Niños, las víctimas invisibles de los desahucios

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MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / L'HOSPITALET DE LLOBREGAT

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El niño que ha sufrido un desahucio es un niño invisible. Invisible porque muy pocos tienen en cuenta su opinión en el largo proceso que empieza el día en que su familia deja de pagar las cuotas de la hipoteca o el alquiler. Invisible porque ninguna ley, ninguna Administración, ha previsto medidas para mitigar el impacto emocional que la pérdida forzada de un hogar y el desarraigo provocan en un menor. Invisible porque los propios padres son, muchas veces, los primeros que silencian el asunto para proteger a los hijos, para mantenerlos lejos del problema. "O incluso silencian su situación frente al menor para evitar problemas mayores con los servicios sociales", apostilla José Carlos González, director de la Asociación Educativa Nou Quitxalles-Familia Juanitos, una entidad del barrio del Gornal de L’Hospitalet de Llobregat, por la que pasan decenas de críos en riesgo de exclusión.

Con la colaboración de una red de psicólogos voluntarios, de la Universitat de Barcelona (UB) y de la Autònoma de Barcelona (UAB), del Hospital de Sant Joan de Déu, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de L’Hospitalet y de colegios e institutos, Nou Quitxalles puso en marcha en septiembre del 2015 un servicio pionero de atención a menores que se encuentran en proceso de desahucio de su vivienda.

RENDIMIENTO ESCOLAR

"Hubo un momento en que vimos con preocupación cómo el rendimiento escolar de los niños que habían sido víctimas de desahucios caía en picado y concluimos que en la mayoría de los casos estos menores presentaban cuadros de ansiedad, angustia o estrés, que eran firmes candidatos a sufrir algún posible problema de salud mental", explica el director de la oenegé promotora del programa.

El fracaso escolar fue solo la punta del iceberg. "Cada vez hay más niños que viven situaciones traumáticas, desalojos que en ocasiones se repiten incluso en más de una ocasión, y eso puede dar lugar a una generación con graves secuelas", alerta Manel Salcedo, psicólogo y director de recursos humanos del Sant Joan de Déu. ¿Y dónde está la Administración en este proceso? "Las administraciones públicas y la clase política no están teniendo suficientemente en cuenta el impacto psicológico que un desahucio causa en el menor", responde Salcedo, que es también profesor en la Universitat Internacional de Catalunya (UIC).

"La Administración ha de ofrecer una vivienda que compense al menor una vez que el niño es desahuciado, algo que, a mi entender, es un derecho constitucional", prosigue José Carlos González. En lugar de eso, lamenta, "otorgan más relevancia al proceso jurídico hipotecario que a los efectos emocionales que sufren estos niños". "Una de nuestras exigencias a la Administración es que nos den apoyo y faciliten los trámites para conseguir, por ejemplo, nuevos locales en los que atender a estos menores. A día de hoy todavía estamos a la espera de que se resuelva esta petición", señala Salcedo.

LISTA DE ESPERA

En lo que va de año, el servicio psicopedagógico -bautizado con el nombre de ‘Són 3 i no 4’- ha atendido a un total de 55 menores de entre 3 y 16 años. "Y hay una lista de espera larguísima", señala Raquel Lozano, la técnica que lo coordina. "La mayoría de ellos son niños de L'Hospitalet, aunque también hay alguno de Barcelona, adonde se ha tenido que ir a vivir la familia tras el desahucio", precisa. Desde su puesta en marcha, por las instalaciones de la entidad han pasado alrededor de 130 niños.

En el servicio están implicadas 22 personas (todas ellas voluntarias) que prestan atención psicopedagógica a los usuarios. "Empezamos con una primera fase de acompañamiento al niño que se incorpora, participando en un grupo de tres menores acompañados de un profesional. Tras un proceso de observación, una comisión de evaluación propone a la familia un bono solidario de atención en una consulta psicológica de las que hay adheridas al programa donde será atendido", explica Lozano. En el caso de los adolescentes, los acompañamientos son individuales "debido a las serias dificultades que a esta edad se pueden mostrar", indica la técnica.

MOCHILAS ENORMES

"Son niños muy pequeños con unas mochilas enormes", subraya Maria Tobaruela, alumna de Psicología en la UB, que colabora en el proyecto, junto con Rosa Rodríguez, también estudiante. Si los especialistas lo consideran necesario, también se realizan intervenciones individualizadas de refuerzo escolar con los alumnos de primaria.

"Es evidente que el estrés que sufren las familias durante el largo proceso que supone un desahucio acaba repercutiendo en los hijos, por mucho que los padres intenten protegerlos", constata Cristina Valencia, estudiante de máster en la UAB, que trabaja en la elaboración de un marco teórico del proyecto. "Son situaciones largas y que muchas veces se repiten", afirma. Son situaciones "perversas", precisa Teresa Trias, psicóloga voluntaria del proyecto.

"No nos consta que exista nada igual en ninguna otra ciudad catalana, aunque los desahucios sí siguen existiendo, por mucho que las administraciones afirmen que disminuyen", afirma José Carlos González. La iniciativa ha sido presentada ante distintas entidades de las ciudades de Vigo y Zaragoza, que han mostrado su interés por el programa. En la capital aragonesa, se trabaja ya para implantar allí el modelo del 'Són 3 i no 4'.

UNA DECENA EN UNA SEMANA

"Solo en L’Hospitalet, nos constan unos 200 desahucios en lo que llevamos del 2017", asegura Alejandro Roldán, miembro de la PAH de esa ciudad. "Esta misma semana, sin ir más lejos, vamos a estar en una decena de casas para intentar frenar desalojos y en todas ellas hay niños", agrega Judit Iglesias, activista también de la plataforma.

La función de la PAH, señalan los promotores del programa, es determinante para la detección de los menores afectados. "Ellos actúan como un colchón social, son ese lugar en el que las víctimas de desahucios encuentran un cierto confort emocional", destaca Andrés Fernández, psicólogo voluntario del programa.

También los centros educativos, como el instituto Europa, en el que también trabaja Fernández, actúan de altavoces cuando detectan menores desahuciados en riesgo. "Y las familias", advierte Mireia González, psicóloga clínica en Sant Joan de Déu y otra de las especialistas que "acompaña" a los menores. "Todo lo que trabajamos con el niño lo tenemos que trabajar también con sus familias. A los padres hay que apoyarles, darles recursos para que, a su vez, sepan cómo ayudar a sus hijos", agrega Mireia González.