ayudas a colectivos vulnerables

El riesgo de malnutrición obliga a las oenegés a abrir comedores en institutos

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MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / BARCELONA

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¿Por qué un niño que recibe una beca de comedor mientras va a la escuela de primaria pierde automáticamente ese derecho el día en que empieza en el instituto? Las cifras en Catalunya son contundentes. Mientras en educación infantil y primaria un 13,6% de alumnos son beneficiarios de una ayuda alimentaria de la Generalitat, en la secundaria obligatoria este porcentaje cae al 1,48%. Entre el colegio y el instituto, el número de receptores de beca de comedor desciende en prácticamente un 89%. ¿Qué ocurre en los tres meses que separan el final de sexto de primaria y el inicio de primero de la ESO?

"El argumento de la Generalitat es que los estudiantes dejan de recibir beca porque en los institutos públicos no acostumbra a haber comedor y, por tanto, ya no hay nada que sufragar", explica José Carlos González, activista social en el barrio del Gornal de L’Hospitalet de Llobregat. "Pero esa excusa no sirve -protesta-, porque la necesidad sigue existiendo, el riesgo de malnutrición no desaparece de un día para otro".

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El hecho de pasar a secundaria "penaliza a los alumnos vulnerables, los que más problemas tienen para alimentarse correctamente", insiste González, que dirige la entidad Nou Quitxalles, una organización sin ánimo de lucro que trabaja con niños y jóvenes de este complicado vecindario del área metropolitana de Barcelona, con graves problemas socioeconómicos.

Si no se conceden becas porque no hay comedores en los centros públicos de secundaria, la solución es sencilla: basta con abrirlos. Y en ello andan Nou Quitxalles y una decena de oenegés de distintas poblaciones catalanas, que como en El Gornal, han detectado la misma problemática en sus respectivos barrios. La iniciativa parte de la fundación Probitas, que ha creado un programa específico, el RAI-ESO (refuerzo de la alimentación infantil en la ESO).

En los últimos dos o tres años el RAI-ESO ha puesto en marcha comedores en institutos de Terrassa, Sabadell, Canovelles, Montornès y Salt, además de instituto Europa de L’Hospitalet, que gestiona Nou Quitxalles. En total, vendrán a ser unos 400 jóvenes los que se benefician de la iniciativa.

UNA SOLUCIÓN MÁS DIGNA

"Creemos que esta es una solución mucho más adecuada que la que han adoptado algunas entidades, que han abierto comedores en centros sociales, situados fuera del espacio escolar", arguye González. "Lo que hace el instituto es ceder el espacio, un espacio que es en definitiva de titularidad pública, y es la oenegé la que gestiona el servicio", precisa Ferran Fontané, director del instituto Santa Eulàlia de Terrassa, otro de los que han habilitado un comedor para atender las necesidades de sus alumnos.

"Observamos que algunos estudiantes a menudo venían al instituto sin traer nada para el desayuno por la mañana y, a partir de allí, se detectó que la situación en casa era precaria, tanto en el aspecto alimentario como de posibilidades de apoyo escolar", cuenta Núria Abad, técnica de integración social del centro, situado en las periferias de Terrassa. "Cuando la asociación educativa Can Palet nos ofreció la posibilidad del comedor, consideramos que era una oportunidad moralmente no rechazable", apostilla Fontané.

Los jóvenes que comen en el instituto -en las cantinas, en aulas adaptadas o incluso en alguna biblioteca que ha sido desmontada- se quedan en el centro después del almuerzo, para realizar actividades extraescolares o hacer repaso

"La ayuda pública no llega siquiera al 2% de los alumnos de secundaria y ese porcentaje, si nos atenemos a las estadísticas de pobreza infantil, es claramente insuficiente", constata Marta Segú, directora general de Probitas, la entidad que ahora mismo está financiando estos servicios. La fundación, vinculada a la farmacéutica Grífols, trabaja en colaboración con pequeñas oenegés locales, "que son las que realmente conocen las problemáticas, porque bregan con ellas cada día", subraya Segú.

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"La idea es que, a la larga, también se vayan quedando a comer chicos no vulnerables, en este caso ya sin beca, de manera que los institutos se conviertan también en centros abiertos con una oferta de actividades educativas para todos sus alumnos", señala la directora de Probitas. La experiencia del Europa de L'Hospitalet es, según su director, Darío Castro, más que positiva. "Académicamente, el impacto es difícil de precisar, porque en educación los efectos nunca son inmediatos, pero lo que está claro es que en nuestro centro ha mejorado la convivencia", afirma Castro.

¿QUÉ DICE LA LEY?

La Conselleria d’Ensenyament argumenta, y para ello se remite al decreto que desde 1996 regula el servicio escolar de comedor, que "en todos los centros públicos que imparten enseñanzas de los niveles obligatorios y de educación infantil se podrá prestar dicho servicio". Pero "son los institutos los que lo han de solicitar a los servicios territoriales de Ensenyament", agregan fuentes de la ‘conselleria’. Para ello, los centros han de acreditar que disponen de un determinado número de alumnos interesados en la prestación del servicio y que existe un espacio que reúne las condiciones para funcionar como comedor. 

Si es tan sencillo, ¿por qué no hay apenas comedores en los institutos ni becas para los alumnos de secundaria? Pues, según las entidades, porque, así como en primaria los ayuntamientos y los consejos comarcales, y en algunos casos las asociaciones de padres de alumnos, organizan el comedor, en la ESO, con los institutos ya de titularidad autonómica, la Administración competente se inhibe de prestar el servicio si no lo reclama el centro. 

A esta ausencia, se suma el hecho de que, cuando hace cuatro años se implantó la jornada intensiva en la ESO, más del 90% de los centros de secundaria de Catalunya se han acogido a este horario, lo que supone que los alumnos terminen las clases justo para poder ir a comer a casa.