ha puesto de relieve el papel de la ley en el fin del matrimonio infantil. En los últimos años, muchos países africanos como Gambia, Malawi y Tanzania han aumentado la edad mínima en respuesta a las campañas nacionales. Pero cambiar leyes ha demostrado ser más fácil que cambiar la práctica. Una nueva investigación de Save the Children y el Banco Mundial muestra que la mitad de todos los matrimonios infantiles, que involucran a 20.000 niñas por día, están por debajo de la edad mínima permitida por ley.

Esto no significa que las leyes de edad mínima no sean importantes ya que envían un mensaje poderoso sobre cómo deben ser tratadas las niñas. De hecho, cerca de 100 millones de niñas no están protegidas contra el matrimonio infantil, según las leyes de sus países. Pero este no es un problema que se pueda legislar fuera de la realidad. A menudo, las niñas se casan debido a la pobreza y la inseguridad familiar. Darles a las familias más pobres transferencias de dinero para que puedan permitirse mantener a sus hijas en la escuela, y demorar el matrimonio, muestra resultados prometedores en muchos países. Hacer que las escuelas sean seguras para las niñas y que sean sensibles a sus necesidades, especialmente una vez llegan a la pubertad, puede ser la diferencia entre la asistencia y el abandono. Garantizar que las niñas tengan el conocimiento y la atención médica que necesitan para retrasar y planificar el embarazo es crucial no solo para su salud, sino también para sus oportunidades económicas de por vida.

También tenemos que reconocer que el matrimonio infantil es a menudo una convención social profundamente arraigada, y todas las organizaciones debemos mejorar nuestro apoyo a las comunidades, desde líderes religiosos a organizaciones de mujeres, que reconocen que el matrimonio infantil es una amenaza para el futuro de las niñas y están trabajando para desafiar y cambiar actitudes y prácticas. Estamos haciendo un trabajo cada vez mayor en este ámbito, en Somalia, Malí, Bangladesh o Bolivia, para ayudar a abordar las causas subyacentes del matrimonio infantil.

A finales de mes, Save the Children formará parte de una alianza única que juntará a los gobiernos de África Occidental, Naciones Unidas y ONGs. La reunión se celebrará en Dakar con el objectivo de hacer un balance del progreso hacia el objetivo de 2030 y para identificar maneras prácticas de tener un impacto en la región con la mayor incidencia de matrimonio infantil. El mes pasado, en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, me llamó la atención el compromiso personal de un creciente número de jefes de estado y de gobiernos africanos quienes apostan por trabajar en sociedad para enfrentarse al desafío del matrimonio infantil. A través de nuevas sinergias y con un apoyo generalizado, el matrimonito infantil se reducirá y, finalmente, pasará a la historia.