Innovación educativa en el extrarradio

zentauroepp40219206 lleida 20 09 2017  escola magraners foto ramon gabriel171006205651

zentauroepp40219206 lleida 20 09 2017 escola magraners foto ramon gabriel171006205651 / periodico

María Jesús Ibáñez / Lleida

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Lo primero que hizo Helena Aznar cuando llegó hace tres años a la dirección del colegio público Magraners de Lleida fue retirar todos los libros de texto. "Los sacamos por razones económicas, porque una gran mayoría de las familias de la escuela tenían problemas para pagarlos", argumenta la docente. Tan drástica decisión obligó a los maestros de este centro educativo situado en un extremo de Els Magraners, un barrio periférico de la capital leridana y muy castigado por la última crisis económica, a impartir sus clases de manera diferente a la convencional. "Nos tuvimos que adaptar a las nuevas condiciones y decidimos hacerlo con un formato innovador, buscando metodologías que fueran estimulantes para nuestros alumnos", comenta Aznar.

"No comprar libros de texto ha sido el paso definitivo hacia la innovación en muchas escuelas a las que asisten hijos de familias muy castigadas por la crisis", reflexiona Joan Maria Girona, miembro del consejo de formación de la asociación pedagógica Rosa Sensat. En Catalunya existe, asegura Girona, una renovación educativa de extrarradio, que nació alumbrada por la necesidad de "combatir el fracaso escolar de los estudiantes más vulnerables" y que está creciendo al margen del foco mediático que concentran organizaciones educativas como Escola Nova 21 o los Jesuitas, por citar algunos ejemplos.

"Hay vida fuera de las entidades que ahora tanto hablan de innovación, lejos del foco mediático", dice una directora

"Hay vida fuera de esas entidades, mucha vida", proclama Marta del Campo, directora del instituto escuela de La Mina, otro barrio con serias dificultades socioeconómicas situado, en este caso, en Sant Adrià de Besòs. "Y hay también una larga tradición innovadora en entornos muy diferentes", afirma la docente, que considera fundamental que cualquier proyecto pedagógico de cambio "cuente con la implicación de toda la comunidad educativa (profesores, estudiantes, familias y barrio), a la que se tendrá que rendir cuentas".

Niños que van a clase porque quieren ir

La escuela que dirige en Lleida Helena Aznar es un centro que la Conselleria d’Ensenyament ha calificado de máxima complejidad socioeconómica, "con una proporción importante del alumnado de etnia gitana y con familias que lo han pasado muy mal estos últimos años", detalla la docente. Aquí, hasta hace poco, el absentismo escolar empezaba en muchos casos por los propios padres, "que muchos días, por distintas razones, se olvidaban de llevar a sus hijos al colegio". "Ahora, en cambio, tenemos niños de tercero de primaria que vienen solos al colegio, por iniciativa propia, aunque sus padres sigan aún durmiendo. Y nos dicen que es porque tienen ganas de ver qué pasará ese día en clase", cuenta orgullosa la directora.

También está trabajando la innovación de extrarradio, y con resultados muy existosos, la escuela Joaquim Ruyra de L’Hospitalet de Llobregat, que se constituyó hace ya unos años en una comunidad de aprendizaje y que obtiene puntuaciones excelentes en las pruebas de competencias básicas de primaria que realiza anualmente el Consell Superior d’Avaluació de Catalunya.

Alguunas escuelas ya están logrando resultados excelentes, pese a la alta complejidad de sus aulas

La utilización de metodologías educativas innovadoras como herramienta contra el fracaso escolar no es nueva. "En 1978, las cuatro escuelas que entonces había en La Mina ya trabajaban por proyectos, contaban con aulas de psicomotricidad y aulas taller e implicaban a las familias", relata Girona, que fue profesor durante varias décadas en esa complicada zona de la capital catalana. "Se las denominó escuelas de acción especial, porque iban más allá de la educación, y fueron el resultado de muchas horas de reflexión previa, después de que los maestros viéramos que poner a esos alumnos en un pupitre y ante una pizarra, no era el modo de incentivarles a aprender", prosigue el docente.

La práctica de estos profesores viene a confirmar lo apuntado por investigadores de EEUU y el Reino Unido, que han constatado que los estudiantes que aprenden mediante programas que trabajan habilidades como la autonomía, la motivación y las competencias socioemocionales de los alumnos "pueden llegar a ganar, cada curso escolar, el equivalente a unos ocho meses de progreso académico", explica Miquel Àngel Alegre, analista educativo en el Institut Català d'Avaluació de Polítiques Públiques (Ivàlua).

Escuelas que son refugios

"Está claro que con los métodos tradicionales, los alumnos más frágiles se desconectan y acaban en el fracaso escolar", corrobora José Luis Lalueza, investigador del Grup de Recerca en Desenvolupament Humà, Intervenció Social i Interculturalitat de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Lalueza lleva 19 años trabajando en proyectos con escuelas desfavorecidas y, entre otras, ha llegado a la conclusión de que "hay que hacer que la escuela sea una experiencia con significado para el niño". La convivencia en los centros que aplican metodologías colaborativas o por proyectos "mejora de forma importante" y eso redunda, al final, en el éxito escolar de los chavales.

"Los problemas para estos chicos no están en el colegio o en el instituto, que son más bien un lugar de refugio. Los problemas están fuera: en familias muchas veces desestructuradas, en situaciones de ansiedad o de agresividad causadas por esas situaciones", reflexiona el profesor de la UAB, que actualmente trabaja en un proyecto para poner en marcha una radio juvenil con alumnos del instituto escuela El Til·ler, en Barcelona, y la colaboración de estudiantes universitarios.

La movilidad del profesorado

Uno de los principales retos que afrontan estos centros es la alta movilidad de sus profesores. Como no son precisamente puestos de trabajo cómodos, no es raro que cada año haya cambio de personal. "Tratamos de suplirlo con un plan de acogida a los nuevos maestros, que prevé que, por ejemplo, los que llegan nuevos trabajen durante un tiempo por parejas, con algún veterano", explica Marta del Campo, de La Mina.

Esta alta rotación de docentes también tienesus ventajas, señala la directora del instituto-escuela. "Todas las personas que llegan nuevas aportan su experiencia, su punto de vista, con lo que el proyecto pedagógico del centro se puede ir enriqueciendo", comenta.

La renovación empieza ya en la etapa de 0 a 3 años

También las escuelas infantiles, con alumnos de entre cero y tres años, <strong>aplican metodologías innovadoras en los barrios de alta complejidad</strong>. "Aquí trabajamos el juego libre, el desplazamiento motriz, la creatividad... Estamos sustituyendo los juegos de plástico y que hacen ruido, por objetos de madera de distintas formas y muy manipulables", explicaba recientemente Elena Ràfols, directora de la escuela Aqüeducte, en el barrio de Ciutat Meridiana de Barcelona. Allí, además, el equipo de maestras trabaja también en la formación de las familias.