EL DRAMA DE PORTUGAL

Instinto fatal

Una avioneta descarga agua sobre Pedrograo Grande, una de la zonas afectadas por el gran incendio que azota a Portugal.

Una avioneta descarga agua sobre Pedrograo Grande, una de la zonas afectadas por el gran incendio que azota a Portugal. / periodico

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / BARCELONA

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Una tormenta seca, de esas en las que es más fácil que caiga un rayo que una gota de lluvia. Ese es el origen al que apuntan las autoridades portuguesas para explicar el infierno que asoló los alrededores de Coimbra en forma de llamas. Una tormenta que, además de seca, presentó todas las credenciales para ser calificada de perfecta. El terreno acumulaba "sequía prolongada, temperaturas muy elevadas durante días e intensas rachas de viento", según describe el ingeniero forestal Guillem Argelich, para acabar de perfilar la sensación de pavor que recorrió el cuerpo de quienes vivieron el drama de cerca. A muchos, el instinto les empujó a salir del averno en el que se sentían acorralados, buscando en la carretera una escapatoria que acabó resultando fatal.

Situaciones de pánico al asistir a un frente amenazador que se propaga con tal exuberancia que ni carreteras, puentes y demás infraestructuras pueden detener su empuje implacable. Una escena dantesca que, pese a lo inhabitual del caso y a que cada incendio tiene unas condiciones orográficas y meteorológicas, recuerdan al trágico fuego que aterró al Alt Empordà en el 2012. En él murieron dos personas que abandonaron el coche en el que circulaban y se lanzaron por un acantilado al comprobar el implacable paso de las llamas, como explica un veterano mando de los bomberos.

"Recuerdo que tras esa tragedia recomendábamos quedarse dentro del vehículo si estás a una distancia que cuadruplique la altura del bosque que te rodea, y mira ahora cómo han quedado los coches calcinados en Portugal; no hay reglas de oro para todas las situaciones", relata esa misma fuente. 

ESTRATEGIA

Ni siquiera es infalible cumplir con la consabida necesidad de aligerar el denso sotobosque que se acumula en Portugal, España y en muchos otros países europeos, y que en Catalunya alcanza "un porcentaje de cerca del 70% anual", según calcula Argelich. No es garantía pero si evitaría en buena medida los elevadísimos niveles de propagación de un incendio que encuentra un valioso combustible a su paso.

"Si encima la vegetación está muy seca, como parece ser el caso, puede reforzar la potencia del incendio, que crea su propio clima y puede tener potencial incluso para saltar un lago", describe Míriam Piqué, responsable del programa de gestión forestal multifuncional del Centre Tecnològic Forestal de Catalunya, en Solsona.

PRUDENCIA

Todas las voces consultadas exhiben una gran prudencia ante la escasa información disponilble sobre este incendio, especialmente cuando ante "las extremas condiciones climatológicas que acarrea el cambio climático hay algunos fuegos con comportamientos excepcionales", como destaca Piqué. "A partir de ciertas intensidades, queman por irradiación, y pueden crearse focos secundarios incluso a seis kilómetros", detalla.

Argelich espera que el drama cese pronto y que sirva a Portugal y a los países de la cuenca mediterránea para concienciarse de que "no tiene sentido gastarse tanto dinero en extinción y tan poquito en tareas de prevención". "Pese a toda la masa forestal portuguesa, es un país que importa grandes cantidades de madera, sobre todo de sus antiguas colonias", expone.

Un desequilibrio que no dista mucho del caso de Catalunya, donde "ya quedan muy lejanos los incendios de 1994 y 1998, con más de 100.00 hectáreas quemadas en global", pero no así la situación heredada, explica Argelich. "Todos sabemos que desde 1998 algo muy grande está esperando a quemarse por falta de previsión", zanja.

En ese punto coincide Antonio del Río, responsable de UGT en los bomberos. "La falta de previsión se acabará notando tarde o temprano, con un fuego tremendo, de esos que van arrasando de un extremo a otro", se lamenta. Y apunta a la necesidad de divulgar planes de actuación para que los ciudadanos sepan cómo reaccionar ante la fatalidad.

Del Río recuerda que ante la duda, la confinación es mejor opción que huir despavorido, por más difícil que resulte aplacar el instinto. "Evitar inmuebles con puertas y ventanas de madera u otros combustibles, sellarlos bien y tratar de mantener los márgenes con el mínimo posible de vegetación", detalla.