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Instalación domótica en una feria de hostelería.

Instalación domótica en una feria de hostelería. / periodico

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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La domótica está viviendo un cambio radical con la aparición de dispositivos conectados a internet y más sencillos de instalar para el usuario particular, impulsados por compañías expertas en el gran consumo. Las apps de control doméstico pero sobre todo los nuevos asistentes que se controlan por voz de AppleGoogle, Amazon y el que prepara Samsung abren nuevas opciones que permiten automatizar la casa sin tener que desplegar cables ni dedicar mucho dinero para mejorar la eficiencia energética de una vivienda, gestionar los aparatos o mejorar la seguridad.

Son muestras del futuro “hogar conectado” o 'smart home', una especie de domótica ‘light’ basada en conexiones wifi que los profesionales del sector distinguen de la domótica tradicional (que usa el cable de fibra óptica o la radiofrecuencia para conectar todos los aparatos del hogar) y de la inmótica (la que incluye todo el edificio, normalmente oficinas e industrias). “Son muy positivos porque están haciendo que la gente se interese por la automatización y dejen de considerar la domótica como algo solo para ricos”, afirma Meritxell Esquius, responsable de márketing de la empresa Loxone, una de las multinacionales del sector. 

Esta nueva tecnología fusiona el puro control remoto con el uso masivo de datos ('big data'), el reconocimiento de lenguaje y procesamiento del habla, y el aprendizaje automatizado ('machine learning') para crear un escenario en el que las máquinas aprenden de los hábitos de los usuarios y que los más pesimistas comparan con un nuevo HAL 9000, la inteligencia artificial que modificaba la vida de los tripulantes de la nave espacial de ‘2001 Una odisea en el espacio’, la novela que escribió Arthur C. Clarke en 1968.

NEST, EL PIONERO

Uno de los primeros aparatos fue, en este sentido, en el 2011 el termostato Nest, un invento de dos exingenieros de Apple, entre ellos el ‘padre’ del iPod Tony Fadell, que gestiona los consumos domésticos de calefacción a través de sensores (para controlar presencia y temperaturas) para crear patrones de comportamiento a partir de los datos de todos sus usuarios y la información de las compañías con el fin de ahorrar energía. Al termostato, que es un centro de control con un diseño muy minimalista, se le han ido añadiendo cámaras de vigilancia y detector de humos, todo gestionado también desde una app. Nest fue comprada por Google un año después y ha sido el germen de Google Home y toda una nueva división de productos de la compañía.  

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“Este ‘hogar conectado’ está más cerca de la internet de las cosas (IOT) y hace más difusa la frontera con la domótica. También supone que los productos ya no los vendan solo los instaladores e integradores sino que se encuentren en tiendas convencionales o en internet, y se los pueda configurar cada uno”, explica Jordi Sabater, de la Asociación Española de Domótica e Inmótica (Cedom), que agrupa a fabricantes locales de dispositivos.

En este sentido, muchos ‘manitas’ electrónicos y ‘makers’ han desarrollado kits domésticos con Rasperry Pi, placas Arduino y sensores para controles domésticos y de huertos urbanos.

LA PANTALLA MÁS FAMILIAR

Los smartphones abrieron la veda para simplificar los desarrollos. “Desde que se popularizaron, el interés por la domótica se ha disparado. La gente se siente más cómoda con un dispositivo que ya controla, como el móvil, que con una pantalla en una pared”, apunta Ignasi de Ros, director del máster en Automática, Domótica y Robótica de La Salle-URL, el único en Catalunya dedicado a la especialidad.

“Además, el fabricante tradicional de domótica viene del mundo industrial donde los cambios son muy lentos y se tardaba mucho en sacar cosas nuevas. En cambio, Google, Apple o Amazon, con una cultura de la innovación muy grande, sacan productos nuevos cada año. Si te compras un sistema externo lo puedes ir cambiando a menudo, pero un sistema integrado no. Y la gente se cambia de móvil cada año, pero de casa no”, añade.

Los últimos son los altavoces que no solo reproducen la música del móvil sino que, conectados a internet, funcionan como asistentes virtuales capaces de apuntar o realizar cosas y controlan aparatos con la voz. Son el Homepod de Apple, los Echo de Amazon, el Google Home y Samsung prepara también el suyo con su asistente de voz Bixby. Ninguno de ellos de momento ha llegado oficialmente a España, aunque el desembarco se espera pronto.

“Son como chuches que hacen la función de controlar dispositivos pero no sistemas domóticos. La aparición en el mercado nos va bien a todos porque ni Google ni Apple se van a dedicar a instalar nada”, afirma Albert López, arquitecto en la empresa de domótica Somfy.

PRECIOS MÁS BARATOS

Los nuevos aparatos inalámbricos también han reducido los precios globales de instalación, porque ya no se necesita cablear la casa, lo que también limitaba el momento de adoptar un sistema domótico a las obras nuevas de viviendas unifamiliares o a rehabilitaciones muy integrales, aunque estas, que siempre han sido menos, están tomando empuje, según explica Alba Álvarez, del clúster catalán de domótica Domotys.

Según los instaladores, los costes pueden reducirse hasta un 80% y de los 80-100 euros por metro cuadrado de la instalación domótica en una casa se ha pasado a unos 12-15 euros por metro cuadrado actuales. Pero estos precios no son estándares, y otras empresas doblan este último presupuesto para una instalación tipo que incluya control de calefacción y persianas, alarma integrada con aviso al propietario y monitorización de todo el conjunto a través de una app, mano de obra y proyecto aparte. 

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Pero ni Google ni Apple ni Amazon han resuelto el mayor problema de la industria domótica: la ausencia de protocolos unificados que simplifiquen las instalaciones y permitan ir añadiendo productos de distintos fabricantes. Es más, han añadido incertidumbre y han vinculado las soluciones a los sistemas operativos móviles, aunque Google tiene app para su Home en iPhone.

INTEGRACIÓN

El protocolo más extendido en Europa y China es KNX, con versiones cableadas e inalámbricas, que sus partidarios defienden argumentando que gasta menos, es más rápido que el wifi y que con programación a medida y pasarelas permite integrar nuevos aparatos. En estos casos se puede aprovechar incluso el mando a distancia que ya utilicen los equipos de sonido como base para incluir también, por ejemplo, el control de las persianas, explica Esquius.

Google, Amazon y Apple, en cambio, certifican cada uno a sus proveedores y pocos funcionan para más de uno. Las bombillas Hue de Philips, que usa el protocolo inalámbrico Zigbee, son de los pocos aparatos que funcionan con todos los fabricantes. La gama Nest solo funciona con Google Home y el HomeKit de Apple (que tiene Siri como base) utiliza los termostatos y cámaras de la francesa Netatmo, bastante parecidos a Nest. Incluso Ikea, que lanzó el pasado marzo bombillas regulables a través de apps, también utiliza una solución y una app propia.

“Ganará la partida el que tenga más posibilidades de integrar aparatos distintos”, añade López.

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