El último gran reto energético de Elon Musk

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RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Elon Musk se ha comprometido a solucionar la crisis energética que padece el sur de Australia en 100 días. Si no cumple con el plazo, pagará de su bolsillo la tecnología con la que aspira a paliar los problemas de la región. El emprendedor y visionario sudafricano aceptó hace algo más de una semana el reto que le lanzó en las redes sociales un empresario australiano, que quería saber si la oferta lanzada por la empresa de Musk iba en serio. La respuesta no tardó en llegar. “Tesla instalará los sistemas y los pondrá en funcionamiento en 100 días desde la firma del contrato o será gratis. ¿Es eso lo suficientemente serio para ti?”, respondió en Twitter el fabricante de coches eléctricos, paneles solares y baterías de almacenamiento de energía.

Esas palabras le bastaron al empresario multimillonario, Mike Cannon-Brookes, para ponerse manos a la obra en busca de financiación y apoyo político para llevar las baterías de Tesla a Australia del Sur. El cuarto mayor estado del país, con una población de 1,7 millones de habitantes, ha sufrido continuos apagones en los últimos meses, que llegaron a paralizar la industria durante dos semanas y han alarmado a la opinión pública. Una tormenta dañó las líneas de transmisión en septiembre y, el mes pasado, una ola de calor disparó la demanda dejando a los proveedores sin recursos suficientes para hacer frente al suministro.

Australia es el mayor exportador de carbón del mundo, pero el cierre de algunas de sus plantas más contaminantes y la transición que ha emprendido hacia las energías eólica y solar, demandadas por la opinión pública, han generado un déficit energético. Y es ahí donde ha entrado en acción Tesla, uno de los abanderados de la revolución de las baterías de ion-litio, las mismas que alimentan sus coches eléctricos y que también comercializa para hogares y comercios, como recurso para hacer frente a los cortes de electricidad.

RECICLAJE COMPLICADO

Esas mismas baterías, a una escala más industrial, sirven también para alimentar a la red eléctrica. Durante los ciclos de bajo consumo, almacenan los excedentes de electricidad que generan las plantas de gas natural, los parques eólicos o las granjas solares, y eso permite liberar la energía en la red durante los picos de demanda y evitar los apagones. Hasta ahora las baterías eran mucho más caras que el gas natural de las plantas de ciclo combinado a las que se recurre cuando el sistema no da abasto, pero su precio se ha reducido últimamente por la demanda de coches eléctricos. Como contrapartida, no emiten gases contaminantes, aunque su reciclaje es complicado.

El plan de Musk en Australia del Sur, una región que produce el 40% de su energía del sol y el viento, pasa por instalar un parque de baterías con capacidad de 100 megavatios, que es aproximadamente el déficit que experimentó el sistema durante el apagón de febrero. Desde que confirmó su órdago en Twitter, que lanzó inicialmente uno de los ejecutivos de Tesla, el empresario ha mantenido conversaciones con varios políticos australianos y se ha reunido con el primer ministro, Malcolm Turnbull, para estudiar la viabilidad del proyecto. Musk le puso un precio de 25 millones de dólares, pero un análisis de Bloomberg lo eleva a 169 millones, aunque también dice que resultaría rentable económicamente.

Telsa ya ha demostrado que trabaja rápido y es capaz de hacer frente a grandes proyectos, gracias al incremento de la producción en su Gigafactory, la gigantesca fábrica de 5.000 millones de dólares que tiene en el desierto de Nevada. “Nuestra capacidad de almacenamiento está creciendo tan rápido como podemos humanamente medirlo”, le dijo a Bloomberg el jefe de tecnología de Tesla, J. B. Straubel. Hace dos meses inauguró en el sur de California un parque similar al que pretende levantar en Australia.

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En solo 90 días completó el proyecto para almacenar 20 megavatios, el mayor parque del mundo hasta la fecha con cientos de cajas metálicas tan altas como una persona y similares a un disco duro de mesa que guardan en su interior 16 baterías del coche Tesla Model S. Todas juntas almacenan suficiente electricidad para alimentar 16.000 hogares durante cuatro horas. “Las cuadrillas trabajaron las 24 horas del día, vivían en tráilers y hacían trabajos de encargo a las dos de la mañana”, explicó Straubel.

FUGA EN UN POZO

En el caso de California, el detonante fue una fuga en un pozo de gas natural de Alison Canyon, que vertió durante tres meses miles de toneladas de metano en la atmósfera a principios del año pasado, una catástrofe medioambiental que llevó al gobernador de California a declarar el estado de emergencia. La eléctrica Southern California Edison decidió entonces levantar parques de almacenamiento para evitar los apagones durante el invierno. Telsa levantó una de ellas, las otras corrieron a cargo de Aes y la canadiense Altagas.

El proyecto de California ha supuesto un espaldarazo decisivo para esta industria incipiente, que hasta ahora solo se había aplicado en proyectos a menor escala. Una nueva revolución parece estar en marcha.