Los científicos se preguntan: ¿Qué nos hace propiamente humanos?

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¿Qué nos hace propiamente humanos? es la pregunta que tratarán de resolver un grupo de científicos que participarán mañana y pasado, 17 y 18 de julio, en Barcelona en un nuevo B·Debate, un encuentro científico organizado por Biocat y la Obra Social La Caixa.

El catedrático de Biología Evolutiva e impulsor del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), Jaume Bertranpetit, el investigador mallorquín en el Instituto Pasteur (Francia) y director científico del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), Luis Quintana-Murci, o la profesora de la Universidad de Chicago, Anna di Rienzo, experta en adaptaciones genéticas de la humanidad, serán algunos de los participantes en el encuentro.

También participará el investigador de la Universidad de California en Berkeley (EEUU), Rasmus Nielsen, que fue el primer científico que describió una variante genética que demostró la adaptación a la altitud de los tibetanos, una mutación que provenía de los homínidos extintos de Denisova.

Según han avanzado los organizadores del encuentro, que lleva por título "Natural Selection in Humans: Understanding our adaptations", los científicos debatirán por qué el hombre es capaz de adaptarse genéticamente a las circunstancias ambientales e intentarán entender las bases genéticas de la singularidad como seres humanos y las diferencia entre grupos de poblaciones.

Los científicos partirán de que hay características propias de la especie humana, como el lenguaje, las capacidades cognitivas y el hecho de caminar erguidos, pero se preguntarán: "¿cuáles son las claves biológicas que se esconden detrás de estos rasgos propios de los seres humanos?".

Según los organizadores del B·Debate, los elementos distintivos de la especie humana se deben a unos genes que han sido potenciados por selección natural durante miles de años.

Por ejemplo, los humanos y los chimpancés compartimos un 99% de la parte del genoma directamente comparable o que se pueda alinear, y, aunque un 1% es poco, este porcentaje se traduce en un mínimo de 30 millones de diferencias genéticas entre especies, y eso implica un campo muy amplio de estudio científico.

Entre un humano y otro hay 3 millones de diferencias de base genética, unas alteraciones que describen la especie.

Los científicos recuerdan que los humanos modernos aparecieron hace unos 200.000 años en África, desde donde se diseminaron hace 100.000 años en diferentes zonas de todo el planeta, desde regiones tropicales hasta lugares con mucha altitud a los que se han adaptado durante miles de años.

Los científicos han descrito diversas adaptaciones evolutivas que definen la especie humana.

"¿Por qué hay poblaciones que a pesar de vivir en regiones situadas en grandes altitudes sobreviven con menos oxigeno? La explicación se encuentra en una colección de variantes genéticas propias de estos individuos, que les hacen estar mejor adaptados a la falta de oxígeno", señalan los organizadores de B·Debate.

Los científicos han descrito estos caracteres en poblaciones del Himalaya, Etiopía y los Andes. En las dos primeras regiones son variantes diferentes en el mismo gen, y en el caso de la cordillera andina el gen que regula esta adaptación es otro diferente.

Los científicos también son capaces de inferir a través del material genético de poblaciones actuales los genes de resistencia que los humanos han desarrollado para determinadas enfermedades, sobre todo las infecciosas.

Por ejemplo, muchas personas llevan escrito en sus genes la supervivencia a episodios de la humanidad como la peste negra que asoló Europa durante la Edad Media.

Otro caso está en las poblaciones inuit del Canadá, Alaska y Groenlandia, que se han adaptado a los ambientes fríos y oscuros del entorno del Ártico, donde los investigadores han encontrado que los individuos están adaptados a una alimentación alta en grasas porque el pescado está muy presente en su dieta, muy rica en omega-3.